El impuesto sobre la renta en 1982
Los contribuyentes del impuesto sobre la renta pagar¨¢n algo m¨¢s en 1982, pero siempre entre unos l¨ªmites que resultan ya econ¨®micamente irrebasables. La disputa entre el PSOE y UCD a prop¨®sito de las tarifas se encuentra mediatizada a tal punto por el funcionamiento general del sistema, que sus diferencias son de escasa relevancia. El autor expone aqu¨ª cu¨¢les son esas condiciones que impiden actualmente recibir sorpresas, mejores o peores, en cuanto a la cantidad que debe satisfacerse a Hacienda.
Con las n¨®minas del mes de enero, adem¨¢s de algunas lluvias, llegaron las retenciones tributarias. Luego vendr¨¢ el verano y traer¨¢ la sequ¨ªa de liquidez que provoca el pago del impuesto sobre la renta. Y los contribuyentes concretan sus inquietudes en. una simple pregunta: ?pagaremos m¨¢s o menos que el a?o pasado?El tema se plante¨® con ocasi¨®n de la discusi¨®n de la ley de Presupuestos de 1982, en la que el Gobierno introdujo una elevaci¨®n de la tarifa vigente. El PSOE present¨® a su vez una enmienda sobre nueva tarifa y posteriormente, seg¨²n se hizo p¨²blico, elabor¨® una enmienda transaccional que no lleg¨® a discutirse en el Congreso. Dada la sensibilidad de los ciudadanos ante cualquier incremento de la presi¨®n fiscal y el trasfondo pol¨ªtico del alcance y l¨ªmites de un tributo progresivo, las diferencias entre estas propuestas fueron suficientemente difundidas.
Pero ahora, a principios de ejercicio, cuando comienza a aplicarse la nueva tabla de retenciones y la larga mano de Hacienda llega al bolsillo de todos, tal vez sea oportuno volver sobre el asunto para analizar las alternativas, al margen de la influencia de un debate pol¨ªtico que condicion¨® juicios que entonces se formularon, si bien no fue apasionado ni apasionante. Aunque, tal vez, por lo que respecta a las detracciones coactivas, sea atinada la m¨¢xima reaccionaria del Ca?abrava de Vargas Llosa, cuando dice que "el ideal social radica en la tranquilidad, no en el entusiasmo".
La subida de los tipos
En la consideraci¨®n de las tarifas, UCD propugn¨® una subida lineal de los tipos en un 5,20%. Al parecer, se pretend¨ªa as¨ª compensar la p¨¦rdida de recaudaci¨®n que provocar¨ªan otras medidas tambi¨¦n incorporadas a la ley de Presupuestos: la elevaci¨®n de las deducciones por raz¨®n de la familia y la nueva reducci¨®n del 1% de las rentas del trabajo personal.
Era f¨¢cil adivinar la objeci¨®n principal a esta propuesta: un incremento lineal de una tarifa progresiva no es en principio consecuente con la propia idea de la progresividad, porque incide m¨¢s que proporcionalmente sobre las rentas m¨¢s bajas, es decir, porque no se traduce en una mayor progresividad, sino que colabora a nivelar la tarifa. Y esto no parece lo m¨¢s indicado en un momento de crisis econ¨®mica, que afecta, sobre todo, a las capas sociales de menor renta. Pero tambi¨¦n era evidente que el Gobierno pod¨ªa defender sus posiciones advirtiendo que junto a ese indiscriminado 5,20% introduc¨ªa medidas de discriminaci¨®n cualitativa, amparando mayores deducciones familiares y la reducci¨®n de las rentas de trabajo, por lo que no iba a deteriorarse el car¨¢cter progresivo del tributo.
La enmiendas del Partido Socialista
Por el contrario, las dos enmiendas elaboradas por el PSOE defend¨ªan un incremento selectivo de la tarifa, aligerando o elevando discretamente la carga en los primeros escalones de renta, manteniendo una estructura similar de tipos medios en el centro de la tarifa y concentrando el incremento en los niveles superiores de ingresos.
Tampoco era dif¨ªcil intuir la cr¨ªtica a esta propuesta: la falta de enmienda paralela sobre tratamiento a favor de las rentas de trabajo limitaba la progresividad real de la propuesta y la estructura del impuesto sobre la renta impedir¨ªa compensar la p¨¦rdida de recaudaci¨®n por las mayores deducciones familiares y disminuci¨®n de tipos de los primeros escalones, lo que significar¨ªa una reducci¨®n de ingresos inoportuna, dado el d¨¦ficit de los Presupuestos del Estado. Aunque no se puede negar que tales enmiendas responden a un criterio m¨¢s afinado de justicia en el reparto de la carga fiscal.
As¨ª las cosas, los parlamentarios aprobaron la tarifa presentada por UCD que aparece en el art¨ªculo 29 de la ley de Presupuestos. Pero lo que interesa ahora es evitar la pol¨¦mica y observar las posiciones de ambos grupos pol¨ªticos.
Limitaciones del impuesto
Las propuestas de UCD y PSOE pueden parecer muy alejadas entre s¨ª, sobre todo si se escuchan las grandes palabras que suelen aparecer en un debate pol¨ªtico. Pero si comparamos los tipos impositivos medios y tenemos en cuenta el efecto sobre los mismos de las deducciones fiscales, nos daremos cuenta de que las diferencias no son tan grandes. S¨®lo alcanzan alg¨²n relieve por lo que respecta a los dos ¨²ltimos tramos de renta, donde realmente las modificaciones tienen m¨¢s importancia pol¨ªtica e influencia en el estado de opini¨®n de los contribuyentes que significaci¨®n recaudatoria. Lo que demuestra que, si no queremos destruir el edificio, el espacio real para la modificaci¨®n de este impuesto es estrecho y que la necesidad de recaudaci¨®n y el objetivo de la justicia tributar¨ªa se condicionan en la vida real de manera inmisericorde.
Esto no quiere decir que el tributo no sea perfectible, lo que ser¨ªa tanto como renunciar al asentamiento y mejora de la reforma (aunque es posible que el mejor m¨¦todo para ello sea la lucha decidida contra el fraude, que contribuir¨¢ a disolver ese mutuo cond?cionamiento). Pero debemos ser conscientes de la dificultad de las modificaciones. Y esperar m¨¢s de la gesti¨®n que de la reforma legal.
Por ello, cuando nos preguntamos si vamos a pagar m¨¢s o menos, estamos de alguna forma confesando la esperanza de que alg¨²n milagro econ¨®mico nos aligere la carga tributar¨ªa de forma contundente. Pero en la realidad no existe el ung¨¹ento de Fierabr¨¢s. Seguiremos pagando el tributo en 1982, m¨¢s o menos seg¨²n el tipo, cuant¨ªa de las rentas y deducciones que nos corresponda, y aunque podamos conocer los esfuerzos por corregir su trayectoria, a nivel individual no se registrar¨¢n variaciones que puedan despertar admiraci¨®n ni hay modo serio de conseguirlo a corto plazo.
Saneamiento del sector p¨²blico
La situaci¨®n financiera del sector p¨²blico tiene aprisionados a los grandes tributos estatales. Su saneamiento exige hoy manejar instrumentos no tributarios, tales como la reforma de la Seguridad Social, la presencia del Estado en el mercado financiero o el control de los efectos de la inflaci¨®n, temas ante los que las posibles modificaciones de este tributo quedan empeque?ecidas.
El volumen del d¨¦ficit y la Imposibilidad de controlarlo en los pr¨®ximos ejercicios, la imprescindible ayuda de la potencia recaudatoria del impuesto sobre la renta, las dificultades econ¨®micas, la resistencia al tributo, en particular en los escalones m¨¢s altos de rentas, la dificultad de los ajustes t¨¦cnicos, limitan las posibilidades reales, deterioran la voluntad pol¨ªtica y estrechan el camino de perfecci¨®n fiscal.
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