La intervenci¨®n del Ejercito abre un incierto par¨¦ntesis en Polonia
El golpe militar en Polonia abre un abanico de posibilidades que van desde la liquidaci¨®n del actual Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista) para reconstruir un nuevo partido comunista hasta el golpe de tipo cosm¨¦tico para tranquilizar a los aliados y tratar de demostrar una vez m¨¢s que es posible la soluci¨®n interior de la crisis polaca. La posibilidad intermedia ser¨ªa que el Ej¨¦rcito polaco se convierta en instrumento del actual partido, el POUP, que, de hecho, ha perdido el poder, para tratar de recuperarlo de alguna forma.
La detenci¨®n de algunos dirigentes comunistas del pasado, como Gierek y Jaroszewicz, no basta para demostrar la voluntad renovadora del Ej¨¦rcito, porque los detenidos son meros cad¨¢veres pol¨ªticos y su encarcelamiento puede tener la simple funci¨®n de servir de coartada para actuar contra el primer enemigo del partido: el sindicato independiente Solidaridad.Cuanto m¨¢s contemporice el Ejercito con el incompetente aparato del POUP mayores ser¨¢n los riesgos de que el golpe militar lleve al pa¨ªs a un callej¨®n sin salida. Dentro del aparato del poder, el Ej¨¦rcito polaco era, al menos hasta el pasado domingo, la ¨²nica instituci¨®n no implicada en la corrupci¨®n y el desastre. Ahora, el Ej¨¦rcito se ha manchado las manos, ha asumido la ejecuci¨®n de un trabajo sucio, del que puede salir marcado para siempre.
La actitud de la Iglesia
La actuaci¨®n militar ha sido t¨¦cnicamente perfecta, no se ha producido la temida confrontaci¨®n, ni siquiera la huelga general, s¨®lo acciones aisladas. El Ej¨¦rcito polaco ha contado con una actitud casi benevolente en la Iglesia, que, a trav¨¦s de las palabras del primado, arzobispo Jozef Glemp, ha hecho todo lo posible por aplacar los ¨¢nimos y conseguir una desmovilizac¨ª¨®n popular.
La reacci¨®n occidental ha sido muy moderada ante el golpe y se ha llegado a insinuar que los acreedores de Polonia, los bancos occidentales, ve¨ªan en la intervenci¨®n militar o en la invasi¨®n sovi¨¦tica la mejor garant¨ªa de recuperar sus deudas. Algunos pol¨ªticos occidentales de reconocido prestigio, como Willy Brandt y Bruno Kreisky, hace tiempo que hab¨ªan dicho que lo que ten¨ªan que hacer los polacos era afrontar la cantidad de trabajo necesario en cada sociedad para el mantenimiento del orden social.
En Polonia se hab¨ªan creado las condiciones objetivas que ahora han llevado a los militares a asumir completamente el poder. En este juego, el sindicato independiente Solidaridad lleva una buena parte de culpa.
En solo un a?o de existencia, Solidaridad sufri¨® un proceso importante de descomposici¨®n, con luchas internas, personales y pol¨ªticas, aceleradas en las dos fases del congreso del sindicato en septiembre y octubre.
Esta divisi¨®n interna de Solidaridad hizo imposible cualquier tipo de acuerdo, de contrato social, al que tambi¨¦n se opon¨ªan del otro lado los sectores reaccionarios del POUP, contra los que no est¨¢ claro que vaya a actuar el Ej¨¦rcito polaco.
En la actual ceremonia de la confusi¨®n de Polon¨ªa queda la figura de Lech Walesa en una situaci¨®n todav¨ªa menos clara desde la madrugada del domingo. Walesa puede, en la situaci¨®n actual, convertirse en m¨¢rtir popular o representante del amarillismo, en el Judas que vendi¨® al movimiento sindical independiente polaco, si entra en el juego de dar el apoyo pedido por los militares. Lo m¨¢s probable es que Walesa se mantenga en esa zona ambigua en que se mov¨ªa desde hace tiempo, al amparo de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, con la diferencia de que la Iglesia polaca se considera una instituci¨®n milenarla y los trabajadores exigen una respuesta hoy mismo.
Los militares han podido aprovecharse del cansancio evidente de la poblaci¨®n polaca, rendida materialmente por la dif¨ªcil lucha por la vida cotidiana. Los militares polacos pueden llegar incluso a conseguir un cierto apoyo, gracias al capital de credibilidad acumulado por el Ej¨¦rcito.
Polonia es un pa¨ªs que tiene una larga tradici¨®n de lucha por la libertad, pero pr¨¢cticamente ninguna experiencia de tipo democr¨¢tico, a no ser que los nost¨¢lgicos quieran remontarse a los tiempos de la primera Constituci¨®n, que pr¨¢cticamente nunca tuvo vigencia. El problema para los militares empieza ahora, cuando tengan que decidir qu¨¦ hacer con un poder que han tomado pr¨¢cticamente sin resistencia.
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