Teresa Berganza y su manera de sentir la m¨²sica espa?ola
Lo espa?ol en m¨²sica ha ocupado constantemente la atenci¨®n de Teresa Berganza. No en vano la cantante madrile?a siempre confes¨® que "cuanto hac¨ªa llevaba la marca de su pa¨ªs. Incluso mi voz ha sufrido las influencias caracter¨ªsticas del canto espa?ol".Su recital del viernes, en el Carlos III de San Lorenzo de El Escorial, supuso una larga demostraci¨®n de? arte de Teresa ante lo espa?ol de ayer y de hoy, culto y popular, aut¨¦ntico o fuertemente te?ido de italianismo. Tambi¨¦n sirvi¨® para evidenciar que la personalidad de Teresa se impone sobre estilos y autores, ¨¦pocas y circunstancias.
Yo no s¨¦ si los estilistas, buceadores de la historia, aprobar¨¢n al cien por cien la interpretaci¨®n que Teresa hace de nuestros vihuelistas del Renacimiento. Estoy seguro, en cambio, del atractivo irresistible del Dindirind¨ªn, de Fuenllana, el Romerico, de Juan del Enzina, o En la fuente del rosel, de Juan V¨¢zquez, seg¨²n los entiende, realiza y siente Teresa Berganza. En este concepto sentir se esconde la clave creadora del arte de Berganza. Si no vence -como venci¨® al p¨²blico que abarrotaba el coliseo cortesano de El Escorial-, queda poco lugar para pensar si nos convence. La colaboraci¨®n del estupendo m¨²sico y considerable laudista que es Jos¨¦ Miguel Moreno redonde¨® la belleza de la primera parte.
El valenciano Vicente Mart¨ªn y Soler, cuyo Arbol de Diana resucitar¨¢ dentro de unos d¨ªas en el Teatro de la Zarzuela, fue en tiempos de Mozart un autor superpopular. Si sus ¨®peras corr¨ªan por el mundo en pleno ¨¦xito, en los salones se tra¨ªan y llevaban sus madrigales, algunos de los cuales, pertenecientes a la colecci¨®n de Doce madrigales dedicados a las damas, cant¨® acompa?ada por Moreno a la guitarra. La gran creadora de tanto papel mozartiano dio a las atractivas canciones italianas m¨¢ximo brillo y entera autenticidad. Aqu¨ª no hay duda: venci¨® y convenci¨®.
Como lo hizo con el popularisimo imaginario de Joaqu¨ªn Rodrigo y el direct¨ªsimo, levemente armonizado por Garc¨ªa Lorca, Pastorcito santo, la Nana de Sevilla o Las tres hoas, renovaron, al gusto de nuestro tiempo, la m¨ªtica gracia de Conchita Supervia, tantas veces citada como antedecente de la Berganza.
Antes, Teresa Berganza expuso con soberbia nobleza y emocionada expresividad el romanticismo espa?olista de Enrique Granados en las Majas dolorosas, o el reverdecido setecientismo ciudadano de tonadillas como El tra la l¨¢ y El majo t¨ªmido. Ante las largas ovaciones, merecidas por la cantante y su colaborador Jos¨¦ Miguel Moreno, escuchamos todav¨ªa algunos encores, cierre incisivo de un singular¨ªsimo concierto.
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