Lord Killanin admite el fracaso de su mandato ol¨ªmpico
El XI Congreso Ol¨ªmpico, que inici¨® ayer sus trabajos en la sala Benezet del casino de Baden-Baden, tiene ante s¨ª un reto cada vez m¨¢s claro: la oportunidad de abrir un camino firme al zarandeado olimpismo actual. Todas las intervenciones, desde la ceremonia inaugural del mi¨¦rcoles, han incidido en ello, y se empiezan a conocer algunas v¨ªas de inter¨¦s.
Lord Killanin, ex presidente del COI, en la primera intervenci¨®n, dio todo un recital de mea culpa por los fallos y cosas sin hacer que dej¨® tras su mandato. Samaranch, pese a la complejidad de los problemas, se ve, pues, en la obligaci¨®n de que salgan recomendaciones v¨¢lidas del c¨®nclave deportivo mundial si no quiere tener su primer gran fracaso.Lord Killanin, presidente del COI hasta los Juegos de Mosc¨², y ahora presidente de honor vitalicio , abri¨® los turnos de intervenciones ayer, con un largo discurso en el que, por un lado, dej¨® entrever nuevamente su inmovilismo -para ¨¦l pr¨¢cticamente s¨®lo se debe cambiar en los medios t¨¦cnicos- y, por otro, se pas¨® el tiempo pidiendo disculpas por los fallos de su gesti¨®n.
Naturalmente, una cosa fue consecuencia de la otra. Hizo recuento de los puntos tratados en Berna, en el pasado congreso de 1973, y dio la raz¨®n a Samaranch, que en la ceremonia de apertura calific¨® aquella cita como el principio de la involuci¨®n.
La regla 26, que deja de forma completamente ambigua el tema del amateurismo, no se toc¨®, seg¨²n ¨¦l, porque hab¨ªa federaciones internacionales con la opini¨®n de que deb¨ªa ser el COI el que diera las directrices. En ocho a?os no pudo convencerlas. Samaranch ya lo ha logrado en poco m¨¢s de uno. Porta, que no quiere saber nada de la asociaci¨®n de clubes de f¨²tbol en Espa?a, puede tomar ejemplo. Porque cada federaci¨®n ponga su cota a quien no es profesional en sus respectivos deportes -ya no qui¨¦n es amateur, bastante m¨¢s complicado- no s¨®lo el presidente del COI no perder¨¢ autoridad, sino que tendr¨¢ incluso m¨¢s fuerza para mediar en caso de problemas.
Samaranch est¨¢ convencido del mando subdelegado, si se sabe estar en su sitio. Por ello, dos de sus obsesiones actuales, aparte de la citada sobre la regla 26 y su inter¨¦s en canalizar inteligentemente la comercializaci¨®n y gigantismo inevitables de los Juegos Ol¨ªmpicos, estriban en la uni¨®n y participaci¨®n cada vez mayores del COI con las federaciones internacionales y los comit¨¦s ol¨ªmpicos (sin miedo a golpes de Estado, al tener al posible enemigo controlado en casa), as¨ª como la creaci¨®n de una especie de comisi¨®n internacional, en la que participen organismos de fuerza, como la ONU o la Unesco, que le dar¨ªan m¨¢s peso al propio movimiento ol¨ªmpico.
En esta misma l¨ªnea, mientras lord Killanin se quej¨® tambi¨¦n de que las ayudas de los Gobiernos a los COI fueron, a la postre, m¨¢s perjudiciales por las injerencias pol¨ªticas, su sucesor ya ha concedido m¨¢s dinero a sus s¨²bditos, que se hab¨ªan rebelado en Mil¨¢n hace unos meses. Con una mayor participaci¨®n en el fondo de solida-ridad olimpica, los CON podr¨¢n ser m¨¢s independientes. Tambi¨¦n en este sentido, Samaranch, el mi¨¦rcoles, confirm¨® que Suiza, sede del COI, lo hab¨ªa reconocido como organizaci¨®n internacional con estatuto jur¨ªdico propio, y que tras ella seguir¨¢n otros pa¨ªses. Aunque un problema pol¨ªtico importante puede acabar hasta con la mayor de las fuerzas del COI, su idealismo, al menos el movimiento ol¨ªmpico se sentir¨¢ m¨¢s respaldado.
El "apartheid", casi olvidado
La habilidad del presidente, al que los a?os de permanencia en los distintos cargos del COI le permiten a?adir una ventaja suplementaria, ha conseguido que apenas se hable del s¨ªndrome Springboks y del apartheid. Ha convencido a los pa¨ªses africanos de que el COI est¨¢ totalmente en contra, que no puede hacer m¨¢s, y ha bastado, al menos por ahora, para calmarlos. En cualquier caso, si no resurge estos d¨ªas, tambi¨¦n ser¨¢ malo, pues Samaranch, se equivoca al no intentar un di¨¢logo con la International Board, m¨¢ximo organismo del rugby -m¨¢s aristocr¨¢tico a¨²n que el COI-, para paliar, con alg¨²n tipo de pacto, un problema al margen del olimpismo, pero que provoca (y ya ha provocado, en Montreal) heridas muy graves, desde luego desproporcionadas.
S¨®lo los dos sovi¨¦ticos que intervinieron ayer, Novikov, presidente del comit¨¦ organizador de los Juegos de Mosc¨², que present¨® un positivo -faltar¨ªa m¨¢s- informe, y Pavlov, presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico de la URSS, censuraron de pasada ?esa verg¨¹enza del siglo XX llamada apartheid?. Por lo dem¨¢s, confirmaron su inmovilismo -tipo Killanin, corregido y aumentado- hacia cualquier tipo de reforma en protocolario amateurismo, por ejemplo, que ellos tienen perfectamente solucionado con su nacionalismo propagandista de triunfos o sus atletas militares. Contrast¨® su perfecci¨®n tras atacar las injerencias pol¨ªticas, pero sin nombrar a Estados Unidos o Los Angeles-84, con las disculpas del comit¨¦ organizador de Lake Placid, cuyo presidente, el reverendo Fell, dijo que por fin ahora empiezan a pagar las deudas dejadas por unos juegos de invierno.
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