Lu¨ªs Bu?uel adora la lluvia, el fr¨ªo, las sardinas en escabeche y los enanos
Luis Bu?uel adora las sardinas en escabeche, la lluvia, el fr¨ªo y los enanos, y aborrece la pol¨ªtica, la envidia y cierta jerga pedante de Par¨ªs. Al cineasta espa?ol, como a todos los sordos en su opini¨®n, no le gustan mucho los ciegos y, entre todos los del mundo, detesta al escritor Jorge-Luis Borges, por "presuntuoso".Tales juicios forman parte del largo cat¨¢logo de fobias y filias que el director de cine aragon¨¦s ofrece en su libro de memorias El ¨²ltimo suspiro, ahora publicado aqu¨ª.
En el entramado de estas inclinaciones y rechazos pueden hallar los aficionados las claves de la obra de Bu?uel, que va de El perro andaluz, en 1929, a Ese oscuro objeto del deseo, en 1977, y es sin duda la m¨¢s original y evocadora del cine.
A Borges no le perdona, le parece bastante presuntuoso y "adorador de s¨ª mismo", pico de oro como muchos ciegos, exhibicionista, y a¨²n a?ade: cuando habla quiere "sentar c¨¢tedra".
"No me gustan ni el tono reaccionario de algunas de sus declaraciones ni su desprecio por Espa?a", dice concluyente, y explica que no se respeta a nadie porque sea buen escritor, hacen falta otras cualidades, porque "el mundo est¨¢ lleno de buenos escritores".
Para el gran autor surrealista, Jorge-Luis Borges "sue?a con el Premio Nobel" y debiera aprender del escritor franc¨¦s Jean-Paul Sartre, que lo rechaz¨®.
"Rechaz¨® t¨ªtulo y dinero y yo, muy emocionado, le envi¨¦ un telegrama de felicitaci¨®n", dice el creador de Viridiana en sus conversaciones con Jean-Claude Carri¨¨re, su habitual guionista, que le ech¨® una mano para redactar este libro.
A los 82 a?os; de edad, Luis Bu?uel confiesa que ya ha comenzado a decirle adi¨®s a los lugares entra?ables en que vivi¨®: Par¨ªs, Madrid, Toledo, el monasterio de El Paular -en los alrededores de Madrid- o San Jos¨¦ de Pur¨²a, en M¨¦xico.
Broma para ateos
Cuando se vaya a morir piensa a veces en confesarse, recibir la extramaunci¨®n en el ¨²ltimo momento, para dar una broma a sus amigos ateos, y s¨®lo siente no saber qu¨¦ va a pasar en este mundo en movimiento, marcharse en el medio de una novela por entregas.A pesar de su inquina por la proliferaci¨®n de la informaci¨®n, le gustar¨ªa volver dentro de diez a?os, acercarse a un quiosco y comprar algunos peri¨®dicos para leer los desastres del mundo antes de retornar al sue?o eterno.
Regresando a sus enconos literarios, ahora tampoco le agradan a Bu?uel los escritores norteamericanos John Steinbeck, John dos Passos y Ernest Herningway, quienes "no ser¨ªan nadie sin los c¨¢nones yanquis".
"?Qui¨¦n les habr¨ªa le¨ªdo si hubieran nacido en Paraguay o en Turqu¨ªa?", y, siguiendo el mismo razonamiento, anota que el escritor espa?ol Benito P¨¦rez Gald¨®s "es un novelista muchas veces igual que Dostoievski", pero ?qui¨¦n le conoce fuera de Espa?a?
Los seguidores de la producci¨®n del director cinematogr¨¢fico pueden responderle que se le nombra ahora por haber llevado Bu?uel a la pantalla obras suyas como Nazar¨ªn y Tristana.
Luis Bu?uel habl¨® con su guionista, Jean-Claude Carri¨¨re, en espa?ol, en conversaciones y charlas destinadas a ser plasmadas en el presente tomo, y el relato aparece entreverado de expresiones intraducibles.
Tiene devoci¨®n el mejor de los hombres del cine espa?ol por los claustros de Espa?a, por los retablos de las iglesias de su pa¨ªs, por los relatos de viajeros extranjeros por tierras espa?olas del XVIII y XIX, y por la novela picaresca.
Le encantan El lazarrillo de Tormes, El busc¨®n, de Quevedo, y el Gil Blas de Santillana, del franc¨¦s Ren¨¦ Lesage y rescatado y traducido por el padre Isla.
Pero el escritor que m¨¢s le sorprendi¨® e interes¨® fue el marqu¨¦s de Sade y, en particular, los Ciento veinte d¨ªas de Sodoma, que prefiere a La divina comedia, de Dante, a Camoens, a Homero y a Cervantes.
A Luis Bu?uel le producen horror los sombreros mexicanos y, en cambio, tiene pasi¨®n por las ratas, las culebras y la puntualidad.
Desde hace cuarenta a?os tiene enemiga a la pol¨ªtica, ya no cree en ella despu¨¦s de simpatizar con los comunistas hasta la d¨¦cada de los cincuenta.
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