El cuerpo momificado de santa Luc¨ªa, robado en Venecia a punta de pistola
El cuerpo momificado de santa Luc¨ªa fue robado por dos bandidos, pistola en mano, el domingo, a las nueve de la noche, en la iglesia de San Jerem¨ªas, de Venecia, cerca del canal grande. La noticia ha causado gran indignaci¨®n en todo el pa¨ªs, porque se trata de una de las reliquias m¨¢s amadas por los italianos.
Los dos bandidos, que se cubrieron el rostro con un pa?uelo gris, obligaron al p¨¢rroco, Giuseppe Manzato, y a una joven pareja en viaje de novios a tumbarse boca abajo en el suelo de losa de la iglesia. Mientras uno les vigilaba amenaz¨¢ndoles con la pistola en la mano, el otro cumpli¨® la dif¨ªcil operaci¨®n de romper el doble cristal de la urna, penetrar agazapado dentro del gran relicario y sacar a pedazos el cuerpo acartonado de la santa, conocida en todo el mundo por los milagros hechos a los enfermos de la vista.La llegada del sacrist¨¢n, que corri¨® al tel¨¦fono para llamar a la polic¨ªa, hizo que los bandidos, al salir corriendo, dejaran una parte del bot¨ªn: la cabeza de la santa, la falange de un dedo y la m¨¢scara de plata que le cubr¨ªa el rostro. Cuando llegaron los carabineros, los ladrones se hab¨ªan perdido, sin dejar huellas, en la oscuridad de los canales de Venecia.
La noticia corri¨® como una bomba. El patriarca cardenal Marco Ce se present¨® en seguida en el lugar del sacrilegio y despu¨¦s de haber orado se limit¨® a escribir de pu?o y letra en un pedazo de papel pegado con chinchetas en la puerta de la iglesia: ?Se invita a los fieles a rezar en se?al de reparaci¨®n?. Desde el p¨²lpito de aquella iglesia hab¨ªan predicado cientos de veces el papa Juan XXIII y el papa Luclani, antecesor del papa Wojtyla.
Ahora la pregunta que se hace es qu¨¦ sentido puede tener hoy, en el siglo XX, robar el cuerpo de una Santa. Mientras se espera de un momento a otro una llamada telef¨®nica de los secuestradores para conocer la finalidad del sacrilegio, se multiplican las hip¨®tesis.
La polic¨ªa pone, en primer lugar, la hip¨®tesis de un secuestro con inter¨¦s econ¨®mico. Miles de devotos est¨¢n ya telefoneando a la curia patriarcal de Venecia para decir que est¨¢n dispuestos a contribuir, si los bandidos piden dinero para devolver los huesos de la santa. Pero es tambi¨¦n esta la hip¨®tesis que m¨¢s preocupa pol¨ªticamente. ?Qu¨¦ va a suceder, se preguntan ministros, obispos y cardenales, si se abre un cap¨ªtulo nuevo de secuestros de los muertos? Se imaginan ustedes, dec¨ªa ayer un concejal de N¨¢poles, lo que pasar¨ªa si un comando robara la reliquia de la sangre de san Jenaro o el cuerpo de san Francisco de As¨ªs? ?C¨®mo va a ser posible proteger militarmente todas las reliquias de los santos de Italia??.
Pero tampoco se excluye que en este robo est¨¦ por medio la mano de la Mafia siciliana. Resulta que santa Luc¨ªa era de Siracusa, en Sicilia, y ya con Juan XXIII y con el papa Luciani, y recientemente con el cardenal Ce, patriarca de Venecia, ha habido presiones muy altas para que la santa famosa vuelva a su lugar de nacimiento. Siempre ha habido amenazas de robar a la santa. Los sicilianos, durante siglos, se han tenido que contentar con un dedo de santa Luc¨ªa, que se venera, en su iglesia de Siracusa. La leyenda cuenta que, para obtenerlo. un devoto sicillano lleg¨® a Venecia, pidi¨® al obispo el privilegio de besar el cuerpo momificado de la santa y, cuando obtuvo el permiso, en vez de darle un beso le dio un bocado, y se llev¨® el dedo escondido dentro de la boca.
Por otra parte, santa Luc¨ªa es la santa m¨¢s secuestrada de la Iglesia. Fue robada en Siracusa, en 1039, por los bizantinos; en Constantinopla, el a?o 1204, por los venecianos, y en Venecia, en 1400, nada menos que por un grupo de monjas agust¨ªnianas. Pero se trat¨® siempre de gestos de devoci¨®n. Esta vez duele el sacrilegio de las pistolas y todo lo que esto podr¨¢ arrastrar.
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