Ni los m¨¢s fieles 'curristas'
Del alambique de los tendidos destilaba ayer un l¨ªquido viscoso, de aroma dif¨ªcilmente penetrable, producto de la forzada maceraci¨®n de entusiasmos frustrados, fidelidades solubles y admiraciones desenga?adas. Despu¨¦s de ayer ya no es posible la paz. No hay f¨®rmula de reconciliaci¨®n con las primeras figuras. Se impone una retirada incondicional, como paso ineludible para la instalaci¨®n de una nueva filosof¨ªa. Ni los m¨¢s fieles curristas discutir¨¢n la absoluta necesidad de adoptar una decisi¨®n tan dr¨¢stica.La verdadera lectura de la jornada decimotercera en la feria de san Isidro indica que ya no existen incondicionales simples. Ha pasado la ¨¦poca de la presencia afectuosa, del aplauso otorgado a priori. Los aficionados del clavel y de la seda empezaron ayer a estar hartos. Las cosas han llegado a tal extremo que el presidente de la corrida, Garc¨ªa Conde, en uso leg¨ªtimo de su deber de mentor de los derechos de los aficionados, ha propuesto la inhabilitaci¨®n de Curro Romero y su picador Diego Mazo. Es la m¨¢xima sanci¨®n que contempla el reglamento taurino
Ni una sonrisa. Ni un ol¨¦. La ant¨ªtesis de lo que es la fiesta de los toros. Coches celulares esperando a los estafadores. Simple aplicaci¨®n de los reglamentos. Recu¨¦rdese: al amigo, eso; al enemigo, por eso; al indiferente, la reglamentaci¨®n vigente. Y hay indiferentes a espuertas.
Los ganaderos, en corporaci¨®n, ofrecieron un gesto compensatorio. Presentaron, con cierta solemnidad, el cat¨¢logo correspondiente a este a?o de los integrantes de la Uni¨®n de Criadores de Toros de Lidia, la asociaci¨®n profesional mayoritaria en esta actividad taurina. Hicieron p¨²blica promesa de vigilar la pureza de los certificados de nacimiento de los toros, de imponer las m¨¢ximas sanciones que registra el reglamento para los miembros que vulneren las normas internas y anunciaron su intenci¨®n de llegar hasta el final con su recurso para que sea modificada una reciente disposici¨®n sobre las f¨®rmulas de presentaci¨®n epid¨¦rmica de la edad de los toros.
Estuvieron bien en la intenci¨®n. Manifestaron su aceptaci¨®n de la cr¨ªtica, sea del tono que sea, como proyecci¨®n del libre pensamiento de los aficionados. Lament¨¢ronse (con un punto de injusticia), por las consideraciones corporativas. Y se?alaron expl¨ªcitamente y pudo tomarse como resultado de un acto notarial, que luchar¨¢n desde su personalidad jur¨ªdica contra el afeitado de los toros,
Babelia
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