La fuerza y la sugerencia de Mario Maya
Entre el flamenco degradado del cabar¨¦ para turistas y el flamenco de gran escenario, menos s¨®rdido, pero m¨¢s descafeinado a¨²n que el anterior., siempre ha habido bailaores y bailaoras serios que han tratado de salvar su propia dignidad de artistas y la de su pueblo montando espect¨¢culos que, aun aceptando las reglas del juego esc¨¦nico -y para el flamenco, la m¨¢s dura es la del espectador pasivo-, permitieran que aflorara algo de la fuerza y la verdad de su tradici¨®n.Mario Maya es de los que hoy hacen mejor esta dura tarea. Su nueva versi¨®n de ?Ay! Jondo, que cierra el Festival de Danza de la sala Olimpia, como sus anteriores montajes, especialmente Camelamos naquerar, resulta una impresionante afirmaci¨®n de la identidad de un pueblo oprimido cuyas tradiciones y gritos, como las de tantos otros pueblos oprimidos, han servido y sirven de entretenimiento predilecto del opresor. El Teatro Gitano Andaluz de Mario Maya pretende, adem¨¢s, como reza su presentaci¨®n, ?hacer revolucionar la tem¨¢tica del flamenco de acuerdo con las exigencias propias de una sociedad en transformaci¨®n?, presentando los cantes y bailes ordenados alrededor de un texto po¨¦tico del granadino Juan de Loxa, que canta las miserias de la vida gitana.
?Ay! Jondo
Musica y coreograf¨ªa: Mario Maya. Baile: Mario Maya y, Carmen Cotes. Cante: Manual de Paula y Miguel L¨®pez. Guitarra y Angel Cort¨¦s y Ram¨®n Amador. Luz y direcci¨®n de escena: Roberto L¨®pez Pe?¨¢ez. Teatro Gitano Andaluz. Sala Olimpia. 17 de noviembre.
Pero si la operaci¨®n sale bien no es, desde luego, por el texto ni por el montaje esc¨¦nico -de Roberto Pel¨¢ez-, que es adecuado, pero que est¨¢ muy lejos de otros intentos de este tipo m¨¢s logrados, como aquel inolvidable Quej¨ªo de hace ya una decena de a?os, ni por algunas innovaciones coreogr¨¢ficas que Maya, que ha estudiado danza moderna en Estados Unidos, ha introducido en el baile y que a veces vienen a cuento. El espect¨¢culo resulta porque tanto Maya como Carmen Cotes son dos bailaores rotundos y excepcionales, que sirven a su arte con la seriedad y la humildad que ¨¦ste requiere de los mejores. Mario Maya, como Antonio Gades y como casi todos los que hoy salvan este baile de ra¨ªz popular, pero de escuela rigurosa y depurada, se hizo con Pilar L¨®pez, y su t¨¦cnica tiene el sello -y el buen gusto- de la gran maestra, unida a sus propias facultades, especialmente notables en la flexibilidad de sus articulaciones,que le permiten un zapateado a veces bell¨ªsimamente suave, siempre expresivo y ajeno a ese exhibicionismo vacuo, tan triste como frecuente.
La Cotes, por su Parte, con la austeridad de su vestimenta gris, sin una sola concesi¨®n a la facilidad y toda la historia de la raza gitana en sus brazos, necesita menos que nadie unos textos que resultan, en el mejor de los casos, redundantes con lo que los bailaores est¨¢n diciendo con m¨¢s fuerza y mucha m¨¢s capacidad de sugerencia.
El p¨²blico goz¨® y se entreg¨® con total entusiasmo, rindiendo homenaje tambi¨¦n con sus aplausos a la bailaora Carmen Mora, muerta tr¨¢gicamente hace pocas semanas, a quien Maya hab¨ªa dedicado la funci¨®n del pasado martes. Los cantaores Manuel de Paula y Miguel L¨®pez y los guitarristas Ram¨®n Amador y Angel Cort¨¦s cumplieron tambi¨¦n con rigor su papel.
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