Cada pa¨ªs miembro debe afrontar por s¨ª solo el incremento del gasto militar
Hemos pasado revista someramente a los compromisos que adquir¨ªa Espa?a en cuanto a las l¨ªneas generales que deber¨ªan inspirar su pol¨ªtica de defensa y que, en cierto modo, supone que las mejores unidades estar¨ªan incluidas en los esquemas aliados para la defensa de Europa occidental y no para necesidades estrictamente nacionales, como el norte de Africa, por ejemplo.La primera cuesti¨®n que se puede plantear es c¨®mo financiar el esfuerzo militar que pronone la Alianza.
La Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte no dispone de fondos para ello. En principio, la OTAN tiene s¨®lo dos presupuestos: el estructural, para el pago de los gastos de mantenimiento de la propia organizaci¨®n en cuanto tal tanto en el plano civil como en el militar (unos 75 y 350 millones de d¨®lares, respectivamente en 1981), que pagan mediante cuotas diferentes los pa¨ªses miembros, y el llamado presupuesto de infraestructura com¨²n (comunicaciones, oleoductos, dep¨®sitos, aer¨®dromos, instalaciones para misiles, gastos originados por las tropas norte am erican as estacionadas en la RFA). Este presupuesto, calculado para el quinquenio 1980-1984, se eleva te¨®ricamente a unos 5.000 millones de d¨®lares (un 85% m¨¢s que en el per¨ªodo 1975-1979). Seg¨²n algunos expertos, la elevada tasa de inflaci¨®n en Occidente puede hacer que esta cifra tenga que incrementarse en un 50%. Los fondos para infraestructura com¨²n se pagan tambi¨¦n mediante cuota (Estados Unidos, que financiaba en los a?os sesenta casi un 45% del total, pas¨® a pagar, a fina!es de los setenta, aproximadamente un 25%). La cuota espa?ola en ambos casos se calcular¨ªa teniendo en cuenta otros servicios que Espa?a podr¨ªa prestar.
Obligaciones para Espa?a
El actual esquema financiero de la OTAN implica que las previsiones contenidas en el plan de defensa a largo plazo tienen que ser sufragadas por los pa¨ªses miembros, dentro de sus presupuestos nacionales de defensa. Espa?a, al ingresar en la Alianza, asurnir¨ªa no s¨®lo el texto del Tratado, sino tambi¨¦n las directivas de defensa aprobadas ya por el Consejo Atl¨¢ntico y, entre ellas, la de mayo de 1977, seg¨²n la cual los pa¨ªses miembros har¨¢n todo lo posible para incrementar sus presupuestos nacionales de defensa en un 3% por encima de su nivel de inflaci¨®n. Es de suponer que el Gobierno espa?ol buscar¨ªa ayudas financieras para la puesta apunto de las Fuerzas Arrnadas, seg¨²n los esquemas de la Alianza, pero para ello deber¨ªa llegar a acuerdos bilaterales con otros pa¨ªses aliados (Estados Unidos y la RFA, l¨®gicamente), al margen de la OTAN.
Al esfuerzo monetario ya aludido habr¨ªa que a?adir la participaci¨®n de Espa?a en programas especiales, que se superponen a los cl¨¢sicos. Por ejemplo, Espa?a deber¨ªa participar en la compra de dieciocho aviones radares Awacs, fabricados en Estados Unidos y que cuestan aproximadamente 1.800 millones de d¨®lares. Italia, por ejemplo, participa con un 7%.
Las ¨²ltimas previsiones aliadas indican que el programa Awacs puede resultar m¨¢s caro de lo previsto, ya que la ca¨ªda del r¨¦gimen del sha, en Ir¨¢n ha hecho desaparecer un cliente de fuera que ayudaba a abaratar los costes. Por eso, los aliados europeos est¨¢n interesados en la venta de estos aviones a Arab¨ªa Saud¨ª.
En un plano estrictamente pol¨ªtico, Espa?a asumir¨ªa tambi¨¦n los acuerdos ya aprobados por la Alianza y, fundamentalmente, el comunicado del Consejo de Ministros celebrado a ra¨ªz de los acontecimientos en Ir¨¢n y en Afganist¨¢n, seg¨²n el cual la Alianza Atl¨¢ntica se compromet¨ªa a estudiar, caso a caso, el apoyo log¨ªstico a la llamada fuerza de r¨¢pido despliegue norteamericana, destinada a actuar, fundamentalmente, en Oriente Pr¨®ximo o el golfo P¨¦rsico.
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