M¨¢s armas, receta de Washington ante el fracaso de la ofensiva antiguerrillera en El Salvador
, La revisi¨®n de la pol¨ªtica norteamericana en El Salvador, anunciada d¨ªas atr¨¢s por Alexander Haig, no pasa por la negociaci¨®n con la guerrilla, a pesar de la recomendaci¨®n un¨¢nime hecha en este sentido por el subcomit¨¦ de asuntos americanos del Congreso de Washington. M¨¢s armas y m¨¢s soldados sigue siendo la receta de Estados Unidos ante el fracaso de las ofensivas antiguerrilleras del Ej¨¦rcito salvadore?o.Las seguridades dadas por Ronald Reagan de que no enviar¨¢ j¨®venes norteamericanos a combatir en otros pa¨ªses no han hecho sino reafirmar la sospecha de que su Administraci¨®n pretende recurrir al Tratado Interamericano de Asistencia Rec¨ªproca (TIAR), versi¨®n devaluada de la OTAN, para crear una fuerza multinacional anticomunista que opere en Centroam¨¦rica.
En esta direcci¨®n camina el proyecto, nunca convincentemente desmentido, de unificar los ej¨¦rcitos de Honduras, El Salvador y Guatemala. Al apoyo formal que ha recibido esta iniciativa por parte del presidente Jos¨¦ Napole¨®n Duarte han sucedido luego ment¨ªs de Honduras y del canciller salvadore?o, Fidel Ch¨¢vez.
Los frecuentes encuentros entre altos responsables militares de los tres pa¨ªses han venido a confirmar por la v¨ªa de los hechos que si no una unidad de los tres ej¨¦rcitos, que parece dif¨ªcil en el terreno jur¨ªdico, s¨ª se est¨¢ planteando al menos una coordinaci¨®n de acciones, con la plena aquiescencia de las autoridades norteamericanas.
Quienes se muestran cada vez m¨¢s activos en la zona son las autoridades argentinas. El Gobierno de Buenos Aires, y muy especialmente el comandante en jefe del Ej¨¦rcito, general Leopoldo Galtieri, ha sido expl¨ªcito en su disposici¨®n de ayudar a la Junta. Esto se ha traducido ya en un pr¨¦stamo de cincuenta millones de d¨®lares para adquisici¨®n de granos y en el entrenamiento de oficiales salvadore?os. El cada d¨ªa m¨¢s desprestigiado presidente Roberto Viola se ha visto incapacitado para desmentir las ofertas de ayuda militar directa hechas por Galtieri.
La intervenci¨®n argentina en el ¨¢rea pasa tambi¨¦n por un entrenamiento de la polic¨ªa guatemalteca en pr¨¢cticas de tortura. Detr¨¢s del caso del jesuita. Jos¨¦ Luis Pellecer, que ha acusado a sus antiguos compa?eros de actividades subversivas, se encuentran t¨¦cnicas de destrucci¨®n de personalidad abundantemente utilizadas estos a?os por los servicios de seguridad argentinos.
Honduras es el segundo brazo de Washington en la zona. La intensificaci¨®n de los env¨ªos de armas a esta naci¨®n centroamericana, que desde la ca¨ªda de Somoza juega el papel de gendarme del ¨¢rea, no se explica s¨®lo por las necesidades defensivas de este peque?o pa¨ªs, en cuyo territorio no existe una guerrilla activa, como es el caso de El Salvador y, Guatemala.
"Empate militar"
Aunque las autoridades salvadore?as se niegan a aceptar que exista un "empate militar" entre el Ej¨¦rcito y la guerrilla, tal como admiti¨® el propio Haig, sus mandos castrenses opinan que para desnivelar en su favor la guerra civil ser¨ªa necesario duplicar los efectivos del actual Ej¨¦rcito, que cuenta con m¨¢s de 20.000 hombres entre soldados y polic¨ªas.
La mayor dificultad para doblar su Ej¨¦rcito viene de la falta de oficiales preparados para el mando de tropas. S¨®lo la colaboraci¨®n de ej¨¦rcitos extranjeros podr¨ªa resolver esta carencia. Pero el dato tal vez m¨¢s peligroso de la escalada militar en el escenario centroamericano lo constituye, sin duda, la amenaza norteamericana, cada d¨ªa m¨¢s expl¨ªcita, de recurrir a un bloqueo naval de Cuba y Nicaragua para cortar el env¨ªo de armas a la guerrilla salvadore?a. Esto ha hecho que ambos pa¨ªses hayan decretado la alerta general de sus Fuerzas Armadas.
En Managua se recuerda un reciente planteamiento hecho por el ministro de Exteriores, Miguel D'Escoto, al subsecretario de Estado norteamericano, Thomas Enders: "Estados Unidos sabe perfectamente que el 90% de las armas que entran en El Salvador lo hacen por Honduras. ?Por qu¨¦ no se dedica su Gobierno a tomar medidas en este pa¨ªs, en lugar de hostilizar permanentemente a Nicaragua?".
El riesgo de una confrontaci¨®n global en la zona no lo descarta hoy ning¨²n observador. El hecho de que Estados Unidos descarte la intervenci¨®n directa por ahora no tranquilliza a nadie. Los mismos recelos que han despertado en Europa las referencias de Reagan a una posible guerra nuclear limitada al escenario europeo suscitan en Am¨¦rica los proyectos estadounidenses de controlar Centroam¨¦rica utilizando ej¨¦rcitos combinados de terceros pa¨ªses. Que no haya muertos norteamericanos parece, ser el ¨²nico temor de un Ronald Reagan que cada vez parece m¨¢s dispuesto a una guerra de disuasi¨®n.
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