Mi extra?a expulsi¨®n del Comit¨¦ Central
Han ocurrido, est¨¢n ocurriendo, hechos graves en el seno del partido comunista. Carrillo ha dicho: ?M¨¢s graves que cuando la expulsi¨®n de Claud¨ªn y Sempr¨²n ... ?. Quiz¨¢ tenga raz¨®n: sobre todo si no se logra frenar, detener, el proceso de involuci¨®n que estamos sufriendo hacia un partido tradicional, paleocomunista, en el que estamos metidos.1. ?Cu¨¢l es el problema de fondo?
Para cumplir su papel hist¨®rico en el actual per¨ªodo de la sociedad espa?ola, el partido comunista necesita modificar, renovar,. flexibilizar una serie de aspectos fundamentales de su funcionamiento, de su vida interna. No es s¨®lo un problema espa?ol. Es una exigencia con la que se enfrenta todo partido que quiera llevar hasta el fin la estra tegia, las ideas del eurocomunismo. Pero no es extra?o que en nuestro pa¨ªs, y en un partido que ha vivido cuarenta a?os de clandestinidad, con todo lo que ello implica de centralismo imprescindible y de limitaciones, igualmente imprescindibles, a la democracia, el problema revista dificultades m¨²cho mayores.
No se trata, en mi opini¨®n, de poner de lado el centralismo democr¨¢tico. Pero este concepto puede cristalizar en realidades muy diferentes. Hoy, el funcionamiento interno de un partido comunista necesita garantizar en su seno un debate pol¨ªtico y te¨®rico, transparente, p¨²blico, libre, que permita a todos los comunistas indapendientemente de opiniones diferentes, sentirse en su casa, en el partido; tener sus ideas, y al mismo tiempo cumplir las decisiones mayoritarias en la aplicaci¨®n de una l¨ªnea pol¨ªtica.
Es evidente que una discusi¨®n de ese g¨¦nero puede dar lugar a la aparici¨®n de opiniones diferentes; por tanto, de corrientes o tendencias; soy contrario a las fracciones, a las tendencias organizadas, que personalizan el debate, rebajan su contenido ideol¨®gico, empujan hacia preocupaciones de electoralismo interno. No creo que exista una f¨®rmula (al menos yo no la tengo) para responder a esta necesidad de un debate interno, incluso con tendencias o corrientes, evitando a la vez su plasmaci¨®n en fracciones organizadas. Pero los problemas no resueltos se envenenan si se intenta esconderlos, negarlos. Hace falta, pues, una actitud abierta, que permita la experimentaci¨®n, la b¨²squeda de nuevas soluciones, y no la congelaci¨®n de los m¨¦todos del pasado.
La discrepancia se considera delincuencia
Un detabe como el que preconizo pondr¨ªa fin a una de las peores tradiciones del movimiento comunista, en el que se ha tendido a considerar la discrepancia como delincuencia, y al discrepante como un culpable. A estos temas generales se agrega, en Espa?a, la tarea compleja de adaptaci¨®n a un Estado de las autonom¨ªas. Por mi parte, soy partidario de avanzar audazmente hacia estructuras federales del partido. Pero esto no es hoy el problema: las propuestas de tipo federal fueron rechazadas en el X Congreso. Lo que preconizo en las l¨ªneas anteriores no entra en contradicci¨®n con las decisiones del X Congreso.
Por tanto, el problema de ?aceptaci¨®n del X Congreso? es un falso problema; de lo que se trata es de saber de qu¨¦ forma, con qu¨¦ esp¨ªritu, con qu¨¦ objetivo, se aplican las decisiones de dicho congreso: con esp¨ªritu de integraci¨®n, de s¨ªntesis, de apertura; por tanto, de avance. 0 con esp¨ªritu de cierre y de intransigencia.
No hay barreras impermeables entre el partido y la politica de partido
2. ?Se trata s¨®lo de una concepci¨®n del partido, que deja al margen los problemas espec¨ªficamente pol¨ªticos? He votado todas las tesis pol¨ªticas del congreso; incluso fui uno de los redactores de la tesis internacional; presidente, y ponente ante el congreso, de la comisi¨®n que reh¨ªzo el proyecto elaborado y le dio su forma definitiva. Pero los textos escritos contienen ideas; luego se trata de convertirlas en realidades pol¨ªticas. Y no se puede establecer, en mi opini¨®n, una barrera impermeable entre concepci¨®n del partido y pol¨ªtica del partido.
Si queremos abordar los problemas nuevos que est¨¢n cobrando una importancia primordial en la ¨¦poca contempor¨¢nea: la defensa de la paz, el feminismo, los problemas juveniles, la ecolog¨ªa, el partido necesita establecer una relaci¨®n nueva con los movimientos sociales; reconocer que esos problemas no se van a insertar en el proceso revolucionario exclusivamente a trav¨¦s de los partidos pol¨ªticos; que ¨¦stos necesitan compartir el protagonismo, en una serie de aspectos, con los movimientos sociales. He rechazado la tesis del profesor Touraine, que, de hecho, considera caduco el papel de los partidos pol¨ªticos, y concretamente de los partidos que luchan por una transformaci¨®n socialista. Al contrario, considero que este papel podr¨ªa cobrar una importancia mayor en la ¨¦poca contempor¨¢nea. Concretamente estoy convencido que el partido comunista debe desempe?ar un papel imprescindible en los avances hacia el socialismo en Espa?a, y en Europa occidental. Pero ello exige que sea capaz de asumir una nueva forma de hacer pol¨ªtica, y para ello cambios serios en su funcionamiento.
El eurocomunismo, b¨²squeda de una tercera v¨ªa
El eurocomunismo es principalmente b¨²squeda de una tercera v¨ªa, capaz de superar la estrechez del comunismo tradicional, polarizado en torno al ?modelo sovi¨¦tico?, y la impotencia de la socialdemocracia, que h¨¢ gobernado durante largos a?os en gran parte de Europa sin haber podido evitar la gravisim a crisis que conocenuestro continente. Hace falta, encontrar otras soluciones. Pero el eurocomunismo demostrar¨¢ su necesidad, su lugar hist¨®rico, no s¨®lo a trav¨¦s de proyectos, de, concepciones te¨®ricas (aunque en este terreno es imprescindible avanzar), sino, sobre todo, logrando que los comunistas est¨¦n presentes y sepan ser protagonistas en las diversas contradicciones que se manifiestan en la sociedad contempor¨¢nea.
Por eso de la crisis del partido comunista no se puede salir volviendo al ?partido puro y duro?, a concepciones tradicionales. Carrillo ha dicho en su informe al reciente, comit¨¦ central que no es posible la s¨ªntesis ni la integraci¨®n. ?Puede una mayor¨ªa considerar que tiene respuesta a todo y que, por tanto, el papel de la minor¨ªa es obedecer y callarse? Ser¨ªa no una aplicaci¨®n, sino una caricatura del centralismo democr¨¢tico. Por el contrario, hace falta una pol¨ªtica de s¨ªntesis, de integraci¨®n, de debate, que no s¨®lo no obstaculiza, sino que estimula, favorece, fomenta una pol¨ªtica m¨¢s amplia y eficaz de ligaz¨®n con las masas y de movilizaci¨®n de ¨¦stas ante los problemas acuciantes del Pa¨ªs.
3. Pero lo m¨¢s grave del momento actual no son probablemente estos problemas de fondo, que podr¨ªan examinarse en el seno del partido, de sus ¨®rganos dirigentes, del propio comit¨¦ central, con m¨¢s tiempo y serenidad. Lo m¨¢s grave es la forma precipitada y brutal con la que se ha eliminado del comit¨¦ central a algunos de los que sustentamos, sobre estas cuestiones, y desde luego en el marco del X Congreso, opiniones diferentes a las del n¨²cleo dirigente del secretariado.
Mi opini¨®n, confirmada por la experiencia, es que exist¨ªa, al menos desde el X Congreso, una voluntad neta de Carrillo de eliminarnos antes de fin de a?o; con el argumento de que hac¨ªa falta un ?partido en orden? para abordar, en 1982, las tareas electorales.
El proceso mismo de nuestra exclusi¨®n del comit¨¦ central ha sido extra?o. No ha habido una resoluci¨®n explicando las causas de tal medida. Algunos nos reprocharon, en el debate, ?labor fraccional?; unos dijeron durante dos a?os, otros durante uno solamente... Pero la exclusi¨®n no se vot¨® por esa raz¨®n; formalmente fuimos excluidos ¨²nicamente porque nos negamos a suscribir tres o cuatro frases, que eran ?lo m¨ªnimo aceptable de rectificaci¨®n?. ?Puede ser este un criterio serio para decidir la pertenencia o no a un comit¨¦ central? Entonces, si yo fuese un poco c¨ªnico, o m¨¢s apegado a los cargos, seguir¨ªa siendo hoy miembro del comit¨¦ central. No pod¨ªamos aceptar esa ceremonia de retractaci¨®n (como la calific¨® de antemano Jaime Ballesteros en Radio Nacional en la misma ma?ana de la sesi¨®n del comit¨¦ central que nos excluy¨®), por la dignidad del partido y por la dignidad de cada uno de los acusados. ?Qu¨¦ verg¨¹enza y qu¨¦ descr¨¦dito para el PCE si la Prensa hubiese podido publicar un titular diciendo: ?retractaci¨®n de seis miembros del comit¨¦ central?!
El voto mismo de nuestra exclusi¨®n se hizo por paquete; un s¨ª en la papeleta significaba que los seis qued¨¢bamos excluidos sin dejar ninguna opci¨®n a que tal o cual miembro del comit¨¦ central desease, por ejemplo, excluir a uno y no a otro.
La cosa es m¨¢s grave a¨²n si se recuerda que, el d¨ªa anterior, cuatro miembros del comit¨¦ central hab¨ªan sido excluidos del mismo por otras razones. En dos d¨ªas, el comit¨¦ central ha quedado mutilado del 10% de sus efectivos elegidos en el X Congreso. No es peque?a cosa. Creo que hay pocos precedentes (me refiero a las ¨¦pocas r,ecientes) de m¨¦todos de este g¨¦nero en partidos comunistas. Ha sido un retorno a procedimientos anacr¨®nicos, absurdos, bochornosos.
Estas exclusiones no son m¨¢s que una parte de un conjunto de sanciones que se han extendido a otras zonas del partido. El deterio ro que est¨¢ sufriendo el PCE al canza cotas serias, y no creo que se pueda limitar a la esfera organizativa.
Los temas internacionales, en s¨ª, no han estado en el debate sobre nuestras exclusiones; y ser¨ªa absurdo que yo exagerase el significado, en el plano internacional, de mi eliminaci¨®n de la direcci¨®n del partido, concretamente como responsable de relaciones internacionales.
Pero no es posible callar el hecho de que nuestras exclusiones aumentan el peso en el partido comunista de los sectores m¨¢s aferrados a las actitudes tradicionales de simpat¨ªa y admiraci¨®n hacia la Uni¨®n Sovi¨¦tica. De ah4 mi temor de que se vaya debilitando la posici¨®n tan neta que ha caracterizado al PCE en cuanto a las relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y el Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en el ¨²ltimo per¨ªodo.
Quiero terminar este art¨ªculo con.una nota de esperanza: quiz¨¢ lo m¨¢s significativo del momento actual sea la gran amplitud (con, diversas modalidades y diversos grados) de la protesta que se levanta en el partido contra la pol¨ªtica de sanciones. Quiz¨¢ lo m¨¢s importante del ¨²ltimo comit¨¦ central no sean las exclusiones en s¨ª, sino el hecho de que un tercio de sus miembros se haya negado (votando en contra o absteni¨¦ndose) a aprobarlas; que algunos de los principales dirigentes del partido y m¨¢s ligados al movimiento obrero, como Marcelino Camacho, Nicol¨¢s Sartorius, Guti¨¦rrez Vargas y otros, al lado de intelectuales prestigiosos, como Carlos Paris, hayan intentado, frente a la intransigencia de Carrillo y del n¨²cleo duro del secretariado, buscar soluciones pol¨ªticas.
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