Reino Unido-EE UU, una vieja alianza
No se entiende bien la sorpresa de Latinoam¨¦rica ante la postura de Norteam¨¦rica en el conflicto del Atl¨¢ntico sur. La cronolog¨ªa de los hechos de las Malvinas, desde 1831 hasta la fecha, muestra la coherencia de Estados Unidos en este tema. La doctrina Monroe s¨®lo sirvi¨® a los intereses y la voracidad del coloso del Norte. Viejos entendimientos con los brit¨¢nicos en este y otros temas inherentes a Latinoam¨¦rica.
Desde 1770 hasta 1811, las Malvinas fueron gobernadas por espa?oles. En total, diecinueve gobernadores, de los cuales dos nacieron en el Nuevo Mundo. Entre 1823 y 1832 hubo tres argentinos al frente de las islas, hasta el 3 de enero de 1833. De acuerdo a la jurisprudencia internacional de la ¨¦poca, y tal como lo describe el m¨ªtico capit¨¢n ingl¨¦s James Weddell en su libro A voyage towards the South Pole (London, 1825, p¨¢gina 11): "En la cercan¨ªa del Puerto Soledad ocurri¨® la formal y solemne toma de posesi¨®n del Gobierno de Buenos Aires, leyendo vestido de gala el capit¨¢n argentino y toda su oficialidad una declaraci¨®n bajo sus colores plantados en el fuerte en ruinas, y saludado con salvas de veinti¨²n ca?onazos en presencia de una multitud de barcos, de los cuales nueve eran ingleses" y diez norteamericanos.El 30 de junio de 1831, ante las constantes violaciones de los mares territoriales, el gobernador Vernet apresa tres barcos estadounidenses infractores de las leyes del nuevo Estado que prohib¨ªan "la pesca y la caza en dicho punto". Uno de ellos se escapa; el otro llega a un acuerdo, y el tercero, la goleta Harrier, es conducida detenida a Buenos Aires, de acuerdo a las leyes del Gobierno. El embajador norteamericano en Buenos Aires, John Forbes, acababa de fallecer, y los asuntos diplom¨¢ticos los llevaba el c¨®nsul George Slacum, "individuo carente en absoluto de experiencia diplom¨¢tica y falto de tacto y de juicio", seg¨²n el historiador norteamericano Julius Goebel.
El incre¨ªble c¨®nsul declar¨® que el Gobierno argentino "no ten¨ªa jurisdicci¨®n sobre las Malvinas y Tierra del Fuego" y carec¨ªa de autoridad para restringir los derechos de pesca a los ciudadanos de Estados Unidos. Declar¨® pirata a Luis Vernet, gobernador de las Malvinas, y pidi¨® su traslado a Norteam¨¦rica para ser juzgado. Seguidamente hizo bajar a Buenos Aires al comandante de uno de los barcos armados de su pa¨ªs que se hallaba fondeado en Montevideo, la corbeta Lexington, y le encarg¨® que "hiciera justicia en el pleito por su propia cuenta".
Era el per¨ªodo del presidente Andrew Jackson. Con el objetivo demarcado de "proteger a los ciudadanos y al comercio de Estados Unidos", el capit¨¢n Silas Duncan le puso bandera francesa a la Lexington (actitud no bien calificada en la marina internacional), lleg¨® a las Malvinas y cumpli¨® su prop¨®sito. Apres¨® al director de pesca local, inutiliz¨® los ca?ones del fuerte, incendi¨® el polvor¨ªn, destruy¨® los armamentos, saque¨® los edificios, mat¨® al ganado a balazos, persigui¨® a los colonos y condujo detenidos a dos de ellos.
Adem¨¢s, se llev¨® los cargamentos de pieles, aduciendo que eran de barcos norteamericanos, colocaron bandos anunciando la ruina definitiva de la colonia y se "proclam¨® a las islas libres de todo Gobierno", como especifica noblemente la Enciclopedia brit¨¢nica. Pese a que la Corte Federal de Massachusetts da la raz¨®n a Argentina y a las incontables notas reclamatorias de este pa¨ªs, el Gobierno de Estados Unidos no ha reconocido oficialmente hasta la fecha el agravio y la debida reparaci¨®n a bienes y bandera argentinos. Las relaciones entre ambos pa¨ªses estuvieron rotas durante un tiempo debido a este incidente, que "abri¨® la puerta a la penetraci¨®n inglesa" en las islas un a?o m¨¢s tarde.
El 22 de enero de 1833, el capit¨¢n Onslaw, al frente de la corbeta Clio, intima al argentino Pinedo a abandonar las islas y enarbola el estandarte ingl¨¦s en lugar del argentino.
La 'doctrina Monroe'
Cuando se produjo esta flagrante violaci¨®n del derecho, hac¨ªa diez a?os que Estados Unidos hab¨ªa proclamado ante el mundo civilizado la doctrina de su presidente Monroe, destinada en su enunciado (Am¨¦rica para los americanos) a resguardar precisamente la integridad territorial de Am¨¦rica frente al auge de la pol¨ªtica colonial europea. Sin embargo, en esta emergencia, EE UU observ¨® una actitud de ignorancia total.
Tampoco aplicaron la doctrina Monroe los norteamericanos cuando el bloqueo anglo-franc¨¦s en el R¨ªo de la Plata, en 1845 (cuarta invasi¨®n inglesa a Argentina); ni en el mismo a?o, cuando Inglaterra tom¨® posesi¨®n de Belice; ni en 1838, cuando Francia bloque¨® puertos argentinos; ni en 1844, al bloquear el Reino Unido el puerto de San Juan, de Nicaragua; ni en 1863, cuando apres¨® nav¨ªos brasile?os; ni cuando, en 1864, Napole¨®n fund¨® en M¨¦xico el imperio de Maximiliano de Austria.
Al consagrarse la doctrina Monroe, Argentina recurre inmediatamente e invoca la misma por la ocupaci¨®n brit¨¢nica de las Malvinas. El Gobierno norteamericano, que no deseaba satisfacciones a la reclamaci¨®n por el atentado de la Lexington, encontr¨® una original interpretaci¨®n a la susodicha doctrina, declarando que no ten¨ªa efectos retroactivos. La exacta interpretaci¨®n de la doctrina hubiera obligado a Estados Unidos a salir en defensa de los derechos argentinos
El Gobierno norteamericano se alegraba de que el Reino Unido y Francia comprometieran fuerzas en cualquier parte del mundo y no interfirieran en la anexi¨®n -norteamericana- de California...". El conocido pensador norteamericano Arthur Whitaker, en su libro La Argentina y Estados Unidos, expresa textualmente: "Como todo escolar sabe, la aplicaci¨®n de la doctrina Monroe vari¨® siempre con el tiempo. Cada vez que se produc¨ªa una crisis, los dirigentes pol¨ªticos de Washington parec¨ªan dudar si la Argentina estaba en su esfera de acci¨®n...". Tal vez pueda decirse lo mismo respecto de Guatemala o Venezuela...
El ministro ingl¨¦s Canning (que tiene una calle en Buenos Aires con su nombre) propuso un pacto a Estados Unidos, con el fija de unirse, expresando que no intentaban adue?arse de ninguna porci¨®n de los nuevos Estados e incluso que no aceptar¨ªan de buen grado la transferencia de una parte de ellos a otra potencia. John Quincy Adams, del Gabinete de Monroe, combati¨® duramente esta propuesta.
En su mensaje de 1885, el presidente de Estados Unidos Grover Cleveland consider¨® la reclamaci¨®n argentina por el atropello de la Lexington, "totalmente desprovista de fundamento", calificando al establecimiento del gobernador Vernet de piratical colony y aseverando que exist¨ªa una derelict condition in the island. Lo cierto es que la actitud norteamericana declarando a las islas Malvinas tierra de nadie incit¨® al Reino Unido a utilizar la fuerza y adue?arse del archipi¨¦lago.
"La disputa entre Estados Unidos y Buenos Aires fue aprovechada por el representante ingl¨¦s, quien dijo a Slacum que las Provincias Unidas no ten¨ªan derecho leg¨ªtimo a las islas Malvinas y, que Gran Breta?a nunca hab¨ªa renunciado al suyo, afirmaci¨®n esta que estimul¨® la resistencia del c¨®nsul norteamericano a las pretensiones argentinas y que ¨¦ste se apresur¨® a transmitir a Washington para mejor justificaci¨®n de sus actos". Goebel afirma que Slacum, el c¨®nsul norteamericano, inform¨® a Estados Unidos de una entrevista con el ministro brit¨¢nico Fox y el c¨®nsul general Parish, expresando por primera vez un sentimiento de inquietud acerca de los posibles prop¨®sitos del Reino Unido con respecto a las islas Malvinas.
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