El sonido de la libertad. El son del despilfarro
En los pa¨ªses industrializados, cuando, a mediados de la d¨¦cada de 1950, la r¨¢pida expansi¨®n de la televisi¨®n se hizo patente en toda su enorme magnitud, quienes consideraban a la radio como una "televisi¨®n sin im¨¢genes" no tuvieron dudas sobre la suerte que correr¨ªa ese medio: ser¨ªa un pobre inv¨¢lido, necesariamente condenado a morir poco a poco y a reducirse a una situaci¨®n decididamente marginal.Pero no fue as¨ª, y hoy, en plena civilizaci¨®n de la imagen, la radio se encuentra en una fase evidente de relanzamiento.
Obligada a considerar su papel desde nuevas perspectivas, la radio ha sabido modificar su organizaci¨®n y sus programas, desarrollando mejor sus caracter¨ªsticas espec¨ªficas y aprovechando con m¨¢s acierto las condiciones de audiencia que el advenimiento de la televisi¨®n hab¨ªa transformado. Ha habido, por lo dem¨¢s, crisis, y muy honda en algunos casos concretos, de la radio, de la misma manera que el advenimiento de la televisi¨®n se hizo notar sobre las dem¨¢s fuentes de informaci¨®n, de cultura y de entretenimiento popular, desde el cine hasta el teatro y desde la m¨²sica a la literatura.
Muchas emisoras radiof¨®nicas han tenido que cerrar sus puertas y otras han modificado su dimensi¨®n empresarial. Por su parte, los grandes monopolios p¨²blicos radiof¨®nicos se han transformado. En algunos casos es la radio nacional la que ha perdido vigor, en tanto que adquir¨ªan una funci¨®n nueva e importante las radios regionales y, siguiendo una escala descendente de descentralizaci¨®n, las locales.
En general, si la radio ha sabido renovarse buscando nuevas formas de organizaci¨®n y de expresi¨®n, ha sido sobre todo por la presi¨®n y los est¨ªmulos de personas ajenas al mundo radiof¨®nico tradicional. Estas personas, partiendo de exigencias y apuntando a objetivos distintos, seg¨²n las situaciones que observaban, han logrado sacudir con sus iniciativas -muchas veces nacidas en la ilegalidad- la inercia y el conformismo de las grandes entidades radiof¨®nicas p¨²blicas e, indirectamente, las han obligado a modificarse. Pi¨¦nsese en el papel que le cupo a Radio Carolina, la radio pirata por antonomasia, que transmit¨ªa desde un buque situado fuera de las aguas jurisdiccionales inglesas. Con sus programas musicales, basados en la figura del pinchadiscos, dio lugar, por una parte, a la reorganizaci¨®n de la radio oficial inglesa en redes especializadas, y por otra, abri¨® el camino para las emisoras locales privadas (Independent Local Radios) y para las de la BBC.
Lo mismo puede decirse de la gran influencia que, en sus comienzos, ejercieron las emisoras privadas locales italianas sobre la RAI en lo que se refiere a la organizaci¨®n de las transmisiones, el empleo del di¨¢logo telef¨®nico con los oyentes y a la programaci¨®n general. Muy parecido es el caso de las emisoras "perif¨¦ricas", como Europe 1, Radio Montecarlo y Radio Luxemburgo, respecto de la radio oficial francesa.
El poder del medio
Los factores que han contribuido a este relanzamiento ya evidente y consolidado de la radio dependen, con toda seguridad, de la flexibilidad del medio, el cual ofrece ventajas evidentes sobre los peri¨®dicos y la televisi¨®n en lo que respecta a la producci¨®n y a la difusi¨®n de los mensajes. Esta flexibilidad ha aumentado adem¨¢s constantemente merced a los progresos de la tecnolog¨ªa. La miniaturizaci¨®n de los componentes electr¨®nicos ha hecho menos inc¨®modos los aparatos, ha permitido automatizar muchas de sus funciones y ha favorecido la producci¨®n de receptores a escala industrial.
Las consecuencias directas han sido la baja de los precios, la reducci¨®n del espacio y del tiempo requerido para su uso y la disminuci¨®n de los conocimientos profesionales necesarios para su manejo. Todo esto ha repercutido directamente en la producci¨®n de programas, en la difusi¨®n de ¨¦stos y tambi¨¦n en los sitios y modos de escucharlos. Ejemplo clar¨ªsimo de lo dicho es el papel que desempe?¨® la difusi¨®n de los aparatos de transistores en la concienciaci¨®n y la movilizaci¨®n de la poblaci¨®n ¨¢rabe durante la revoluci¨®n de Argelia. A Franz Fanon se debe el an¨¢lisis m¨¢s incisivo del car¨¢cter probadamente insustituible que tuvo el medio radiof¨®nico en la formaci¨®n de un movimiento de masas en torno del Frente de Liberaci¨®n Nacional, que logr¨® la independencia de Argelia.
Pero el gran florecimiento de la radio, sobre todo en Europa, aunque no exclusivamente aqu¨ª, es un fen¨®meno m¨¢s reciente y no meramente atribuible al progreso tecnol¨®gico. S¨®lo observando los procesos m¨¢s generales que han caracterizado al pasado decenio es posible determinar los elementos; b¨¢sicos de la multiplicaci¨®n de las emisoras y de la ampliaci¨®n del tiempo de programaci¨®n, aspectos evidentes del relanzamiento de la radio.
Clandestinas al principio y despu¨¦s legalizadas, en estos ¨²ltimos a?os han aparecido en muchos pa¨ªses europeos gran n¨²mero de emisoras con variadas caracter¨ªsticas y objetivos. Aunque el caso m¨¢s asombroso sea el de Italia -en donde, entre 1975 y 1978, primero ilegales y despu¨¦s autorizadas, surgieron m¨¢s de 3.000 emisoras locales-, el fen¨®meno se ha repetido, aunque con menores dimensiones, en Francia, en B¨¦lgica y en Holanda, y la situaci¨®n parece ya madura en casi todos los pa¨ªses del continente.
All¨ª donde la presi¨®n de la ?niciativa privada no ha encontrado todav¨ªa salida legal es el servicio p¨²blico el que ha tratado de adaptarse a las nuevas exigencias, creando emisoras locales, vecinales o m¨®viles, como ha sucedido en Irlanda, en Suecia y en Alemania. Ante estos hechos cabe leg¨ªtimamente preguntarse: ?c¨®mo ha sido posible que el boom de las emisoras locales haya llegado en tan breve plazo a la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, no obstante la organizaci¨®n de las entidades p¨²blicas de radio y televisi¨®n y su arraigo en caracter¨ªsticas t¨ªpicamente nacionales, as¨ª como en los aspectos juridico, cultural y econ¨®mico?
Exigencia de participaci¨®n
La respuesta, creemos, hay que buscarla en el complejo de elementos sociales, pol¨ªticos y econ¨®micos que, entretejidos de varias maneras, se manifestaron a pricipios de la d¨¦cada de 1970 en gran parte de Europa, y que es preciso aislar para poder identificarlos.
En el plano sociopol¨ªtico, las grandes luchas habidas en los lugares de trabajo, las escuelas, las universidades y las comunidades urbanas entre finales de los a?os 1960 y principios de los 1970 dieron lugar a una sensibilidad generalizada y una fuerte exigencia de participaci¨®n, con una clara conciencia del papel protagonista que los medios de difusi¨®n pod¨ªan desempe?ar en este aspecto. Al mismo tiempo, el refuerzo de las instituciones descentralizadas del Estado y de las autonom¨ªas locales pon¨ªa de manifiesto la inadecuaci¨®n de los sistemas de radio y televisi¨®n nacionales centralizados y su incapacidad para sintonizar con el pluralismo de las diversas realidades territoriales propias de todo pa¨ªs. En el mismo sentido, las organizaciones pol¨ªticas han tenido que adecuar sus medios de difusi¨®n y de propaganda para llegar mejor a sus electores.
Paralelamente, las formaciones pol¨ªticas desprendidas de los partidos tradicionales (grupos de base, ecologistas, antinucleares, etc¨¦tera) se han visto forzadas a recurrir a medios de comunicaci¨®n alternativos, toda vez que no tienen, ni en la actualidad ni en el futuro previsible, posibilidad alguna de acceso a los medios de comunicaci¨®n tradicionales.
A?¨¢dase a todo esto una presi¨®n creciente de ciertos factores econ¨®micos, que se manifiestan en distintos niveles: empresarios, grandes y peque?os, deseosos de convertir el sector de la radio y televisi¨®n, reservado a la intervenci¨®n p¨²blica, en nuevo campo de actividad lucrativa; productores de hardware y de software que necesitan crear nuevos canales de salida para sus productos; anunciantes a la busca de apoyos nuevos y mejor articulados para sus mensajes comerciales, etc¨¦tera.
La radio ha demostrado, mejor que cualquier otro medio, su capacidad para responder a esas exigencias, variadas y a menudo contradictorias. Una emisora de radio puede crearse con una inversi¨®n reducida y administrarse sin necesidad de una capacidad profesional demasiado compleja; llega simult¨¢neamente a gran n¨²mero de personas y ofrece adem¨¢s la posibilidad de la inmediatez del mensaje, la espontaneidad
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El sonido de la libertad. El son del despilfarro
Viene de la p¨¢gina 13de la palabra hablada, el acceso de los oyentes por un medio tan sencillo como el tel¨¦fono y la flexibilidad de adaptarse a las especifidades sociales, culturales y pol¨ªticas del territorio que cubre.
Lo cualitativo y lo cuantitativo
Pero ofrece tambi¨¦n la posibilidad de crear nuevos mercados y nuevos canales para actividades de tipo industrial y comercial. Y es precisamente aqu¨ª donde surgen las mayores contradicciones y donde el an¨¢lisis del renacimiento del medio radiof¨®nico debe pasar de los aspectos cuantitativos a los cualitativos. Los objetivos de tipo econ¨®mico, ?se contradicen con los de desarrollo de las formas de expresi¨®n, de informaci¨®n y de cultura que son la base de toda sociedad democr¨¢tica y pluralista, o bien son complementarlos de ellos?
Pasar de unas pocas unidades a centenares e incluso millares de emisoras que transmiten, en la mayor¨ªa de los casos, la misma m¨²sica, la misma informaci¨®n -tomada sin interpretaci¨®n ni cr¨ªtica del papel impreso- y la misma publicidad, no constituye, a nuestro juicio, un aprovechamiento positivo de las prerrogativas que la radio ofrece, sino que, por el contrario, es una forma de despilfarro en exclusivo beneficio de los intereses econ¨®micos.
Vale la pena recordar una vez m¨¢s el caso italiano para ejemplificar c¨®mo se pueden sofocar en gran medida las grandes posibilidades de un medio como es la radio.
En Italia, la gran expansi¨®n de las emisoras locales, incluso despu¨¦s de su legalizaci¨®n, se dej¨® librada a la espontaneidad y discreci¨®n de los protagonistas; la ¨²nica ley que ha funcionado verdaderamente ha sido la del mercado; la ¨²nica regla ha sido la de la competencia. El resultado, hoy evidente, es que los intereses econ¨®micos y comerciales han prevalecido sobre todos los dem¨¢s, y de las millares de emisoras que todav¨ªa subsisten, la inmensa mayor¨ªa apunta a objetivos exclusivamente utilitaristas, al paso que las que se crearon con metas culturales, informativas y en cualquier caso ligadas a los intereses de las corporaciones locales han sido expulsadas del mercado y han tenido que cerrar sus estudios o se encuentran ya marginadas y en situaci¨®n precaria. Hay, s¨ª, miles de emisoras; pero, lo mismo en Tur¨ªn que en Palermo, en Roma que en Bolonia, todas emiten ya una sola e id¨¦ntica m¨²sica.
Del ejemplo italiano pueden extraerse buenas ense?anzas acerca de lo que no hay que hacer cuando se quieren aprovechar positivamente las posibilidades que ofrece la radio para la transformaci¨®n de un sistema de comunicaciones.
El medio radiof¨®nico ha protagonizado en los ¨²ltimos a?os una fase de relanzamiento; pero si la conducci¨®n de su desarrollo queda principal o exclusivamente en manos de los intereses econ¨®micos, est¨¢ claro que no podr¨¢ realizar lo que sus caracter¨ªsticas espec¨ªficas ofrecen. Si se acepta que la radio, antes que oportunidad de iniciativa econ¨®mica, es oportunidad de iniciativas consideradas como de inter¨¦s general primordial, tales como la libertad de informaci¨®n y expresi¨®n y el pluralismo pol¨ªtico y cultural, este medio podr¨¢ contribuir en medida importante a la creaci¨®n de un sistema de comunicaciones de masas emancipado del control de los grupos dominantes y capaz de proveer al crecimiento democr¨¢tico de los distintos pa¨ªses.
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