Buenos Aires anuncia el comienzo de una ofensiva brit¨¢nica de gran envergadura contra Puerto Argentino
Momentos antes de que el Papa Juan Pablo II comenzara a celebrar ayer una solemne misa en Buenos Aires, a la que asist¨ªa m¨¢s de un mill¨®n de personas, el Estado Mayor conjunto argentino anunciaba que las fuerzas brit¨¢nicas hab¨ªan lanzado un nuevo ataque contra la capital de las Malvinas, en lo que parec¨ªa ser la ofensiva final por el control del archipi¨¦lago. La transmisi¨®n televisiva de la ceremonia religiosa, que se celebraba al aire libre en el barrio de Palermo, se interrumpi¨® para difundir dos comunicados del Estado Mayor en el momento en que Juan Pablo II, tras ser aclamado en su recorrido por las calles de Buenos Aires, se encaminaba al altar instalado junto al monumento de los espa?oles.
La retransmisi¨®n de la misa sigui¨® despu¨¦s normalmente por todas las emisoras de televisi¨®n, conectadas en cadena.Uno de los comunicados anunciaba que los brit¨¢nicos hab¨ªan iniciado en la madrugada de ayer una ofensiva terrestre contra Puerto Argentino (Port Stanley) y se?alaba que se estaban librando fuertes combates en la zona durante la ma?ana, hora argentina.
El otro comunicado acusaba a las tropas brit¨¢nicas de bombardear indiscriminadamente la capital del archipi¨¦lago, causando la muerte de dos mujeres y heridas a otros habitantes de las islas.
Fuentes militares ampliaron la informaci¨®n sobre el ataque brit¨¢nico, que se inici¨® con un fuerte bombardeo de artiller¨ªa naval y terrestre, seg¨²n el esquema cl¨¢sico de "ablandamiento" previo a una invasi¨®n.
Los helic¨®pteros brit¨¢nicos desplegaron una intensa actividad, presumiblemente para acercar a los asaltantes hasta las posiciones defensivas argentinas, sorteando los lodazales que dificultan el avance por tierra.Hubo tambi¨¦n combates entre aviones de ambos bandos, pero se desconoc¨ªa el resultado de los mismos, a?adieron las fuentes citadas, para quienes la intensidad de la ofensiva brit¨¢nica era un signo evidente de que se trataba del tan demorado ataque final contra Puerto Argentino, el principal objetivo militar y pol¨ªtico de esta guerra en el Atl¨¢ntico sur.
Absorbidos totalmente por la visita papal, la mayor¨ªa de los argentinos apenas repararon en que se estaban viviendo las horas decisivas del conflicto. "Queremos la paz", gritaban a coro cientos de miles de personas durante la homil¨ªa papal. Los diarios de ayer destacaban la calurosa acogida tributada al jefe de la Iglesia cat¨®lica, que subray¨® en varias ocasiones su condici¨®n de "mensajero de la paz". Un diario popular cre¨ªa sintetizar el sentimiento de los argentinos hacia el Papa con este titular a grandes caracteres: "?Te amamos como a las Malvinas!"
El Estado Mayor argentino acus¨® a las tropas inglesas de atacar a un buque-hospital y a la poblaci¨®n civil de la capital insular, lo que supone una "falta de respeto por los derechos humanos" por parte del Reino Unido y constituye un "bald¨®n para el mundo occidental". El comunicado a?ade que, por el contrario, las fuerzas argentinas actuaron siempre con "el m¨¢ximo de mesura y humanidad", como lo prueba el hecho de que tomaron las islas hace diez semanas sin causar bajas a los brit¨¢nicos, ni v¨ªctimas ni da?os materiales a los malvinenses.
De acuerdo con la versi¨®n argentina, aviones Harrier atacaron el viernes Puerto Argentino y un misil aire-tierra impact¨® muy cerca del barco-hospital Bah¨ªa Para¨ªso, que se encontraba en el puerto recogiendo heridos.
Una misi¨®n de la Cruz Roja Internacional, que hab¨ªa llegado a las Malvinas a bordo del citado barco, se entrevistaba en esos momentos con el gobernador de las islas, general Mario Benjam¨ªn Men¨¦ndez. Otro misil cay¨® en una casa de la capital, que estaba deshabitada, y produjo importantes da?os.
Durante posteriores bombardeos navales de la flota brit¨¢nica contra la capital murieron dos mujeres, de 46 y 30 a?os de edad, cuyas identidades no fueron reveladas por el Estado Mayor argentino, que inform¨® simplemente de que eran residentes en las islas, al igual que otras cuatro personas heridas.
Todas ellas fueron sorprendidas por el bombardeo cuando se encontraban en sus domicilios. Se calcula que quedan unos 250 kelpers en la ciudad, de una poblaci¨®n original de un millar de personas.
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