La oposicion egipcia afirma que la restituci¨®n del Sina¨ª cierra la tregua concedida al presidente Mubarak
La evacuaci¨®n del Sina¨ª por parte de Israel, el pr¨®ximo domingo, abrir¨¢ una nueva p¨¢gina de las tensas relaciones existentes entre el presidente Hosni Mubarak y las fuerzas pol¨ªticas de la oposici¨®n legal, que hasta ahora se hab¨ªan guardado de atacarle frontalmente.Las dos grandes formaciones de esa oposici¨®n, el Partido del Trabajo de Ibrahim Chucri y la Uni¨®n de Fuerzas Progresistas de Jaled Mohieddine han expresado que Egipto debe, en adelante, adoptar una postura consecuente con las aspiraciones del mundo ¨¢rabe, apoyar a la resistencia palestina y permitir el regreso de los egipcios que recurrieron al exilio en los ¨²ltimos meses del mandato del fallecido Anuar el Sadat.
Los sectores integristas han adoptado una prudencia mayor, en buena parte por verse sometidos a la campa?a represiva iniciada por el r¨¦gimen egipcio desde septiembre del a?o pasado. Aunque el nivel de asistencia a las mezquitas m¨¢s d¨ªscolas ha aumentado, desde el nombramiento de Mubarak a la presidencia, los fundamentalistas no han firmado la paz ni concluido acuerdo t¨¢cito alguno con el r¨¦gimen.
Por el contrario, acusan a la polic¨ªa secreta egipcia (el Mujabarakt, de siniestra memoria), de seguir reprimiendo las actividades de quienes aseguran ser fieles seguidores de las leyes isl¨¢micas.
Los fundamentalistas culpan a Mubarak de haber firmado, en secreto, compromisos adicionales al tratado de paz egipcio-israel¨ª, por los cuales se aceptar¨ªa una rectificaci¨®n de la frontera, en la zona de Tabah, y se limitar¨ªa el apoyo a los palestinos de la zona de Gaza.
No obstante esas cr¨ªticas, oposici¨®n legal e integristas conceden a Mubarak el beneficio de la duda a la hora de situarlo pol¨ªticamente. Los dos sectores estiman que la solidez de la actual presidencia egipcia es muy relativa, habida cuenta de las presiones que realizar¨ªan Estados Unidos para mantener al rais en el camino de Sadat y las que est¨¢ haciendo el bloque socialista para reactivar sus relaciones.
La normalizaci¨®n entre Egipto y Arabia Saud¨ª es dada por seguro a plazo corto por la Prensa cairota, que no descarta que los petrod¨®lares de Riadh se sustituyan a la ayuda financiera norteamericana, lo que no dejar¨ªa de complacer, por otro lado, a Estados Unidos.
El balance econ¨®mico de la normalizaci¨®n egipcio-israel¨ª ha dejado mucho que desear tambi¨¦n, seg¨²n los israelies. El vasto mercado que supon¨ªan los 45 millones de egipcios no figura sino sobre el papel. Israel ha exportado en este pa¨ªs, desde la firma del tratado de paz, por menos de veinte millones de d¨®lares, mientras se esperaba llegar a cien millones anuales. Los egipcios son compradores potenciales, pero tienen los bolsillos escualidos y el ¨²nico producto israel¨ª que han podido adquirir f¨¢cilmente en los mercados son los pl¨¢tanos, cuyo cultivo tropieza con muchas dificultades en la regi¨®n del delta del Nilo, debido a la salinidad del terreno.
La evacuaci¨®n del Sina¨ª cierra, en este sentido, el par¨¦ntesis afectivo de las relaciones egipcio-israel¨ªes y abre las puertas de los grandes problemas que afectan a Egipto: la curva demogr¨¢fica galopante, la penosa situacion econ¨®mica y el deseo profundo de la mayor parte de la poblaci¨®n de restituir la fe isl¨¢mica, como una constante de la vitalidad ¨¢rabe.
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