Extravagante actuaci¨®n del alcalde del pueblo salmantino de Larrodrigo
Los concejales de Larrodrigo (Salamanca) reclaman y esperan desde hace dos a?os el cese de su alcalde para que el Ayuntamiento vuelva a ponerse en marcha y el pueblo pueda funcionar de nuevo como otro cualquiera. Desde el verano de 1979, acusan a Miguel Vicente, ante UCD, el Gobierno Civil y otros organismos, de haber paralizado las actividades de la Corporaci¨®n, de actuar en contra de los intereses de los vecinos y de haber cometido delitos que deber¨ªan imposibilitarle para seguir ocupando su puesto.
Los concejales del pueblo salmantino de Larrodrigo afirman que el gobernador ha retirado al alcalde las llaves del Ayuntamiento y ha enviado el caso al juzgado, el fiscal se ha ocupado de su procesamiento por desobedecer a la primera autoridad provincial y UCD le ha expulsado en dos ocasiones. El jueves pasado, el alcalde acept¨® en Magistratura pagar al alguacil su sueldo de veinte meses.El resto de la Corporaci¨®n acusa a su alcalde en un escrito que envi¨® al gobernador de: "Vivir casi al margen de la ley", de tener un car¨¢cter "violento y provocador", de "blasfemo y difamador". Explican c¨®mo el alcalde se apropi¨® de dinero del Ayuntamiento y califican su actuaci¨®n de "anormal y delictiva". A?aden que, pese a los requerimientos del gobernador, no ha convocado plenos desde hace dos a?os y se ha negado a pagar a los funcionarios. Le responsabilizan de no cobrar los impuestos y de detener la contabilidad y los presupuestos.
Adem¨¢s, los concejales se refieren al desagrado con el que el pueblo ve continuamente el nombre de su representante en el Bolet¨ªn Oficial de la provincia como sujeto de embargos, y a sus manifestaciones p¨²blicas diciendo que es el amo del pueblo. Junto a otras acusaciones, el escrito recoge tambi¨¦n la protesta por la utilizaci¨®n del tel¨¦fono del Ayuntamiento, del correo oficial y del agua en beneficio propio y sin control.
Cuatrocientos habitantes
Larrodrigo es un peque?o pueblo de casi cuatrocientos habitantes. Como resultado de las elecciones municipales se encontr¨® con un alcalde y tres concejales de UCD y otros tres ediles independientes. "Entonces no se hab¨ªa descubierto c¨®mo era Miguel Vicente", manifiesta uno de ellos, y "en los pueblos no hay partidos, casi todos votaban a esa candidatura por otros". Cuando comenzaron los enfrentamientos con el alcalde, "porque ya a los dos meses quer¨ªa que funcion¨¢ramos bajo sus ¨®rdenes", decidieron apuntarse todos a UCD."En el partido, cuando fuimos a protestar del alcalde, nos dejaron entrar, pero para tener m¨¢s fuerza, nos afiliamos". Seg¨²n estos concejales, UCD expuls¨® a Miguel Vicente, pero ¨¦ste se benefici¨® de la amnist¨ªa del congreso de Palma. "UCD es el partido m¨¢s incivilizado y el m¨¢s irresponsable, porque nos atiende, pero no nos soluciona el problema". El comit¨¦ de disciplina de UCD de Salamanca se reunir¨¢ para tratar el caso y nos han asegurado que, aunque Miguel Vicente tiene todav¨ªa unos d¨ªas para recurrir contra el expediente, ellos no le van a dejar volver, diga lo que diga Madrid".
Los concejales, el alguacil, el juez de paz y el secretario, que luchan para poder trabajar en beneficio del pueblo ("no sabe qu¨¦ ambiente se est¨¢ creando"), se extra?an de que nadie haya actuado ya de forma m¨¢s efectiva. "Desobedeci¨® al gobernador, que le mand¨® convocar sesiones, y le procesaron". "Nueve veces han pedido los concejales plenos", manifiesta el secretario. Y a?ade uno de los concejales: "Cort¨® las sesiones en el momento en que vio que no est¨¢bamos de acuerdo con ¨¦l, a los tres meses de las elecciones".
Pasado el verano de 1979, la Diputaci¨®n envi¨® al pueblo una motoniveladora para arreglar las calles y dar trabajo a algunos de los vecinos que estaban en paro. "El alcalde se cogi¨® veinticuatro jornales, es decir, 24.000 pesetas, porque dijo que el partido le hab¨ªa comunicado que ya pod¨ªa cobrar del Ayuntamiento". "Posteriormente", contin¨²an explicando los concejales, "se qued¨® con las 25.000 pesetas del gas¨®leo de la m¨¢quina. No nos enteramos hasta que, tres meses despu¨¦s, le reclamaron del surtidor, y entonces quiso culpar al secretario y al tesorero". Por fin Miguel Vicente devolvi¨® el dinero, "porque sab¨ªa que ¨ªbamos a denunciarle".
Pero a partir de entonces, manifiestan los concejales, "empezamos a ir en contra de ¨¦l. El secretario del Ayuntamiento ya no cobraba su sueldo y el alguacil iba a dejar de recibirlo pronto, "porque no quiere firmar los libramientos y nosotros no podemos pagarlos", contin¨²an los ediles. En la actualidad, el Ayuntamiento debe casi 300.000 pesetas al segundo y 1.200.000 pesetas al primero. El Ayuntamiento tiene en caja alreded¨®r de 1.500.000, pero no m¨¢s, porque no ha cobrado los impuestos de estos dos ¨²ltimos a?os.
Las autoridades reclaman justicia
Las autoridades de Larrodrigo reclaman justicia: "Nosotros no podemos hacer nada porque ¨¦l no quiere. El pueblo est¨¢ perdiendo todo su patrimonio porque no subasta los pastos ni cobra las masas comunales. Las sesenta hect¨¢reas del pueblo se dividen en pastos y laboreo. El producto de aqu¨¦llos se subasta anualmente, pero desde que entramos en el Ayuntamiento, el alcalde no lo ha hecho y se est¨¢n aprovechando de ello cuatro desaprensivos". Las masas comunales se arriendan en parcelas cada tres a?os, pero tampoco se cobran, "empezando por la que explota el alcalde, que es el primer deudor del pueblo".Las acusaciones contra el alcalde contin¨²an. Algunas, aunque afectan a su vida privada, repercuten en la vida del pueblo. Entre ¨¦stas destaca la de manipular sus propios contadores del agua.
O la de haber dejado sus grifos abiertos continuamente durante el verano pasado, en tiempo de sequ¨ªa. Adem¨¢s, los concejales aseguran que recibi¨® un apercibimiento de Sanidad porque contaminaba alguna zona del pueblo. E impidi¨® al maestro y los escolares arreglar una calle, ello a pesar de que el autocar que lleva a los ni?os ha amenazado con no entrar en el pueblo si los ramales de entrada contin¨²an en el estado actual. EL PA?S, pese a intentarlo reiteradamente, no pudo entrar en comunicaci¨®n con el alcalde para conocer las razones de su actitud.
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