La tripulaci¨®n del 'Sheffield' no olvidar¨¢ su primera experiencia de lo que es la guerra moderna
"Estamos hablando de segundos, no de minutos", declar¨® ayer en Oxford, a su llegada de la isla de Ascensi¨®n, James Sam Salt, capit¨¢n del destructor Sheffield, destruido por un misil Exocet, el 4 de mayo, en el Atl¨¢ntico sur. En esos segundos, el buque se puso al rojo vivo. Cuatro horas y media despu¨¦s, Salt daba la orden de abandonar el nav¨ªo. Veinte muertos. La tripulaci¨®n del Sheffield nunca olvidar¨¢ esta su primera experiencia de la guerra moderna.
Dos aviones Super Etendard se aproximaron al destructor y lanzaron sus misiles Exocet. S¨®lo uno de ellos hizo blanco. En cubierta, el teniente Briari Leyshon, piloto de helic¨®ptero, vio con sus ojos horrorizados acercarse el misil. "Ven¨ªa raseando el agua, con peque?os sobresaltos... estaba fascinado mir¨¢ndolo. Puede parecer est¨²pido, pero ni siquiera me puse a cubierto".Sam Salt, en el puente de mando, detect¨® el misil en el radar, pero s¨®lo dispuso de unos segundos para dar una sola orden: "A cubierto". El misil lleg¨® a alt¨ªsima velocidad, a menos de cuatro metros de la cubierta. "Tres o cuatro segundos despu¨¦s de que lo vi¨¦ramos, el misil hac¨ªa un impacto devastador en el centro del barco. Entr¨® a trav¨¦s de dos amplios cornpartimentos en la sala de operaciones y enseguida hizo explosi¨®n".
"S¨¦ que puede resultar incre¨ªble", se?al¨® Sam Salt, "pero en menos de quince o veinte segundos toda la parte central del buque estaba llena de humo negro, acre y punzante".
Los incendios se multiplicaron, el fuego se ampli¨®. El sistema de agua para apagarlos hab¨ªa quedado paralizado. Varias partes del buque estaban al rojo -de hecho, blanco- vivo.
Orden de abandonar el barco
El fuego se acerc¨® a una de las rec¨¢maras del dep¨®sito de misiles. Despu¨¦s de luchar, con la ayuda de dos fragatas y cinco helic¨®pteros, durante cuatro horas y media contra el fuego, Sam Salt daba a la tripulaci¨®n la orden de abandonar el buque.
A su lado, la fragat¨¢ Yarmouth disparaba sus torpedos contra lo que cre¨ªa ser un submarino argentino.
Durante tres d¨ªas, el Sheffield sigui¨® quem¨¢ndose. Al quinto d¨ªa, cuando estaba siendo remolcado, el destructor, a¨²n caliente, se vino a pique. Veinte muertos. 216 miembros de la tripulaci¨®n se salvaron, algunos con graves quemaduras. Era el primer buque que el Reino Unido perd¨ªa en esta guerra.
Los supervivientes llegaron ayer de la isla de la Ascensi¨®n, a la base aerea de Brize Norton, certa de Oxford, donde recibieron una bienvenida de h¨¦roes, y al capit¨¢n Sam Salt se le saltaban las l¨¢grimas.
Estupefacci¨®n brit¨¢nica
Con el mort¨ªfero ataque contra el Sheffield, el Reino Unido recibi¨® una bofetada que le mostr¨® la realidad terrible de una guerra. El desastre dej¨® al pa¨ªs con la boca abierta.
La Prensa conservadora brit¨¢nica reaccion¨® con un tono digno del Marco Antonio de Shakespeare: "El esp¨ªritu de C¨¦sar gritar¨¢ 'destrucci¨®n' y soltar¨¢ a los perros de la guerra".
Varios diputados conservadores, como Winston Churchill y Alan Clark, pidieron que las fuerzas del Reino Unido bombardeasen las bases a¨¦reas argentinas en el continente para acabar con su superioridad a¨¦rea.
Al d¨ªa siguiente del desastre, el Ministerio de Defensa brit¨¢nico hab¨ªa se?alado que, entre muertos, desaparecidos y heridos se contaban 87 hombres.
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