Las derechas
El liberalismo, que era una cosa avanzada en el siglo XIX (los liberales eran progres con chistera), ha venido a ser la piscifactor¨ªa de los partidos de derechas, de modo que primero se monta una cadena de pubs liberales, apol¨ªticos, c¨ªvicos, sociol¨®gicos, con billares para las carrozas y tenis para los tecnoejecutivos, y luego, cuando haga falta -ahora, ya-, Antonio Garrigues-Walker llena de tenistas y carrozas liberales el partido del Gobierno, o sea, la uced¨¦, que se est¨¢ vaciando por todas partes, mayormente por las cintas del corpi?o de Carmela Garc¨ªa Moreno, que se le han soltado todas, y por los zapatos agujereados de Rubempr¨¦/Rastignac, o sea, del duque de Su¨¢rez, que les est¨¢ contando su vida a Balzac y Carlos Ollero en su penthouse pol¨ªtico de Antonio Maura.Clavero Ar¨¦valo, que se sali¨® bizarramente de la uced¨¦, ahora se va a unir a Fraga/Andaluc¨ªa en el western sure?o Dos cabalgan juntos, un Curro Jim¨¦nez sin Sancho Gracia que les est¨¢ filmando la Prensa de provincias comprada/ auspiciada por AP. El liberalismo, que trasanta?o era lo m¨¢s que se pod¨ªa ser, ha venido convirti¨¦ndose con el tiempo en un Liceo franc¨¦s donde nadie sabe franc¨¦s y cada d¨ªa hay m¨¢s liberales, desde que a aquella Rep¨²blica liberal la llamaron roja, s¨®lo porque Aza?a iba m¨¢s al Ateneo que a misa. Luego vendr¨ªan los falangistas liberales para ponerle correaje a la estatua de la libertad.
El liberalismo, en este otro fin de siglo (el anterior parece que fue ayer, y ya digo que Balzac est¨¢ en Antonio Maura tomando notas del natural para su Comedia Humana), el liberalismo se ha convertido en un diletantismo, en un se?oritismo, en un amateurismo, y yo prefiero el pol¨ªtico o escritor mediocre, pero profesional (o sea, comprometido a muerte con lo que hace), al aficionado genialoide, que cualquier d¨ªa puede dejar la m¨²sica por la danza, la acuarela por el Orfe¨®n Donostiarra y el liberalismo por Calvo-Sotelo. Antes, el que no era nada era rentista. Ahora es liberal, que parece una manera m¨¢s fina de decirlo, pero el liberal autotitulado tampoco renuncia a sacarle su rentabilidad a eso de ser un hombre libre, y ahora van a ser libres por cuenta del Gobierno. Llevar derecha a la derecha, llevar calvosotelismo a la Moncloa ser¨ªa como llevar bacalao a Escocia, modernas a Montera o colza a Coslada. A la derecha no se le puede vender m¨¢s derecha, y de ah¨ª el plural invento de venderle liberalismos, centrismos y mininacionalismos a un Gobierno que lo compra todo a la baja, aunque sea para subastarlo luego en Dur¨¢n, como ese Goya que no ha querido nadie, porque a Revello de Toro le sale igual y encima no es francmas¨®n. Antonio Garrigues-Walker desde Wall Street, Clavero Ar¨¦valo desde el rascacielos de la Giralda y Fraga desde todas partes (que don Manuel es ubicuo), aunque. mayormente desde el caballo del Ap¨®stol, est¨¢n enviando a la Moncloa petrod¨®lares morales, las tierras del se?orito (los Alba venden hect¨¢reas de historia entre sus, colonos), votos nacionalsevillanos, empanadas de lamprea, capitalismo salvaje, reformismo conservador, mesas de billar, raquetas de tenis y art¨ªculos de deporte en general para los Mundiales de las elecciones o idus de marzo, que nadie sabe en qu¨¦ mes caer¨¢ marzo.
A ver. Hay que amueblar la Moneloa ideol¨®gicamente con algo m¨¢s que el piano Hammond del presidente; pero el fen¨®meno general hoy en el mundo es que la derecha compra derecha, siempre que se la llame de otra forma, porque va siendo ya el pecado que no se atreve a decir su nombre. Garrigues vende fair play. Fraga vende fuerza. Su¨¢rez vende centro. Don Leopoldo, que est¨¢ poniendo piso, compra de todo. Ha comprendido que a base de misal N¨¢car/ Columga y piano de tres notas no se puede gobernar con un solo dedo.
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