Rafael Dieste: el ser y el decir
Para quienes han escogido el silencio, la muerte, como fin del tiempo, es tambi¨¦n el principio de la propia voz, la justicia ante lo hecho por encima de maneras y de costumbres. El alejamiento f¨ªsico del exilio, primero, y luego el gozo del apartamiento Voluntario en esa Galicia tan querida, entre la tranquila urbanidad coru?esa y su Rianxo marinero y campesino, hab¨ªan hecho de Rafael Dieste un nombre apreciado, mas no conocido, una presencia no demasiado lejana, pero quiz¨¢ no suficientemente cerca. Y, sin embargo, Rafael Dieste era, es, va a serlo siempre desde ahora, uno de los m¨¢s grandes escritores de dos lenguas al mismo tiempo.Su magisterio -junto a los de Ram¨®n Otero Pedrayo, Eduardo Blanco Amor o Alvaro Cunqueiro- era incuestionable para cualquier intelectual gallego. Ah¨ª quedan sus relatos de Os Arquivos do Trasno, su teatro en A Festra Valdeira, sus magn¨ªficos escritos de juventud que recogiera poco antes de su muerte en Antre a Terra e o Ceo. Su obra en castellano, esas prodigiosas Historias e invenciones de F¨¦lix Muriel, los ensayos de El alma y el espejo o La vieja piel del mundo, su teatro, los poemas de ese libro sorprendente que es Rojo farol amante, debe figurar para siempre como el resultado de una escritura que era, a la vez, profunda concepci¨®n del mundo, hermos¨ªsimo sistema de pensamiento hecho con palabras, que prefer¨ªa ?arriesgar el morir? antes que ?exponer el ser a ser no ser en el decir?.
Inteligencia agud¨ªsima
Es dif¨ªcil imaginar que haya muerto Rafael Dieste, que ya no podamos estar con ¨¦l, probar otra vez su inteligencia agud¨ªsima, su discreci¨®n tan elegante, sus recuerdos tan lejos de la nostalgia. El amigo mucho mayor, que pudiera ser el padre o el abuelo, no volver¨¢ a contar su propia historia, esa historia que nace junto a su ¨ªntimo Castelao, que prosigue en sus a?os de las misiones pedag¨®gicas -cuando conoce a Carmen, su mujer, siempre fuerte y siempre cerca-, de la Junta de Ampliaci¨®n de Estudios, del teatro popular de la Rep¨²blica, de la creaci¨®n de Hora de Espa?a, con Gaya, Gil Albert y S¨¢nchez Barbudo.
Una historia que prosigue en el exilio -Argentina, M¨¦xico, Inglaterra- y que se remansa a su vuelta en la lecci¨®n de su escritura, en la delicia de su estar.
Si la historia de la literatura cierra con una fecha un par¨¦ntesis que ya conten¨ªa otra, a la espera, quienes conoc¨ªamos a Rafael Dieste perdemos a nuestro maestro y a nuestro amigo, y empezamos a comprender, entre la tristeza, a¨²n con la sorpresa de lo inesperado, de la llegada de ese momento en el que nunca quer¨ªamos pensar, c¨®mo el tiempo, tan cruel, no podr¨¢ serlo con quien le ha burlado, con quien ha preferido gustar la vida escogida antes que padecer otra m¨¢s p¨²blica, s¨ª, pero tambi¨¦n menos propia.
Permanecer¨¢ la obra para quienes se decidan a encontrar una de esas excepciones que configuran la historia de los libros. Y aqu¨ª quedar¨¢, entre nosotros, pero sin ¨¦l, a nuestro lado, pero imposible, su transparente. presencia.
Babelia
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