El traficante de armas no ocult¨® su identidad para entrar en Espa?a
En contra de informaciones que difundieron algunos medios de comunicaci¨®n, Gary Korkala no manten¨ªa ninguna relaci¨®n formal con la empresa de seguridad Halc¨®n e Ib¨¦rica, en cuyo pabell¨®n fue detenido por miembros de la Brigada Central de Estupefacientes durante la exposici¨®n de sistemas de seguridad Sicur-82, celebrada en la Casa de Campo, de Madrid. Korkala pose¨ªa una identificaci¨®n de visitante permanente de la exposici¨®n, lo que, junto con su normal entrada en nuestro pa¨ªs, deja muy oscuro c¨®mo un individuo tan intensamente buscado y reclamado judicialmente por las autoridades norteamericanas pudo entrar en Espa?a y circular aqu¨ª con entera libertad.Jos¨¦ Folch, director de la empresa de seguridad Halc¨®n e Ib¨¦rica, manifest¨® a este peri¨®dico que su relaci¨®n con Korkala le viene "de casualidad". Seg¨²n su relato, Folch se puso en contacto, en julio de 1980, con una empresa de seguridad norteamericana muy especializada para comprar unos equipos que ¨¦sta se dedicaba a comercializar, pero los productos que buscaba ten¨ªan un precio muy alto con los que ¨¦l no pod¨ªa entrar en el mercado espa?ol. Ante esto se pone en contacto con otra empresa, denominada Amstech, cuyo director es Korkala. Negocian sobre estos equipos, pero no llegan a formalizar la compra.
Llegada a Espa?a
A finales de septiembre de 1980, Korkala, que ya se encontraba huido de Estados Unidos, llega a Espa?a y llama a Folch desde el hotel Meli¨¢ Castilla, de Madrid. Resuelven citarse y cenan en el restaurante La Dorada, donde conversan sobre los referidos equipos y otros que pudieran interesar al mercado espa?ol, pero en ning¨²n momento Korkala insin¨²a nada extra?o o que pueda ser ilegal. Posiblemente est¨¢ tanteando a su posible comprador. Posteriormente, Korkala se desplaza desde el hotel Melia al Mayorazgo, porque dice que el primero no le gusta mucho. Uno de esos d¨ªas vuelve a entrevistarse con Folch para tratar de llegar a un acuerdo sobre los equipos electr¨®nicos y de desactivaci¨®n de explosivos de los que hab¨ªan hablado en su primera entrevista. El acuerdo no se concierta.Posteriormente, Korkala se desplaza a L¨ªbano, donde, seg¨²n el mismo manifest¨® a este peri¨®dico, lleva viviendo todo este tiempo. Desde esas fechas hasta su reciente visita no se vuelve a saber nada de ¨¦l en Espa?a, hasta que el mismo d¨ªa en que da comienzo la exposici¨®n Sicur-82 se presenta en el pabell¨®n de Halc¨®n e Ib¨¦rica. As¨ª contin¨²a algunos d¨ªas visitando la exposici¨®n, hasta que el d¨ªa 25 de febrero es detenido junto al pabell¨®n citado. Los testigos presenciales del hecho afirman que Korkala se qued¨® desconcertado, absolutamente blanco y con voz entrecortada. Algo le hab¨ªa fallado. Korkala escribe en un papel un nombre y un tel¨¦fono, pero uno de los polic¨ªas que le detiene tacha con su bol¨ªgrafo los n¨²meros escritos. Despu¨¦s es trasladado hasta las dependencias de la Direcci¨®n de Seguridad del Estado, donde fue interrogado. Los prop¨®sitos de Korkala en nuestro pa¨ªs son todav¨ªa una semiinc¨®gnita.
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