Lola Flores se sale de madre
Nunca Lola Flores se dio con tan hermosa y triunfal desmesura como a lo largo de la madrugada de anteayer, durante su presentaci¨®n en la madrile?a sala Windsor, escenario abrasador donde permanecer¨¢ hasta ma?ana. Estuvo de no cre¨¦rselo. Hasta el punto de derretir, en sacrilegio m¨¢s que perdonable, los versos eucar¨ªsticos de Unamuno: "Amor de ti nos quema, negro cuerpo;/ amor que es hambre, amor de las entra?as; hambre de la palabra creadora que se hizo carne; fiero amor de vida / que no se sacia con abrazos, besos, / ni con enlace conyugal alguno". No en balde repet¨ªa el pintor Antonio Saura, hechizado por el ardor dolorido de la imagen gitana: "Es como el Cristo de Vel¨¢zquez".Y es esperp¨¦ntica y bonita como la blanca luna en la estrellada noche, negra cual la abundosa cabellera negra del nazareno. En procesi¨®n de la memoria, abanic¨¢ndose con garbo inimitable, trae peineta y bata rosa de cola, salta con mayor chispa que la del pensamiento, derrama sangre mora de jerezana, se pega bofetadas que son espuelas, y convierte su pecho en el mapa de Espa?a.
Ella determina la at¨®nica evidencia: "Yo soy la Lola". En su boca trae el gusto raro a, hiel, a menta y a albahaca. En su perfecci¨®n parada, inm¨®vil, as¨ª se anima: .?Hala!". Y de lo rancio, una insipida canci¨®n de Julio Iglesias, arranca el estupor, lame las s¨ªlabas palmo a palmo, inyecta silbos largos, derriba los cristales pasteleros con viento huracanado. Ella s¨ª que sabe: pasar del no-no-no desflecado al tajo afirmativo en el moreno y verde laurel.
Estrena Mi Mundial 82: "Y no para hacerle la pelota a nadie, que a m¨ª no me falta trabajo sin necesidad de Saporta". Se imagina un bal¨®n en el aire, al que acaricia con equ¨ªvocos gestos. Inventa la ausencia. Deja a la espera la voz anaranjada y caliente de Chocolate. Y reaparece entr¨² blancos flecos, zumb¨¢ndole a Lyz Taylor en las comparaciones, para proclamar su derecho a hacer lo que ella quiera en el terreno movedizo de? amor. Luego, de la mano angelical de Juan Gabriel, introduce el choteo vengativo, el plumaje canallesco, el escarnio, hasta tocarse incluso lo intocable para decir: "Lo que, yo tengo de m¨¢s...".
Metaf¨ªsica al rojo vivo
En sus discursos se pone metaf¨ªsica al rojo vivo: "?C¨®mo soy? ?De qu¨¦ modo voy? ?Qu¨¦ siento? ?Qu¨¦ no siento?". Esa interrogaci¨®n met¨®dica merecer¨ªa una beca del Banco Urquijo. Pero Lola, sin precisar ayuda alguna, cada vez se coloca mejor el micr¨®fono entre las tetas. Y hacia ese altar murmura: .?Qu¨¦ sabe nadie?"Sabe ella recitar desde su propia eternidad un poema antiabortista. El p¨²blico llora. ?Elogio a la dicci¨®n de la int¨¦rprete o mala conciencia? El luto se transforma en ¨ªmpetu: Lola Flores saluda a todo quisque, cuenta sus aventuras y desventuras, abraza a su madre. Como avispa imprevista, proclama: "Soy Lolita Hierro". Se autoestimula: "?Que no decaiga la cosa!".
Y, en efecto, la cosa no decae. Lola baila m¨¢s f¨¦rreamente que nunca, se desboca, se sale de madre. Reina del claroscuro, palpa, al igual que un ciego, la honda presencia volandera de sus carnes. Ha sido un fest¨ªn. Si alguien lo duda o no cree en los milagros, que vaya a verla y aplace el suicidio.
Babelia
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