No s¨®lo defraudan los ricos
Parece como si la reforma fiscal fuera el tonto de circo que recibe todas las bofetadas. Le llueven tanto desde las primeras filas de butacas, donde se sientan los empresarios contestatarios y los integristas, como desde las generales, en las que acampan los economistas progres y los oponentes pol¨ªticos. Aqu¨¦llos se lamentan de que esta reforma es nada menos que confiscatoria o que no era el momento oportuno para hacerla, con todo lo que esto sugiere sobre las socorridas revoluciones pendientes; ¨¦stos, de que se refuerza la presi¨®n impositiva, y, sin embargo, parecen tener bula fiscal los ricos y los poderosos. Y para completar este orfe¨®n discordante surge de cuando en cuando alguna voz de alguien que, con mayor o menor bagaje t¨¦cnico y tina buena voluntad, que se le supone, origina m¨¢s confusi¨®n que orden en este campo de Agramante fiscal.Este caso es el que parece darse, a mi juicio, en el art¨ªculo de X. Alvarez Corbacho que, con el t¨ªtulo de El fraude fiscal en Espa?a, se public¨® ha poco en EL PA?S, replicado posteriormente por C¨¦sar Albi?ana y duplicado por el anterior a rengl¨®n seguido.
El articulista, a trav¨¦s de una arriesgada confrontaci¨®n entr¨¦ la distribuci¨®n de, la renta familiar en Espa?a y la declarada por los contribuyentes en el impuesto sobre la renta, deduce que existe una amplia bolsa de defraudaci¨®n entre los contribuyentes de m¨¢s altos niveles de ingresos, afirmaci¨®n que, teniendo su parte de verdad, se utiliza con un soterrado tinte demag¨®gico. Pero lo que ya resulta gratuito e indefendible es achacar. este problema a "escasa voluntad pol¨ªtica para hacer cumplir la legalidad vigente", como textualmente dice el articulista. Parecer¨ªa, pues, que el Ministerio de Hacienda s¨¦ hubiera hecho padrino de la llamada contrarreforma fiscal y estuviera propiciando c¨®modos refugios tributarios para sus compa?eros de posici¨®n social y pol¨ªtica.
Que existen en nuestro pa¨ªs muchos contribuyentes remisos a pagar sus impuestos nadie lo duda. Despu¨¦s de tantos a?os de un sistema fiscal "regresivo, brutalmente injusto y t¨¦cnicamente deficiente", como muy bien dice el se?or Alvarez, no pod¨ªa ocurrir otra cosa, pero tampoco se puede pretender que en un plazo de apenas dos a?os -desde el nuevo impuesto sobre la renta- se culmine un sistema fiscal perfecto, sin huecos, ni desfallecimientos
Estas notas s¨®lo pretenden aclarar ciertos puntos sobre el tan candente tema de las bolsas de defraudadores -o de no declarantes, seg¨²n amable eufemismo del ministro de Hacienda- y quitar hierro a la tesis del se?or X. Alvarez -la localizaci¨®n casi exclusiva de la gran defraudaci¨®n en los altos niveles de rentas-.
Dice el articulista que, seg¨²n cuadro n¨²mero 1, hab¨ªa en Espa?a, en 1974, 34.986 familias con ingresos superiores a 5.000.000 de pesetas, usufructuando ¨¦stas 481.091 millones de rentas, cuya equivalencia en 1979 ser¨ªa de 1.115.167 millones. Sin embargo, y siempre siguiendo al autor, en el a?o 1979 -cuadro n¨²mero 2- s¨®lo aparecen como declarantes en el impuesto sobre la renta 14.502 unidades familiares con ingresos superiores a 5.000.000, y las rentas declaradas s¨®lo llegaban a 120.816 millones. De aqu¨ª infiere el articulista que el 90% de las familias con estos altos niveles de rentas no declararon a la Hacienda p¨²blica. Esto no deja de ser un error de c¨¢lculo o una interpretaci¨®n elemental de las cifras de ambos estados. Porque para alcanzar una visi¨®n total del problema hay tambi¨¦n que estudiar los tramos de rentas anteriores. Por ejemplo, en 1974 -cuadro n¨²mero 1- hab¨ªa 243.149 unidades familiares con ingresos, entre 1.000.000 y 5.000.000 de pesetas, y, sin embargo, en 1979 fueron nada menos que 982.149 familias las que presentaron declaraci¨®n a estos niveles de rentas. Y en el primer escal¨®n de los cuadros, familias con rentas inferiores a 1.000.000 de pesetas, de las que hay 8.880.070, s¨®lo presentaron declaraci¨®n, en 1979, 4.043.627. En consecuencia, de la vista de estos datos lo ¨²nico claro que se deduce es que millones de unidades familiares no ingresan nada en absoluto. Si los defraudadores est¨¢n entre los acaudalados o entre los de rentas entecas es ya imposible de determinar. Apareciendo con meridiana claridad que hay muchos m¨¢s declarantes en los niveles de.uno a cinco millones de pesetas -m¨¢s de 700.000- que familias con tales rentas, seg¨²n muestra el cuadro n¨²mero 1, lo l¨®gico es suponer que ese 90% de privilegiados defraudadores que el autor supone que residen en alg¨²n extra?o limbo fiscal inmune a la acci¨®n de los inspectores de Hacienda, lo que han hecho, simplemente, es declarar menos rentas de las que perciben y, por tanto han pasado al tramo inferior. lesultado conocido y obvio, para llegar al cual huelgan tantos c¨¢lculos como los que, el autor h¨¢ce.
Y es m¨¢s. Esos 4.000.000 de unidades familiares que en los niveles bajos de ingresos no presentan de claraci¨®n, aun deduciendo de dicha cifra los ¨¦xentos, podr¨ªa supo ner una bolsa de defraudaci¨®n su perior a la que haya podido producir el famoso 90% de defraudadores qu¨¦ el se?or Alvarez trajo a colaci¨®n. Que no son s¨®lo los ricos los que defraudan.
Esto nos lleva de la mano a enjuiciar a sectores econ¨®micos que tributan muy escasamente, y de los que se habla mucho menos. No est¨¢n en altos niveles de ingresos, pero, dado su n¨²mero, las cantidades ocultadas son ingentes.
Y no vamos a referirnos ni a la agricultura, problema fiscal conocido y com¨²n a casi todos los pa¨ªses europeos, ni a los profesionales, que ofrecen id¨¦nticas notas de generalidad. Pese a que no les guste a la CEPYME y al PSOE, vamos a referirnos al complejo mundo empresarial del peque?o comercio, los servicios y profesiones de segunda fila, que representan quiz¨¢ la zona de no declarantes de mayor entidad, pese a que en el art¨ªculo del se?or Alvarez se les despacha como actividad de menor cuant¨ªa.
De acuerdo con los datos que se vienen recogiendo desde hace un par de a?os de establecimientos comerciales con tienda abierta al p¨²blico, puede ya obtenerse una especie de radiograf¨ªa fiscal de estas actividades. Se ha hecho un muestreo de 1.751 comercios, situados en veintid¨®s calles de la capital de tipo medio, y tambi¨¦n se han computado los datos de la totalidad de establecimientos en dos actividades tan dispares como pueden ser los pubs y los servicios de alimentaci¨®n.
Estos son los datos obtenidos, referidos exclusivamente a actividades ejercidas por personas f¨ªsicas.
Y este grado de incumplimiento de las, obligacjones fiscales, que alcanza a m¨¢s de un tercio de los comerciantes , con tienda abierta, se agrava cuando se trata de actividades que carecen de signos externos de su ejercicio o ¨¦stos son cambiantes, como es el caso defontaneros, instaladores, taxistas, constructores, transportistas, etc¨¦tera. Y en esta provincia hay, aproximadamente, 200.000 contribuyentes de la primera clase y 100.000 de la segunda. Se acercan a 3.000.000 en todo el territorio nacional, con una ocultaci¨®n de impuestos no inferior a 100.000 millones de pesetas.
Y para terminar, dada la imposibilidad de extenderse sobre otras bolsas de no declarantes, citemos las actividades auxiliares del espect¨¢culo, tan vers¨¢tiles, cambiantes y poco localizables, ese frondoso mundo subterr¨¢neo de los trabajos a domicilio y marginales, intermediarios de toda laya, and last but not least, esa ¨²ltima plaga biblica de las m¨¢quinas, tan gr¨¢ficamente denominadas tragaperras, cuyas insaciables fauces van a acabar devorando m¨¢s dinero al espa?ol que el propio fisco. Se calcula que entran en ellas m¨¢s de un bill¨®n de pesetas anuales.
Conv¨¦nzase, se?or Alvarez, que no falta voluntad pol¨ªtica para llevar adelante tan ingente y compleja reforma. Lo que faltan son medios, y, sobre todo, una mayor concienciaci¨®n del contribuyente, lo que, como dice C¨¦sar Albi?ana en su r¨¦plica al art¨ªculo que comentamos, "ha de construirse de forma compartida desde la escuela". Y la escuela, ya sabe, hasta ahora se preocup¨® m¨¢s de las virtudes teologales que de las c¨ªvicas.
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