La Prensa y el Ej¨¦rcito
La p¨ªcara Prensa nos tiene en la situaci¨®n en que nos encontramos; esos peri¨®dicos son la causa de nuestros males. Aqu¨ª no debiera haber m¨¢s peri¨®dicos que La Gaceta, el BOE, y public¨¢ndose una vez al mes.Esto se dec¨ªa y a¨²n se dice, no mereciendo los honores de la protesta. No obstante, todos, hombres y mujeres, j¨®venes y viejos, civiles y militares, cl¨¦rigos y seglares, "acuden a ella encontr¨¢ndola muy buena, tal como es, cuando defiende sus personas e intereses por estar comprendidos en los generales del pa¨ªs: muy mala, execrable, cuando les atacan al defender otros m¨¢s justos; cuando combate lo que, siendo malo, deseamos que impere; cuando pone al descubierto nuestras faltas y cuando sirve al pa¨ªs en general, tratando de impedir que se perpet¨²en injustos privilegios".
Este es el concepto que tiene la mayor¨ªa de la gente acerca de la Prensa, concepto que, como vemos, var¨ªa seg¨²n las circunstancias.
La Prensa da lo que tiene, que generalmente es bueno, y da tambi¨¦n, a veces, art¨ªculos y noticias deleznables, pero que agradan a alg¨²n sector de los lectores.
Claro es que ser¨ªa preferible que s¨®lo diera lo bueno, pero no es perfecta, vive entre nosotros, por nosotros y para nosotros, no pudiendo sustraerse a los males que padecemos y a los vicios ancestrales.
Cuando oigo a tantos y tantos decir y pregonar que la Prensa no debe opinar sobre las FAS (esto, y no otra cosa, pontific¨®, en resumen, el famoso manifiesto de los cien) o sobre tal o tal otra cosa, siento escalofr¨ªos.
"El sistema, muy generalizado, de tapar, de no o¨ªr, de ocultar faltas o defectos, ya vengan por nosotros, ya se produzcan por causas ajenas a nuestra voluntad, no puede conducirnos m¨¢s que a nuestro descr¨¦dito y a la ruina de la naci¨®n.
Nos es necesario, para sanarnos, descubrir nuestras llagas, estudiar bien su naturaleza y aplicar con valent¨ªa y resoluci¨®n los remedios necesarios para su curaci¨®n".
En todas las sociedades y ej¨¦rcitos, en todos los individuos, coexisten en abigarrada multitud, vicios diversos y virtudes varias. A¨²n m¨¢s dir¨¦; aquellos ej¨¦rcito que se nutren de la savia nacional, que no son mercenarios, son fiel reflejo de vicios y virtudes del pa¨ªs de origen, al que sirven.
No hay, pues, que alarmarse de que se se?alen defectos, antes bien deber¨ªamos alegrarnos porque ello nos llevar¨ªa a ver los hombres tal como son, y no como desear¨ªamos que fueran.
La resoluci¨®n de los m¨¢s arduos problemas arranca, como principio y fundamento, de la adquisici¨®n de datos seguros, fidedignos, desechando ficciones, porque luego el c¨¢lculo las pondr¨¢ de manifiesto, y cuando no, conducir¨¢ a una soluci¨®n incorrecta que el choque con la realidad pondr¨¢ en el banquillo haci¨¦ndola inservible; pero entre tanto habr¨¢se entorpecido la visi¨®n del problema alterando los datos y complicando la situaci¨®n.
Que la Prensa hable
La Prensa espa?ola, y muy en especial los grandes diarios, tienen una acreditada ejecutor¨ªa de ponderaci¨®n y de buen hacer period¨ªstico. Pretender que no echen su cuarto a espadas o a cualquier otro palo de la baraja, par¨¦ceme absurda-pretensi¨®n sobre constituir, como llevo apuntado, un error flagrante, y ello sin llegar a pensar que fuera el veto interesada actitud de unos pocos.
Nadie debe olvidar que peri¨®dicos y revistas, radio y televisi¨®n, forman parte hoy de lo que se llaman ciencias de la informaci¨®n. ?Habr¨¢ alguien que les niegue su derecho a informar?
Hable, pues, en buena hora la Prensa. Hable y pidamos que lo haga con verdad, y a¨²n a?adir¨ªa con justicia y con necesidad. Hable y diga, por ejemplo, que "para poner el Ej¨¦rcito en condiciones de realizar su misi¨®n, para que sea fuerte, para que responda a lo que el pa¨ªs debe esperar, hacen falta elementos"; a mayor abundamiento, dij¨¦ralo don Manuel Aza?a en un famoso discurso.
"Pero hace falta a¨²n m¨¢s, voluntad, energ¨ªa, trabajo y perseverancia de todos, civiles y militares.
Mas no nos enga?ernos, no nos disculpemos con la escasez de recursos; con ellos puede remediarse algo, pero no todo, ni siquiera una parte importante.
Necesitamos otra cosa; necesita el Ej¨¦rcito m¨¢s, necesitamos que el pa¨ªs nos d¨¦ su calor, su vida, su consideraci¨®n y respeto, siquiera para nuestros sacrificios, para nuestras desgracias, que son las suyas, para sus primeras v¨ªctimas, que en todas las ocasiones habremos de ser nosotros".
Hable la Prensa.
Y plugiera al cielo que cual nuevo Marcos de Ysaba acertara a hilvanar un redivivo Cuerpo enfermo de la milicia espa?ola que fuera por prop¨®sito sustancia y claridad de exposici¨®n un toque de clar¨ªn que despertara a todo nuestro Ej¨¦rcito.
Hable la Prensa en buena hora y vean los p¨²blicos poderes de ir tomando notas, analizando situaciones, cotejando referencias, pues si no es l¨ªcito achacar todos los males de la Patria al Ejecutivo, tampoco es, a fe m¨ªa, aceptable considerar que cuando en p¨²blicos papeles se se?alan deficiencias, todo es puro dislate, fals¨ªa, conjuraci¨®n judeo-mas¨®nica, innoble designio.
?Formalidad, se?ores!, pues, aunque ciertamente no es el Ej¨¦rcito el villano de la comedia, distamos mucho de ser, d¨ªganlo si no mis compa?ergs, no ya un Ej¨¦rcito moderno-modelo, ni a¨²n uno medianamente organizado.
Todos los respetos, y a¨²n m¨¢s, para este Ej¨¦rcito, esta Patria en crisis, pero simult¨¢nea, paralelamente, bueno ser¨¢ plantearse las l¨ªneas maestras de la nueva organizaci¨®n e ir adoptando, con diligencia, decisiones coherentes. Bueno ser¨¢ tambi¨¦n considerar que las lealtades de ayer no eximen de lealtades de hoy.
Y conveniente adem¨¢s ser¨¢ recordar a tirios y troyanos, aqu¨ª y ahora, que los males no se producen espont¨¢neamente; que siempre hay agentes que determinan su presencia y aventan su semilla, y que. para la aparici¨®n de los males es indispensable que una tal semilla caiga sobre terreno a prop¨®sito para la germinacion y tenga calor suficiente para su desarrollo, am¨¦n de condiciones que permitan sazonar el fruto.
Y lanzado a una tal defensa cr¨ªtica de la Prensa, quisiera dedicar las ¨²ltimas palabras de esta ya prolija disquisici¨®n sobre ella a mis compa?eros de armas.
A mis compa?eros de armas
A ti, compa?ero, te dir¨ªa, te digo: Es bueno que leas la Prensa; extrav¨ªa en ocasiones, pero siempre ilustra.
Procura leer peri¨®dicos de matices diferentes; uno solo, te ense?ar¨¢ a pensar con ¨¦l, o a no pensar, que es m¨¢s c¨®modo, haci¨¦ndote creer tuyo lo que otros piensan y exponen.
La lectura de varios, te har¨¢ ver sus contradicciones y diferencias de apreciaci¨®n, sus juicios apasionados, sus entusiasmos y menosprecios para las mismas personas y cosas, y del contraste de todo ello, de los antecedentes de la cuesti¨®n y del ambiente que respires, formar¨¢s concepto exacto o, en cualquier caso, m¨¢s aproximado que si te conformares con una opini¨®n, por buena que sea, de tu peri¨®dico predilecto.
F¨ªjate que en todo esto, poco, O nada he dicho de pol¨ªtica. Nada m¨¢s peligroso para la naci¨®n y para el mismo Ej¨¦rcito que ver a sus individuos mezclados en luchas pol¨ªticas.
El menor mal que causa es destruir la disciplina y rebajar la subordinaci¨®n, bases fundamentales de su existencia. Para nosotros no puede haber m¨¢s pol¨ªtica que la que explicita como misi¨®n ¨¦l art¨ªculo 89 de la Constituci¨®n vigente: "Garantizar la soberan¨ªa e independencia de Espa?a, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
Posdata. Pudieran agudos lectores catar un cierto a?ejo sabor en cuanto queda indicado. Dir¨¦les entonces que las ideas y aun p¨¢rrafos enteros de lo expuesto fueron plasmados por escrito entre 1897 y 1902 por don Niceto Mayoral y Zald¨ªvar, coronel director que fue de la Academia de Infanter¨ªa y t¨ªo abuelo de mi padre.
Y yo, el secretario (a ochenta a?os vista), de ello doy fe, y suscribo cuanto dej¨® dicho.
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