Las soluciones a la crisis econ¨®mica mundial deber¨¢ buscarlas cada pa¨ªs por su cuenta
ENVIADO ESPECIAL En una atm¨®sfera de resignado pesimismo, la 36? asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial termina hoy en Washington con un claro y fatal mensaje para los 143 pa¨ªses miembros: el fin de la persistente crisis econ¨®mica s¨®lo puede venir mediante soluciones individuales de austeridad en cada naci¨®n. Tras tres d¨ªas de discusiones informales y otros tres de discursos p¨²blicos, los ministros y delegados asistentes, con algunas excepciones, regresan a casa resignadamente convencidos de que, a falta de otros remedios, no van a tener otra alternativa que seguir los consejos de la Administraci¨®n Reagan y que, en lenguaje simple y llano, se resume en la vieja frase de ?s¨¢lvese quien pueda?.
El presidente norteamericano, llevando hasta el final su propia pol¨ªtica interna, ha sorprendido este a?o al FMI y al Banco Mundial con una demanda para internacionalizar su pol¨ªtica de austeridad, concretada en dolorosos recortes presupuestarios de programas sociales, firmes restricciones monetarias y estudiadas concesiones impositivas para estimular la econom¨ªa por el lado de la oferta.En su mensaje a la asamblea, matizado despu¨¦s por su secretario del Tesoro, Reagan ha venido a decir que el mundo tiene que hacer lo mismo a nivel global y que los pa¨ªses miembros, incluso los m¨¢s perjudicados por la recesi¨®n (los subdesarrollados), deben dejar de esperar soluciones for¨¢neas y poner, con su ¨²nico esfuerzo, su propia casa en orden.
Para ello, Washington ha utilizado todo el peso del poder que tiene en las dos instituciones mundiales para, pese a las reservas de pa¨ªses como Francia, Italia o Canad¨¢, adem¨¢s del bloque de los no desarrollados, restringir las actividades crediticias del FMI y reorientar la pol¨ªtica de ayuda del Banco Mundial hacia los sectores privados de los pa¨ªses en desarrollo.
Con este cambio de pol¨ªtica, Reagan quiere limitar el volumen de financiaci¨®n exterior que muchos pa¨ªses, responsable e irresponsablemente, han buscado en los dos organismos institucionales y en los mercados de capitales para hacer frente a la factura pasada por dos a?os de continuos y salvajes incrementos de los precios del petr¨®leo.
?El FMI?, ha dicho Donald Reagan, secretario del Tesoro norteamericano, ?debe dejar de ser una instituci¨®n de ayuda y recuperar el papel tradicional de vigilante del sistema monetario y financiero internacional. El Banco Mundial, por su lado, debe dejar de competir con los bancos privados y seleccionar su campo de actuaci¨®n en el sector privado?.
Para Washington, ¨¦ste va a ser el ¨²nico camino para reducir, con el esfuerzo com¨²n, la inflaci¨®n mundial, regresar a altos ¨ªndices de crecimiento y limitar los fuertes desequilibrios en las balanzas externas de los pa¨ªses. Desequilibrios que, seg¨²n Reagan, amenazan con acabar con la solidez y buen funcionamiento del sistema monetario mundial, como consecuencia del falso y continuo crecimiento de la liquidez internacional.
La pol¨ªtica norteamericana ha sido contestada, quiz¨¢ sin mucho convencimiento, por Francia, Italia y Canad¨¢, dentro del grupo de los pa¨ªses industriales, y por todo el bloque de pa¨ªses en desarrollo. Pero el Gobierno socialista de Fran?ois Mitterrand ha sido especialmente cauto en sus planteamientos. En las reuniones privadas del Comit¨¦ Interino, Jacques Delors, ministro de Econom¨ªa galo, se ha resignado a la inevitabilidad de los argumentos reaganistas. En p¨²blico, Delors ha sido duro con Washington y ha defendido la posici¨®n contraria. ?El FMI?, ha dicho Delors, ?tiene que incrementar su ayuda al Tercer Mundo, ya que sus econom¨ªas podr¨ªan colapsar sin el subsidio de los pa¨ªses m¨¢s ricos?.
El ministro italiano del Tesoro, Deniamino Andreata, ha sido, quiz¨¢, la voz m¨¢s cr¨ªtica del nuevo curso que ha adoptado Washington. El italiano, al que se ha unido Canad¨¢, ha se?alado que las dificultades de los pa¨ªses en desarrollo parten de los altos tipos de inter¨¦s en Estados Unidos y de la fortaleza del d¨®lar. Ambos hechos han provocado que muchos pa¨ªses tengan problemas para hacer frente a su encarecido endeudamiento que, si bien es cierto que ha aumentado considerablemente, no seria tan pesado con unos tipos de inter¨¦s y un d¨®lar a niveles m¨¢s razonables.
Como parece ya habitual, la posici¨®n espa?ola, expresada por el ministro de Econom¨ªa y Comercio, fue particularmente ecl¨¦ctica en la pol¨¦mica central de esta 36? reuni¨®n anual. El discurso espa?ol se qued¨® a medio camino entre un apoyo a las tesis norteamericanas (ausencia de cr¨ªtica en los tipos de inter¨¦s) y las demandas del grupo de pa¨ªses en el que estamos integrados, y con el que, aparte de la lengua, no tenemos nada en com¨²n.
No obstante, Espa?a se sum¨® al creciente n¨²mero de pa¨ªses que piden una urgente revisi¨®n de las cuotas y su distribuci¨®n dentro del FMI.
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