Muerte en N?tre Dame de Vie
Pablo Picasso muri¨® el d¨ªa 8 de abril de 1973 en N?tre Dame de Vie, la casa en donde vivi¨® los ¨²ltimos a?os de su existencia, situada en lo alto de una colina del bello pueblo de Mougins, pr¨®ximo a Niza. Jacqueline, su esposa; Garance, la encargada de la casa; Miguel, su secretario, disimularon como pudieron las dificultades crecientes que evidenciaba, un d¨ªa despu¨¦s de otro, el Picasso f¨ªsico. El Picasso pintor, en efecto, hasta que cerr¨® los ojos, no dej¨® de pintar, o de desearlo al menos.?Jacqueline: mira a ver si hay papel y pinceles?, le dijo Picasso a su esposa el mismo d¨ªa que iba a morir. Era la frase-despertador de cada ma?ana desde siempre. Jacqueline cuenta c¨®mo, durante los ¨²ltimos tiempos, el divorcio entre el cuerpo y la lucidez de Picasso se acentuaba. Pero ni un solo d¨ªa dej¨® de pintar. Para evitarle esfuerzos, Jacqueline instal¨® un ascensor destinado exclusivamente a transportar a Picasso desde la planta baja de la casa hasta el primer piso.
El pintor, nacido en M¨¢laga, muri¨® en su habitaci¨®n de N?tre Dame de Vie, rodeado de Jacqueline y de su m¨¦dico de cabecera, el doctor Stehlin. Jacqueline narra as¨ª los ¨²ltimos minutos que pasaron los tres juntos y vivos: ? Los dos nos apret¨¢bamos las manos y, mientras tanto, ¨¦l le dec¨ªa al doctor: "Jacqueline es maravillosa"?.
Desde las Navidades anteriores a su muerte, el mundo entero conoc¨ªa los achaques f¨ªsicos del pintor y N?tre Dame de Vie era acechada por la Prensa de todo el planeta. Pero la vida continuaba normalmente. Picasso pintaba sin cesar y, con mucha frecuencia, hablaba de Ingres: ?Hay que pintar como Ingres. Floy Ingres lo quiere decir todo?. Jacqueline, por su parte, se ocupaba de aislarlo de la persecuci¨®n, casi obscena, de la enfermedad de Picasso por parte de la Prensa. Muy pocos d¨ªas antes de su fallecimiento, en un descuido de su mujer, descolg¨® Picasso el tel¨¦fono. Era un periodista alem¨¢n, que pregunt¨® a bocajarro: ??Ha muerto ya Picasso??. Y ¨¦l le respondi¨®: ?Est¨¢ usted hablando con el cad¨¢ver?.
Sus dos preocupaciones mayores, desde que el f¨ªsico le fall¨®, fueron Jacqueline y la pintura. A ¨¦sta le reprochaba sus esperas permanentes y su af¨¢n por silenciarle ?todo lo peor de tu vida?, dec¨ªa. Los cuadros de esta ¨²ltima ¨¦poca le obsesionaban: ?Lo m¨¢s terrible es cuando no se puede pintar?, dec¨ªa. Y otras veces, mirando sus ¨²ltimas telas, reflexionaba: ?Creo que me estoy acercando a algo que no s¨¦ lo que es. Pero, por ahora, no he hecho m¨¢s que empezar?.
Tambi¨¦n le¨ªa a lo largo de sus penosos y ¨²ltimos momentos, ?y lo peor es que, a veces, pienso?.
Esta lucha interior (en N?tre Dame de Vie nunca se vivi¨® la muerte), en momentos que se repitieron hasta el ¨²ltimo d¨ªa, no pudieron con la guasa o con la ternura de Picasso hacia Jacqueline. Una noche, poco antes de morir, esta ¨²ltima no consegu¨ªa dormir, a causa del nerviosismo. Llamaron al doctor Stehlin, que la calm¨®. Y Picasso, que tambi¨¦n estaba acostado y maltrecho, revivi¨® tranquilamente, y le dijo al m¨¦dico, en broma: ?Esta noche quiz¨¢ hagamos un ni?o. Desde siempre, yo, lo he deseado, pero t¨² ya sabes que Jacqueline, desde que tuvo a su hija Catherine, no puede?.
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