Piro Baroja pidi¨® a Azor¨ªn una ins¨®lita colaboraci¨®n literaria
Cela revela el descubrimiento de una correspondencia in¨¦dita entre los escritores
P¨ªo Baroja solicit¨® de Azor¨ªn, en 1902, unas p¨¢ginas para incorporar a su novela El mayorazgo de Labraz, cuyo original le requer¨ªa un editor catal¨¢n, a cambio de 2.000 pesetas, sin que Baroja acertara a terminarlo. La historia de tan singular colaboraci¨®n fue glosada la pasadas semana en San Sebasti¨¢n por Camilo Jos¨¦ Cela, a base del epistolario mantenido entre el escritor donostiarra y el de Mon¨®var, en una conferencia organizada por el Diario Vasco de la capital guipuzcoana.
Cela relat¨® el descubrimiento casual de dieciocho cartas in¨¦ditas, dirigidas por Baroja a Azor¨ªn -la mayor¨ªa desde Madrid-, en la casa-museo dedicada al segundo en su localidad natal, hace ya bastantes a?os, y "gracias a mi sana afici¨®n de vagabundear por las tierras de Espa?a". El epistolario se extiende desde los ¨²ltimos d¨ªas de julio o los primeros de julio de 1893 hasta el tercer o el cuarto trimestre de 1903. Baroja habla de sus proyectos, se refiere a amigos comunes, ofrece reiteradamente a Azor¨ªn la posibilidad de colabora en peri¨®dicos, le describe el ambiente del Madrid veraniego, se lamenta de sus cuitas y enfermedades, y le conf¨ªa, en 1902, el apremio de que le hace objeto Santiago Valenti y Camp, director de la Biblioteca de Novelistas del Siglo XX, que editaba en Barcelona Enrich y compa?¨ªa, para que le enviara el original que ten¨ªa comprometido y del que el escritor vasco asegura que s¨®lo le importan las 2.000 pesetas que va a proporcionarle.La obra en cuesti¨®n, El mayorazgo de Labraz, se public¨® un a?o m¨¢s tarde. Baroja hab¨ªa escrito a Azor¨ªn en la misiva que alude al asunto, la d¨¦cima de las recuperadas por Cela, que estaba trabajando en la novela, dictando a un escribiente granadino, desde diez d¨ªas antes, pero se queja de que este procedimiento cunde muy poco. "A ver si tiene algo hecho que me sirva para meter en el libro", escribe a su corresponsal. "Este algo podr¨ªa tener como t¨ªtulo La v¨ªa de los hidalgos en el siglo XVII, o podr¨ªa ser la descripci¨®n de un entierro, con todos los latines correspondientes, o una descripci¨®n de una misa de funerales. Cualquier cosa que tenga un car¨¢cter arcaico me sirve. Lo mejor ser¨ªa una conversaci¨®n entre dos hidalgos: el uno, avanzado, y el otro, reaccionario, hablando de la Constituci¨®n".
En la misma carta, Baroja adelanta su opini¨®n de que el libro "va a resultar un ciempi¨¦s, un ciempi¨¦s y sin cabeza", pero reconoce que la cuesti¨®n es llegar a "las dos mil del ala".
La solicitud de socorro fue atendida por Azor¨ªn, seg¨²n refleja Baroja en una tarjeta que le envi¨®, como acuse de recibo, sin fecha, al igual que la carta anterior, pero con un matasellos de Madrid que corresponde al 30 de agosto de 1902. "Ya recib¨ª las notas", indica. "Algunas me sirven admirablemente, pero, a pesar de todo, para llegar a las trescientas p¨¢ginas necesarias voy a necesitar Dios y ayuda. He metido en mi libro un entripado formidable, pero a¨²n no he conseguido el tama?o necesario".
La colaboraci¨®n de Baroja y Azor¨ªn en los peri¨®dicos de la ¨¦poca es otro motivo que reaparece con insistencia en aquella correspondencia de juventud. El primero ofrece m¨¢s de una vez al de Mon¨®var su puesto de cr¨ªtico teatral en El Globo, de Madrid, del que dice que le sirve de pretexto "para andar golfeando por ah¨ª". En la s¨¦ptima carta, fechada en la tarde del 7 de julio de 1901, habla don P¨ªo de "un proyecto terrible: hacer otro peri¨®dico" y especifica que se tratar¨ªa de un diario, sin dogma alguno, donde cupieran socialistas, anarquistas e intelectuales independientes, al estilo de L'Aurore, de Clemenceau. El soporte econ¨®mico consistir¨ªa en cien accio nes de mil reales, para lo que pensaba dirigirse a su padre, a ver si consegu¨ªa algo entre los capitalistas de Bilbao. La idea, confiesa Bareja, le asalt¨® "en el congreso, viendo tanto idiota en el sal¨®n de conferencias".
Pero el otro asunto que m¨¢s preocupa o interesa a Baroja, y al que trata de atraer a Azor¨ªn, es el de la colaboraci¨®n de ambos en un peri¨®dico de nueva aparici¨®n en San Sebasti¨¢n, de la mano de Rafael Picabea, pariente lejano del propio don P¨ªo y hermano de la suegra de Cela, seg¨²n este mismo se cuid¨® de indicar en su parla mento. El peri¨®dico era El Pueblo Vasco, de matiz tradicionalista o integrista y acab¨® siendo absorbido con el correr de los a?os por El Correo Espa?ol, de Bilbao, fuertemente ligado, por razones empresariales a El Diario Vasco de hoy.
Baroja habla intermitentemente de El Pueblo Vasco, desde la primera carta a la pen¨²ltima y una distancia de diez a?os entre ambas. En julio de 1893 anuncia a Azor¨ªn que ha conseguido un salario de mil pesetas mensuales para cada uno, aunque advierte ya: "Veo que, en el fondo, el peri¨®dico ha de ser clerical". Muy poco despu¨¦s, en la segunda carta, que no lleva fecha alguna, comunicaba a Azor¨ªn que hab¨ªa hecho llegar a Picabea la negativa de ambos ¨¢ trabajar en el proyecto. "Por mi parte, he a?adido que con las mil pesetas que le dije me voy, si quiere, a. Macedonia. A todas partes, menos a San Sebasti¨¢n".
Pese a aquella versi¨®n inicial, Baroja sigui¨® siendo objeto de la solicitud de Picabea, y continu¨® traslad¨¢ndola a Azor¨ªn. El 5 de julio de 1903 le da cuenta de que hab¨ªa propuesto al editor del diario constituir "una, como redacci¨®n veraniega", en la que pensaba hacer informaci¨®n "por pueblos y caminos". Desanima a Azor¨ªn sobre otro proyecto de diario que se: preparaba en Madrid, El Gr¨¢fico, pese a lo cual nunca consigui¨® que le acompa?ara en su breve colaboraci¨®n con El Pueblo Vasco, donde public¨® cinco art¨ªculos durante septiembre de 1903. El que hab¨ªa mandado para el primer n¨²mero del diario, titulado No nos comprendemos, s¨®lo apareci¨® en la edici¨®n n¨²mero 32, porque "resultaba un poco violento" y no lo quisieron poner, seg¨²n relata a Azor¨ªn don P¨ªo, que conclu¨ªa sobre su breve experiencia: "Pagar, pagar¨¢n bien, pero no quieren cosas fuertes, sino art¨ªculos de cr¨ªtica pol¨ªtica o social hechos amablemente".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.