Cr¨®nica de una muerte anunciada
El ¨¦xito principal de Bruguera lo constituye, sin duda, la publicaci¨®n, en mayo del a?o pasado, de la ¨²ltima novela de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, cuyo t¨ªtulo, Cr¨®nica de una muerte anunciada, a la vista de la crisis de su editor, podr¨ªa alumbrar uno de los geniales relatos cortos del escritor colombiano. Un relato sobre nombres, coincidencias y fatalidades.Pero no hay, en principio, relaci¨®n causal entre la novela de Garc¨ªa M¨¢rquez y la actual agon¨ªa, en el sentido literal de la palabra, de la editorial Bruguera. En efecto, todas las fuentes consultadas coinciden en asegurar que la breve y brillante novela del autor de Cien a?os de soledad fue un ¨¦xito editorial seguro y el acontecimiento m¨¢s importante del mundo de habla hispana.
Varios fueron los factores que contribuyeron al espectacular lanzamiento de la Cr¨®nica de una muerte anunciada. Garc¨ªa M¨¢rquez hab¨ªa vendido m¨¢s de 20 millones de ejemplares de sus otros textos. El novelista publicaba con regularidad magistrales art¨ªculos en varios pa¨ªses y sobre muy diversos temas. Se estaba prodigando en una dura y valiente actividad pol¨ªtica, que terminar¨ªa arroj¨¢ndole a un exilio temeroso. Y gustaba recordar que no publicar¨ªa una nueva novela hasta contemplar personalmente la caida de la sangrienta dictadura de Pinochet. Adem¨¢s, Garc¨ªa M¨¢rquez se declaraba convencido de que la pr¨®xima iba a ser su mejor obra.
En esa situaci¨®n, Cr¨®nica de una muerte anunciada se anunciaba, sin redundancias, como un gran acontecimiento. Y lo fue. La novela sali¨® a la calle el mismo d¨ªa en varios pa¨ªses y, s¨®lo en Espa?a, alcanzaba los 35.000 ejemplares de venta en las primeras 24 horas. Nunca se hab¨ªa visto tal inter¨¦s por otro escritor y no fueron pocos los que volvieron a recordar la frase del poeta chileno Pablo Neruda, que ve¨ªa en Garc¨ªa M¨¢rquez "el mejor escritor en lengua castellana desde Cervantes". Pero, al margen de las ventas, quiz¨¢s la editorial Bruguera calcul¨® mal los costos de un lanzamiento que, por primera vez en la literatura espa?ola, alcanz¨® a vallas ¨²nicamente reservadas a productos de gran consumo.
No se conocen las cifras de aquella operaci¨®n, pero son muchos los que, desde distintos frentes, sienten curiosidad por saber si el mundo de la cultura asimila y hace rentables esos esfuerzos, hasta entonces s¨®lo reservados -y rara vez utilizados, por desgracia- por el Estado.
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