?Adios al Reino Unido?
Hace unos a?os , en el Grand Palais de Par¨ªs, y en el marco de una exposici¨®n general de pintura prerrafaelista, tuve ocasi¨®n de ver, por vez primera, el famoso ¨®leo de Brown La ¨²ltima mirada sobre Inglaterra. El cuadro nos muestra a escultor Woolner y a su esposa en el barco que les aleja de su patria rumbo a Australia.La mirada de ambos personajes expresa la voluntad firme de confrontarse a las dificultades de la vida proyectada en el exilio, pero tambi¨¦n -Y sobre todo- la desesperanzada experiencia de la escisi¨®n, del adi¨®s a aquello que piara los protagonistas era, hasta entonces, matriz y horizonte exhaustivo de su exiqtencia.
El Reino Unido est¨¢ en la escena del cuadro, emergiendo como objeto perdido, objeto contemplado -¨²ltima mirada-, y as¨ª, objeto propiamente dicho.
El Reino Unido deja de ser ¨¢mbito u horizonte para venir a ser s¨ªmbolo de la carencia mediante la cual toda identidad se constituye: de ah¨ª que la escena del ¨®leo sea representaci¨®n paradigm¨¢tica no ya del drama de la emigraci¨®n, sino del drama de todo humano nacimiento.
En los ¨²ltimos d¨ªas, y con motivo del actual conflicto de las islas Falkland, he evocado varias veces el cuadro de Brown y revivido la melanc¨®lica impresi¨®n que de ¨¦l se desprende. Ciertamente, los habitantes de las islas no se transportan de sitio; mas, sin embargo -como en el cuadro-, el Reino Unido se pierde para ellos. Se pierde el Reino Unido -recordemos- para unos hombres y mujeres cuya lengua, instituciones, ritos y h¨¢bitos son exclusivamente ingleses; se pierde el Reino Unido para unos hombres y mujeres cuya ¨²nica singularidad respecto al resto de aquellos que ingleses se sienten y dicen es la no proximidad territorial.
Todo ser viviente identifica a un territorio como propio, m¨¢s tan s¨®lo el animal hace equivaler propiedad y proximidad. Para el viviente hablante propio es aquel territorio donde impera el sistema de signos que a uno le constituye, y en primer lugar, ese horizonte de toda significaci¨®n que es lenguaje; para el viviente hablante, espacio no es tan s¨®lo aquello que se encuentra f¨ªsicamente al alcance.
De ah¨ª que la reivindicaci¨®n de las islas en base a una menor lejan¨ªa (de hecho, ni siquiera se da aut¨¦ntica proximidad) respecto a Argentina constituye una especie de regresi¨®n a un orden presimb¨®lico y un aut¨¦ntico esc¨¢ndalo para la raz¨®n.
Ciertamente, no cab¨ªa esperar otra actitud de los pretorianos que hoy dirigen Argentina, pero causa tristeza que los maltrechos partidos de oposici¨®n no hayan resistido a la tentaci¨®n del oportunismo y se presten a energum¨¦nicas manifestaciones, cuyo objetivo real no es sino hacer olvidar al pueblo argentino d¨®nde reside su aut¨¦ntica llaga, su aut¨¦ntica alienaci¨®n.
Desde 1833, generaciones de pastores y pescadores de ballenas, de lengua y costumbres inglesas, han poblado y enriquecido un territorio hasta entonces desertado.
Desalentador ser¨ªa que, contra su voluntad, la mediaci¨®n del protector de tiranos, Alexander Haig, se concluyera para ellos en un nuevo adios al Reino Unido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.