Marginaciones, dimisiones y opciones en la pol¨ªtica espa?ola
Si uno se conforma con leer algunas informaciones de Prensa forzosamente cotidianas, y en escuchar los boletines de radio casi preparados en tiempo real (la televisi¨®n cuenta menos en todo esto), parecer¨ªa como si los acontecimientos pol¨ªticos de las ¨²ltimas semanas fueran el triste resultado de mediocres ambiciones, de pugnas entre bander¨ªas desorientadas, o tal vez el fruto amargo de revanchas por anteriores y rec¨®nditos episodios personales.Pero las apreciaciones de esa naturaleza me parece que no pasan de tener un car¨¢cter muy circunstancial, e incluso me atrever¨ªa a calificarlas de superficiales. Lo que a mi juicio hay verdaderamente importante en la reciente ascensi¨®n de Calvo Sotelo a la c¨²spide del poder en su propio partido es el firme y calculado prop¨®sito de asentar s¨®lidamente la derecha.
La aplicaci¨®n de un m¨¦todo an¨¢logo al de La elite y el poder -aquel libro del c¨¦lebre soci¨®logo norteamericano Wright Milis- nos dar¨ªa, en un an¨¢lisis pormenorizado, muchas claves del proceso al que me refiero. Pero en el corto espacio de un art¨ªculo como ¨¦ste habr¨¦ de limitarme a una revisi¨®n m¨¢s bien esquem¨¢tica de lo que est¨¢ sucediendo y de por qu¨¦ est¨¢ sucediendo. Ante todo, veamos los hechos.
El primer movimiento importante ha sido la marginaci¨®n de los socialdem¨®cratas de UCD. En pol¨ªtica hay muchas formas de prescindir de determinadas personas, y la m¨¢s implacable es no incluirlas en el c¨ªrculo interno del partido, pues quien est¨¦ al margen de ese sancta sanctorum -que en UCD no es ni el Consejo Pol¨ªtico ni el Comit¨¦ Ejecutivo- no existe a la hora de decidir; es un convidado de piedra, guste o no guste. Y lo mejor que en tales circunstancias puede hacerse -como hizo Fern¨¢ndez Ord¨®?ez- es marcharse.
Pero luego, est¨¢ la lucha dentro del c¨ªrculo interno. Y en este caso, los acontecimientos nos han mostrado c¨®mo la derecha de UCD, tras desembarazarse de los socialdem¨®cratas -los que dentro de ella quedan con ese nombre son meros cargoadictos-, procedi¨® casi inevitablemente a prescindir de cualquier otra presencia de mayor o menor progresismo. Eso es lo que en ¨²ltima instancia representa la salida de Adolfo Su¨¢rez, Porque ante tanta lucubraci¨®n cuando menos farisaica, est¨¢ llegando la hora de preguntarse seriamente. con Calvo Sotelo en la presidencia del Gobierno en 1977, ?se habr¨ªa conseguido el pacto constitucional, o m¨¢s bien se habr¨ªa preferido retocar las leyes fundamentales del r¨¦gimen anterior? Pero a¨²n m¨¢s f¨¢cil que contestar a una pregunta as¨ª es apreciar c¨®mo determinados poderes f¨¢cticos ven con mejores ojos a Calvo Sotelo. Y no s¨®lo se trata de fuerzas internas, sino tambi¨¦n exteriores. Desde Washington DC, capital del imperio, nunca pudo contemplarse emocionadamente la visita de Su¨¢rez a Fidel Castro en Cuba, ni la entrevista del entonces presidente del Gobierno con Yasir Arafat, ni el hecho de que, sin dar mayores explicaciones, se pospusiera sine die toda decisi¨®n sobre la OTAN, ni que Espa?a fuera naci¨®n observadora en la Confederaci¨®n de no Alineados. Con las perspectivas de hoy, tales actitudes son m¨¢s significativas, y tal vez ahora ni siquiera se las permitir¨ªan algunos socialistas, de estar en el Gobierno.
Tercer episodio. Hecha ?la paz? dentro de UCD a base de marginar y dimisionar, desde las m¨¢ximas alturas del Gobierno y con procedimientos bastante expeditivos, todos sabemos cu¨¢l puede ser el siguiente paso: una nueva ley electoral, que a nivel nacional y de los municipios fomente el bipartidismo ?natural?, escor¨¢ndolo manifiestamente a la derecha. Con ese nuevo instrumento y con posiciones muy firmes para la ?nueva UCD? dentro de RTVE, las elecciones podr¨ªan convocarse en el mejor momento.
Ante una estrategia como la esquematizada -que ofrece pocas inc¨®gnitas-, el que pueda haber un entendimiento subyacente UCD-AP es algo que plantea muy pocas dudas. Aunque l¨®gicamente, por razones t¨¢cticas, ese entendimiento no aflorar¨¢ hasta despu¨¦s de las elecciones generales. Antes, ambas formaciones de la derecha querr¨ªan aprovechar a fondo las posibilidades de ser primer partido en extensas zonas rurales y en algunas urbanas. Pero despu¨¦s, ?por qu¨¦ no habr¨¢n de llegar a un acuerdo Fraga y Calvo Sotelo? ?Es que alguien piensa que Calvo Sotelo es menos de derechas que Fraga?
Y del otro lado, ?qu¨¦ va a pasar? Esa pregunta hay que hacerla ya sin m¨¢s recato. Tempus fugit. ?Hay alguien que todav¨ªa piense en la posibilidad de que Calvo Sotelo vaya a ofrecer una especie de ?pacto del Pardo?, un siglo despu¨¦s, al secretario general del PSOE, como el que en 1885 present¨® en bandeja C¨¢novas a Sagasta, para evitar la crisis del r¨¦gimen? Todo parece indicar que no. La alternancia en el Gobierno es una expresi¨®n que suena bien y con la que se suavizan las relaciones entre adversarios, siempre que quien est¨¦ en el poder sepa emplearla piadosamente. Pero que nadie se haga ilusiones. La derecha se prepara para gobernar, emple¨¢ndose a fondo a partir de 1982 o de 1983, y para ello va a recurrir a todos los medios a su alcance.
C¨®mo evitar la polarizaci¨®n
Con esas previsiones, es obligado reflexionar en estos momentos muy seriamente, para evitar que la polarizaci¨®n entre una derecha derechizada -no es redundancia- y una pretendida alternativa de poder exclusiva del PSOE, como sola voz posible ante un electorado bastante. desorientado, pueda producir nuevas erosiones abstencionistas entre muchos votantes potenciales, que ante esa disyuntiva no encuentren el espacio pol¨ªtico al que dar¨ªan su papeleta por previa convicci¨®n.
Una situaci¨®n polarizante ser¨ªa fatal para nuestro futuro pol¨ªtico. Y en ese sentido, el surgimiento de una nueva gran opci¨®n que enlace con lo mejor de la tradicci¨®n espa?ola progresista y regeneracionista, puede ser un excelente servicio c¨ªvico y pol¨ªtico para el conjunto del pa¨ªs.
Por eso mismo, dentro de esa opci¨®n revitalizadora de la democracia y ant¨ªdoto del s¨ªndrome abstencionista, a mi juicio ser¨ªa un error fiarlo todo a una conjunci¨®n de personas o grupos. Una nueva opci¨®n as¨ª tendr¨ªa que presentar un programa de buen gobierno para cuatro a?os, con un horizonte para la inversi¨®n para los cuatro a?os siguientes. Un programa en el marco de todo un conjunto de reformas administrativas, econ¨®micas y sociales, de modernizaci¨®n del Estado y de dinamizaci¨®n de la sociedad. Y, sobre todo, con una verosimilitud que convirtiese la esperanza de recuperaci¨®n en entusiasmo para la acci¨®n.
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