Descubrir la FM
Son muchos los que en Espa?a se sorprenden del auge actual de la radio. En realidad no se trata de un fen¨®meno exclusivamente nuestro, aunque el caso espa?ol tenga notas propias. La concesi¨®n de trescientas adjudicaciones provisionales para el establecimiento de otras tantas emisoras de FM refuerza singularmente esa tendencia al boom de la radio. Pero hay tambi¨¦n otras causas.A nivel mundial, la radio sufri¨® una crisis importante entre 1950 y 1965. Contrariamente a lo que se piensa, esa crisis no se debi¨® a la competencia planteada por la televisi¨®n, sino a la falta de flexibilidad y, sobre todo, de creatividad de la radio ante la nueva situaci¨®n. En aquellas fechas la televisi¨®n torn¨® para s¨ª -y a¨²n los conserva, en parte- programas cl¨¢sicos de la radio: los dram¨¢ticos, las novelas -convertidas en telefilmes seriados tipo Dallas- y hasta los concursos cara al p¨²blico; el espect¨¢culo, en general. La radio, despose¨ªda de sus contenidos tradicionales, no supo reaccionar adecuadamente; actu¨® como lo hacen los ni?os mimados ante el hermano reci¨¦n nacido: primero, con celos; despu¨¦s, acomplejada.
La aparici¨®n de los transistores, del disco de microsurco, la versatilidad de los equipos m¨®viles y la FM, fueron las muletas que pusieron en movimiento nuevamente a la radio. Cifras cantan: en Estados Unidos, en un solo a?o -1955, en plena batalla de la televisi¨®n-, se inauguraron trescientas nuevas emisoras, es decir, m¨¢s de una por d¨ªa laborable.
A?os despu¨¦s, tambi¨¦n a nivel mundial, se pudo comprobar que "el peque?o de la familla" informativa, la televisi¨®n, no era m¨¢s que un chico bobalic¨®n: la "fatiga ante la televisi¨®n" es un fen¨®meno que alcanza a los espectadores de todos los pa¨ªses en los que la televisi¨®n lleva un cuarto de siglo en funcionamiento. Es el momento en que comienzan las "revueltas" contra la televisi¨®n: si en ese pa¨ªs hay televisi¨®n p¨²blica se pide su privatizaci¨®n; si es comercial, se clama por un canal p¨²blico. As¨ª sucedi¨® en Estados Unidos -donde se cre¨® la Public Broadcasting como reacci¨®n a la privada-, en Italia -donde existen actualmente 480 emisoras privadas de televisi¨®n, y no 2.000, como suele decirse-, en Alemania -donde el Tribunal Constitucional ha sentenciado recientemente que la televisi¨®n privada no se opone a la Constituci¨®n- y en Francia, aunque en este caso la ambici¨®n de los pol¨ªticos -giscardianos o socialistas- por controlar la televisi¨®n les impide abordar un problema que tienen planteado desde a?os antes de la desaparici¨®n de la ORTF en 1974. S¨®lo los ingleses -ya en 1956- supieron entender el fondo del problema y dieron v¨ªa libre a la televisi¨®n independiente, a la que hace poco han adjudicado un segundo canal, en evitaci¨®n de futuros peligros.
La reacci¨®n consiguiente a esta fatiga televisiva es una vuelta a la radio que, en parte, ha sabido superar los antiguos esquemas: ha mejorado los servicios informativos, est¨¢ m¨¢s en contacto con la realidad del cludadano y tiene una mentalidad de servicio a la sociedad de la que carece la televisi¨®n en casi todo el mundo. La extensi¨®n de los receptores transistorizados y el perfeccionamiento en las t¨¦cnicas de transmisi¨®n y reproducci¨®n del sonido han inclinado la balanza definitivamente hacia la radio.
Una muda llamada radio
En Espa?a, a estos cuatro factores deben sumarse cuarenta a?os de silencio radiof¨®nico y otros diez de retraso t¨¦cnico por la misma causa. No es que la radio espa?ola anterior a junio de 1976 fuera mala; era la radio que pod¨ªa ser, la que se permit¨ªa que fuera, llena de silencios elocuentes: igual que la televisi¨®n. Por eso -y por actuar en un sistema mixto, radio p¨²blica y privada- la radio espa?ola. sinti¨® en menor medida los fen¨®menos antes descritos. Nuestra televisi¨®n ha llevado la peor parte: monopol¨ªstica y monopolizada por los partidos, naufraga ante el aburrimiento y la indiferencia del respetable, que espera su privatizaci¨®n como agua de mayo y no entiende que se vayan a crear otras televisiones oficiales, las de las autonom¨ªas, para que los mismos partidos les ense?en, satisfechos, sus propios ombligos.
El esfuerzo de los profesionales
Si a estos hechos se a?ade el esfuerzo de los profesionales de la radio espa?ola, la calidad de su informaci¨®n -junto a la que se sit¨²an hoy las tarifas publicitarias m¨¢s altas- y su sentido de servicio a la sociedad y la democracia, el auge de la radio en Espa?a no puede extra?ar.
En este contexto llegan las trescientas nuevas emisoras de FM. Su aparici¨®n modificar¨¢ notablemente la estructura de la radio en Espa?a, porque esa cifra, simplemente, supone un increniento del 150% sobre el n¨²mero de emisoras actualmente existentes. Y para que ese cambio no sea negativo es preciso que se adopten algunas medidas.
Por toda Espa?a existen multitud de emisoras piratas (ellas se llaman libres) de FM, algunas con programaciones de diecis¨¦is horas diarias y publicidad. S¨®lo en Catalu?a esi¨¢n en funcionamiento unas sesenta de ellas. Es urgente terminar con esta situaci¨®n si no queremos caer en la "italianizaci¨®n" de nuestras ondas. Mientras exista una sola de esas emisoras, ninguno de los nuevos adjudicatarlos se sentir¨¢ obligado a cumplir las condiciones estipuladas en la solicitud. Y eso ser¨ªa tanto como sumar el caos al desorden.
La intenci¨®n del legislador respecto de las nuevas emisoras institucionales es buena: deben promocionar la educaci¨®n, la ciencia y la cultura. Esa "carga" quieren tomarla sobre sus espaldas los partidos pol¨ªticos solicitantes, las diputaciones, ayuntamientos, gobiernos regionales y asociaciones de cualquier ¨ªndole. Y es previsible que se les autorice a "cargar" con esa responsabilidad. Sin embargo, excepto en los pa¨ªses totalitarios de cualquier signo, en los del tel¨®n de acero y en Italia, en ninguna otra naci¨®n del mundo se concede dicho tipo de licencias. En Espa?a, los partidos pol¨ªticos ya monopolizan el consejo de RTVE, y los resultados son bien claros. Adem¨¢s, me consta que algunos organismos regionales piensan cubrir el horario de emisiones con trabajos de sus actuales funcionarios...
La esperanza de una radio profesional y de servicio a la sociedad est¨¢ en las emisoras concedidas a empresas radiof¨®nicas y period¨ªsticas. Ambas han demostrado ampliamente su sentido de responsabilidad y solidaridad social: las period¨ªsticas, desde antes de la democracia; las radiof¨®nicas, en especial la SER, dieron nombre a una noche, la de los "transistores". Esa esperanza se confirmar¨¢ en la medida en que se sepan entender las nuevas FM. Porque FM es lo que conocemos, pero tambi¨¦n es algo m¨¢s.
Un nuevo concepto
El concepto que se tiene en Espalia de la FM no es radiof¨®nico: es un concepto administrativo. Cuando hace a?os se oblig¨® a las emisoras a instalar equipos de FM (sin existir receptores para esas emisiones) se forz¨® a las empresas a adoptar la soluci¨®n menos onerosa: transmitir por FM el mismo programa de onda media. Con el paso del tiempo, las emisiones de FM se cubrieron con una f¨®rmula de bajo coste: disco sobre disco durante diecis¨¦is o veinticuatro horas al d¨ªa, sea de m¨²sica actual o cl¨¢sica. Y esa f¨®rmula, que nada tiene de servicio a la sociedad ni de compromiso con la audiencia, es la que hoy se da por com¨²nmente admitida como "la f¨®rmula" y el car¨¢cter de la FM.
Y no es as¨ª. Cierto que en Estados Unidos el 70% de todas las emisoras de FM son musicales y, muchas de ellas, especializadas en una m¨²sica muy concreta: jazz, country, rock, beautiful music, etc¨¦tera. Pero no es menos cierto, por obvio que parezca, que Estados Unidos no es Espa?a y que, adem¨¢s de esa naci¨®n, existen otras muchas; por ejemplo, en Europa.
En nuestro viejo continente, la FM ofrece, mayoritariamente, emisiones similares a las de las emisoras de onda media, e incluso algunas de ellas van m¨¢s lejos a¨²n. Las experiencias de espacios dram¨¢ticos en estereofon¨ªa, por ejemplo, han dado hace ya a?os resultados tan brillantes como Gioqui di Fanciulli, que fue Premio Italia en 1970, o New Faces, de Radio Victory, en el Reino Unido, m¨¢s recientemente.
La f¨®rmula "FM a la espa?ola" es v¨¢lida para las emisoras que ya tienen emisiones en onda inedia. Son las nuevas enipresas de radio las que pueden, y deben, descubrir la aut¨¦ntica funci¨®n de la FM en Espa?a. Claro que, con potencias tan exiguas como las concedidas en las emisoras de provincias y alturas limitad¨ªsimas para la antena, muchos concesionarios deben estar sopesando las ventajas de instalar una emisora pirata. "tirarse al nionte" con la antena y dejarse de historias.
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