El laberinto burocr¨¢tico
1. Los funcionarios trabajan poco (entre otras razones) porque cobran poco. La Administraci¨®n paga poco a sus funcioniarios porque (entre otras razones) es poco lo que trabajan. Con todas las "?excepciones que se quiera, este C¨ªrculo vicioso es un o de los problemas m¨¢s graves que tiene planteada la funci¨®n p¨²blica espa?ola, y mientras no se rompa de alguna, manera, resulta dif¨ªcil imaginar un progreso en nuestra Administraci¨®n. Pero como a¨²n es m¨¢s dif¨ªcil romper el c¨ªrculo, la soluci¨®n a la que, se ha llegado, por parte de una y de otros, es dejar las cosas como est¨¢n.Los funcionarios han terminado acomod¨¢ndose a esta situaci¨®n y van sobreviviendo a base del pluriempleo y otros, ardides.. Y la Administraci¨®n, por su parte, tambi¨¦n se acomoda, tolerando, un rendimiento m¨ªnimo. (y en el fondo, muy costoso),de los servicios, al que los ciudadanos se han resignado: S¨®lo alguna vez muy de tarde. en tarde cuando estalla esc¨¢ndalos como el de Ia colza, repara la opini¨®n p¨²blica en las, deficiencias habituales de los servicios p¨²blicos, siendo as¨ª que lo ¨²nico sorprendente es que no pasen cosas de ¨¦stas cada, d¨ªa (que, en realidad, pasan, aunqtie sin muertes).
?C¨®mo romper entonces el c¨ªrculo? Desde el punto de vista, de los funcionarios, la soluci¨®n es sencilla: que pague la.Administraci¨®n y, trabajaremos m¨¢s. Pero la Administraci¨®n duda de la sinceridad de la promesa y adem¨¢s entiende que el endeudamiento provocado; por la operaci¨®n ser¨ªa irresistible.: En definitiva, considera que los ciudadanos prefieren pagar. menos impuestos y no ser servidos, a lo contrario. El consumido est¨¢ m¨¢s contento pagando ochenta, pesetas por un kilo de pan de ochocientos gramos, que cien pesetas por un kilo de pan de mil gramos. Misterios de la psicolog¨ªa y de la resignaci¨®n.
Lo ¨²nico, que cabe entonces es dejar las cosas como est¨¢n, esperando alg¨²n acontecimiento traum¨¢tico o milagros que resuelva el problema no sabemos c¨®mo. Y mientras tanto -es decir, hasta el final de, nuestros d¨ªas- ir tirando, que es la consigna.
2. Existen personas, sin embargo , que no se resignan tan f¨¢cilmente, por considerar que no vale la pena gobernar con el ¨²nico objetivo de administrar la rutina. Veamos entonces, como ejemplo, lo que puede hacer en este punto un organismo c¨®mo, el Consejo Superior, de, Investigaciones Cient¨ªficas, que dispone de m¨¢s de 10.000 millones de pesetas y de m¨¢s ,de 6.000 funcionarios. Puede, por lo pronto, solicitar un aumento de sueldo, que naturalmente le es denegado por el Ministerio de Hacienda por mil razones econ¨®micas, presupuestarias y legales.
Y puede tambi¨¦n apelar a la vocaci¨®n cient¨ªfica de sus investigadores y, a la conciencia social, de sus trabajadores para que cumplan a despecho, de lo exiguo de sus retribuciones. As¨ª se ha hecho, en efecto, y podr¨ªa demostrarse que el nivel de rendimiento de este orga -nismo es muy, superior al medio de la Administraci¨®n p¨²blica. ?Pero qu¨¦ sucede con los que no colaboran, con los que no trabajan, que tambi¨¦n los hay, aunque,sean pocos? Tolerarlo es inadmisible, aunque s¨®lo sea por la desmoralizacion que producir¨ªa entre los cumplidores que son cabalmente quienes mas reclaman la disciplinaria tanto por ellos mismos como por la imagen del CSIC, como, y sobre todo, por el deber de servir a la sociedad.
Reacci¨®n de funcionarios y sindicatos
Iniciada una pol¨ªtica de control de asistencia y puntualidad a las oficinas y laboratorios (un paso peque?o ciertamente,: pero requisito previo, para el Control de, la eficacia, que es lo importante) resulta que algunos funcionarios y algunos sindicatos han reacci¨®nado violen tamente por considerar que: a) No se puede exigir disciplina mientras no se pague mejory por adelantado, b) El trabajo cient¨ªfico no, es mensurable con un reloj de entrada y salida, puesto, que, requiere una condiciones de libertad creadora que nada tienen que ver con la disciplina mec¨¢nica. c) En ¨¦l fondo se trata de medidas de represi¨®n contra los trabajadores de las categor¨ªas inferiores puesto, que la experiencia demuestra que las sanciones terminan recayendo siempre en los de abajo; y d) Es in¨²til acometer medidas parciales de reforma mientras no se aborden, al estilo de la justicia social, la democracia, la eficacia de la Administraci¨®n, la pol¨ªtica cient¨ªfica, el equilibrio ecol¨®gico, el Estado de las Autonom¨ªas, la habilitalidad de las grandes ciudades y tantos otros que a¨²n quedan pendientes. Ni que decir tiene que el argumento b) es esgrimido predominantemente por los cient¨ªficios m¨¢s exquisitos, y el c), por los sindicatos m¨¢s sensibles. Unidos todos en los otros puntos contra el enemigo com¨²n.
La fuerza de estos a argumentos es enorme. El primero apunta al c¨ªrculo vicioso, ya descrito, del, que precisamente, sin embargo, se intenta salir. El segundo invoca. tradiciones muy respetables, y queridas por los espa?oles, aun pasando por alto, bien es verdad, que los mejores laboratorios del mundo tienen una disciplina flexible, pero rigurosal que, permite saber en cada momento qu¨¦ es lo que est¨¢ haciendo cada investigador a lo largo de su jornada laboral El tercero se apoya en la corrupci¨®n del pasado, renunciando a los intentos de progreso. Y el cuarto, en fin, aplasta por el peso de su propio enunciado. Sin que tampoco se pueda contar con apoyos externos, puesto que la opini¨®n p¨²blica est¨¢ resignada, la disciplina de los ministerios deja mucho que,desear y las, leyes y reglam¨¦ntos, abogados, tribunales, y pr¨¢cticas administrativas parecen hechas para garantizar el mantenimiento de la situaci¨®n y para evitar que un exceso. de rigor ponga las cosas peor que est¨¢n, que bastantes problemas tiene ya, sin ello, el pa¨ªs.
Sea como fuere, en el CSIC se ha iniciado un experimento cient¨ªfico, peque?o, desde luego, pero excitante para un investigador. ?Qu¨¦ va a resultar de aqu¨ª? Quienes propenden a la dramatizaci¨®n pronostican, un movimiento que terminar¨¢ derribando al presidente, al guacil alguacilado. Los m¨¢s sensatos prev¨¦n que no pasar¨¢ nada, que, transcurrido un tiempo cesar¨¢n estos afane redentores y que las cosas seguir¨¢n como antes, expediente disciplinario m¨¢s menos, com¨® ha sucedido siempre hasta ahora. Probablemente as¨ª sea, en efecto, y todo se quede en una aparatosa tempestad en vaso de agua.
Pero tambi¨¦n hay quien piensa que ha llegado el momento de romper por sitio y de empezar alguna vez, aunque sea tan modestamente, a afrontar los problemas, cada uno en la esfera de sus posibilidades, por peque?as que sean. El tiempo dir¨¢ quien tiene raz¨®n. Si en un momento de esperanza, democr¨¢tica, de crisis econ¨®mica y de llamada de atenci¨®n a la sociedad sobre la necesidad de la investigaci¨®n, no se emprenden tareas como . ¨¦stas ?para cu¨¢ndo vamos a dejarlas?
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