Salvar el monasterio de Silos del mal de la piedra
El claustro del monasterio de Silos, s¨ªmbolo para muchos de paz y silencio, presenta hoy un aspecto in usual. Junto a sus fustes y capiteles de los siglos XI y XII, se levantan tubos de metal amarillo que sostienen las vigas de madera del teclio, y el sonido habitual del claustro se ve roto por el martilleo y las voces de los carpinteros.Tras la alarma que provoc¨® el reciente descubrimiento de que el claustro corr¨ªa un serio peligro de derrumbamiento, y que varios de sus capiteles presentaban graves deterioros, la Direcci¨®n General de Bellas Artes se ha puesto en movimiento y ha tomado una serie de medidas de urgencia. La primera de ellas, apear todas las vigas de madera de la parte alta para averiguar que cabezas est¨¢n podridas por la humedad y proceder a su restauraci¨®n. Este es s¨®lo el primer paso de un ambicioso proyecto presentado por el arquitecto restaurador del monasterio, Alberto Garc¨ªa Gil, que, de llevarse a cabo con ¨¦xito, s;upondr¨ªa la definitiva conservaci¨®n de este monumento, considerado como una joya ¨²nica del patrimonio art¨ªstico mundial.
Los estragos que el mal de la piedra y otros factores estaban haciendo en el claustro ven¨ªan siendo objeto de conversaciones, que no de tratamiento, como puntualiza el padre Constancio del Alamo, desde 1970. Pero hace cosa de un a?o, los monjes comenzaron a notar que una de las vigas de madera del techo iba cediendo. Al principio el cambio era casi imperceptible, pero hacia el mes de noviembre se vio que, efectivamente, la cabeza de la viga estaba podrida, y que esto mismo podr¨ªa estar sucediendo con otras, lo que, de no tratarse a tiempo, ocasionar¨ªa serios problemas a la integridad del conjunto. Al mismo tiempo se comprob¨® que los capiteles y fustes estaban sufriendo una sobrecarga provocada por un cambio de composici¨®n en su piedra y el reblandecimiento de la misma a causa de la humedad, lo que podr¨ªa generar el hundimiento del claustro.
Ante la alarmante situaci¨®n, el arquitecto convoc¨®, el pasado mes de diciembre, una reuni¨®n con car¨¢cter de urgencia en el Ministerio de Cultura, en la que hizo una exposici¨®n de los problemas mencionados y pidi¨® la puesta en marcha de medidas de emergencia.
El informe de Garc¨ªa Gil hace hincapi¨¦, adem¨¢s de en lo se?alado anteriormente, en el mal estado de los capiteles. De los 64 que componen el claustro, dos est¨¢n ya pr¨¢cticamente corro¨ªdos por la humedad, y veinticuatro presentan graves deterioros que habr¨ªa que tratar urgentemente. Otros trece sufren grietas de diversos tama?os, y 35 ¨¢bacos est¨¢n totalmente partidos. En cuanto a los fustes, de los 139 que soportan el claustro, 35 fueron sustituidos entre 1958 y 1959, lo que no ha evitado que tambi¨¦n sufran grietas a causa de la sobrecarga apuntada.
El proyecto presentado por Garc¨ªa Gil va m¨¢s all¨¢ de las meras medidas de urgencia; se trata de conseguir la total restauraci¨®n del conjunto monacal, algo necesario y que nunca se ha hecho.
La gran afluencia de visitantes que se registra en ciertas ¨¦pocas uel a?o influye en el estado del claustro. Por ello, los monjes han pensado pedir a Bellas Artes que les permita poner un n¨²mero tope de visitantes por hora: lo ideal ser¨ªa entre sesenta y cien personas, y se ha llegado a recibir a seiscientas en ese espacio de tiempo.
Una gran parte de los costes de restauraci¨®n del monumento y todos los gastos de mantenimiento salen de las arcas del convento. En la actualidad viven en la comunidad unos cuarenta monjes, que se dedican a la agricultura, granja y otras actividades, como la orfebrer¨ªa, la m¨²sica y la investigaci¨®n en diversos campos. El producto de su trabajo les da para mantenerse, poder hacer algunas publicaciones y poco m¨¢s; por eso para su econom¨ªa resulta muchas veces una sangr¨ªa el tener que utilizar todo lo ahorrado en cinco o diez a?os en una u otra obra que siempre hay que hacer en el monasterio.
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