La frialdad y las dudas presiden las relaciones Espa?a-Nicaragua
Desde el triunfo de la revoluci¨®n sandinista, en julio de 1979, el Gobierno espa?ol ha mantenido unas relaciones permanentemente dubitativas con el nuevo r¨¦gimen nicarag¨¹ense. Algunos convenios econ¨®micos y la renegociaci¨®n de la deuda externa que Nicaragua ten¨ªa contra¨ªda con Espa?a, no bastan para ocultar un distanciamiento pol¨ªtico evidente y una relaci¨®n diplom¨¢tica presidida por la frialdad. A veces ha dado incluso la impresi¨®n de que el palacio de Santa Cruz tiene frente al r¨¦gimen sandinista id¨¦nticos reparos que ante la pl¨¦yade de dictaduras militares del continente americano.Cuando Adolfo Su¨¢rez tuvo sus veleidades de no alineado,'program¨® un viaje a Nicaragua que nunca lleg¨® a realizar. El atlantismo definido de Calvo Sotelo no deja espacio para retomar esta visita oficial, ni siquiera a nivel de canciller. Parecer¨ªa que la diplomacia espa?ola ha asumido que Managua es un coto de Felipe Gonz¨¢lez.
P¨¦rez-Llorca expuso dos meses atr¨¢s, en M¨¦xico, las l¨ªneas maestras de la acci¨®n exterior espa?ola en Am¨¦rica Latina: mantenimiento de relaciones diplom¨¢ticas con todos los pa¨ªses siempre que se pueda (referencia indirecta al caso de Guatemala), pero sin la neutralidad pol¨ªtica del r¨¦gimen anterior, con un ¨¦nfasis en los lazos con los sistemas democr¨¢ticos y respetuosos de los derechos humanos.
Como enunciado resulta irreprochable. A la hora de poner pie a tierra se dir¨ªa que P¨¦rez-Llorca incluye a Nicaragua en el paquete de pa¨ªses totalitarios.
En su conferencia de Prensa de M¨¦xico, el canciller espa?ol dedic¨® un par de p¨¢rrafos a los sandinistas, ambos para poner en duda sus verdaderas intenciones democr¨¢ticas: "Deben explicar", dijo, "qu¨¦ quieren decir cuando anuncian que las elecciones previstas para 1985, un plazo que se nos antoja demasiado largo, no van a ser unas elecciones burguesas". Se mostr¨® preocupado igualmente por "los s¨ªntomas totalitarios que se advierten en Nicaragua".
Reticencias
Resultaba curioso ver al ministro espa?ol alternando sus condenas a las atrocidades de la junta salvadore?a con sus dudas sobre los sandinistas, como si tuviera que hacerse perdonar algo ante el gran inquisidor de Estados Unidos.
P¨¦rez-Llorca se siente, evidentemente, inc¨®modo ante estos sandinistas que hacen por una parte profesi¨®n de fe marxista y por la otra prometen garantizar un sistema de libertades y de econom¨ªa mixta.
Como todo proceso pol¨ªtico no consolidado, el nicarag¨¹ense puede conducir a cualquier parte. Ni siquiera la Internacional Socialista, que ha sido el principal sost¨¦n diplom¨¢tico de los sandinistas, tiene una actitud un¨ªvoca, pero todav¨ªa mantiene abierto un margen de confianza, en el convencimiento de que de esta forma est¨¢ contribuyendo, adem¨¢s, a que el r¨¦gimen nicarag¨¹ense no sienta la tentaci¨®n definitiva de meterse en la ¨®rbita sovi¨¦tica. A veces, sobre todo en privado, da la sensaci¨®n de que P¨¦rez-Llorca ya ha cerrado el cap¨ªtulo nicarag¨¹ense, convencido de que los sandinistas han rebasado el punto de no retorno hacia el comunismo.
Ni siquiera con Cuba ha habido una pol¨ªtica tan fr¨ªa como con Nicaragua. Es posible que no sea ajeno al hecho de que los norteamericanos aceptaron hace ya muchos a?os, desde los tiempos de Franco, que Espa?a seguir¨ªa manteniendo relaciones con Castro como jefe de Estado de una naci¨®n de habla espa?ola.
Amigos inc¨®modos
Es cierto que los nicarag¨¹enses son unos amigos inc¨®modos, que piden mucho y nada pueden ofrecer a cambio. Pero Nicaragua no hace sino acogerse a ese principio de relaciones especiales que Espa?a dice tener con Am¨¦rica Latina.
Con ocasi¨®n de visitas rec¨ªprocas, el Gobierno sandinista ha pedido insistentemente a Espa?a que juegue un papel m¨¢s activo en la pacificaci¨®n de Centroam¨¦rica y en un eventual proceso de negociaci¨®n entre Nicaragua y Estados Unidos. M¨¢s all¨¢ de su adhesi¨®n gen¨¦rica al principio de no intervenci¨®n, la canciller¨ªa espa?ola parece remisa a jugar un papel activo en este proceso. Una vez m¨¢s, s¨®lo el PSOE se muestra dispuesto a entrar a fondo en el tema.
Alg¨²n incidente protocolario ha venido en el pasado a enturbiar a¨²n m¨¢s las relaciones mutuas. Como el hecho de que Su¨¢rez no recibiese tiempo atr¨¢s a una representaci¨®n de la Junta de Gobierno, aunque pudiera alegar en su defensa que ese mismo d¨ªa su padre hab¨ªa sido internado en una cl¨ªnica.
M¨¢s recientemente, un suceso algo confuso ha despertado recelos en Nicaragua respecto a la Embajada espa?ola. Una de las personas implicadas en un plan de sabotajes era un venezolano de origen espa?ol a quien se hab¨ªa ocupado un pasaporte entregado recientemente por la Embajada de Espa?a en Managua.
Con la justificada psicosis que existe en este pa¨ªs no es extra?o que algunos funcionarios sandinistas tratasen de ver incluso posibles tramas contrarrevolucionarias.
Como en muchos otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, s¨®lo las relaciones econ¨®micas salvan parcialmente la dejaci¨®n que a menudo hace Espa?a de su presencia pol¨ªtica en este continente. El Gobierno espa?ol dio todo tipo de facilidades para renegociar la deuda que el r¨¦gimen somocista ten¨ªa contra¨ªda y hasta ahora los sandinistas han venido pagando.
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