Un d¨ªa en la vida de una gran novela del siglo XX
En Dubl¨ªn, el d¨ªa 16 de junio de 1904, James Jo,yce tuvo su primera cita con Nora Barnacle, que despu¨¦s ser¨ªa su compa?era y que m¨¢s tarde se convertir¨ªa en su esposa. Aquel fue un d¨ªa feliz en el que Joyce tuvo la que probablemente era su primera relaci¨®n sexual con una chica ajena al mundo de la prostituci¨®n. Por esa raz¨®n el escritor eligi¨® aquella fecha para situar la acci¨®n de Ulises y convirti¨® esa jornada en el Bloomsday que ahora se celebra en todo el mundo y, sobre todo, en Dubl¨ªn.Joyce recrea un d¨ªa cualquiera como contrapunto para las andanzas de su Ulises y Tel¨¦maco, Leopold Bloom y Stephen Dedalus. En las calles de Dubl¨ªn, en las iglesias, en los cementerios, en los bares, en todas partes los negocios aparecen como de costumbre. Muchos dublineses se interesan por el resultado de una carrera de caballos, la Copa Dorada, en Ascot. La ciudad est¨¢ sembrada de folletos que anuncian la visita inminente del evangelizador americano J. Alexander Dowie. Por la tarde hace calor. El virrey y su mujer salen para inaugurar un mercado. (En realidad este mercado se abri¨® el 31 de mayo. Es un ejemplo de c¨®mo Joyce modific¨® la realidad para sus propios fines). Las diecinueve secciones de este episodio, Las rocas errantes, son enlazadas por el progreso de la cabalgata del virrey a trav¨¦s de Dubl¨ªn. Hoy mismo, en Dubl¨ªn, entre las tres y las cuatro de la tarde, habr¨¢ una recreaci¨®n de este episodio, con un reparto de centenares de personas, como parte de las celebraciones del centenario de Joyce.
Leopoldo Bloom, un agente de publicidad, compra un ri?¨®n para su desayuno, toma un ba?o, asiste a un entierro, come, visita la Biblioteca Nacional, y es atacado verbal y fisicamente por un ciudadano, la personificaci¨®n de la intolerancia del nacionalismo. Despu¨¦s, durante un espect¨¢culo de fuegos artificiales, y provocado por una chica que le ense?a sus bragas, Bloom se masturba.
Unas horas m¨¢s tarde, despu¨¦s de escuchar los truenos y sufrir un chubasco, Bloom y Stephen Dedalus se encuentran en el episodio Circe, un Walpurgisnacht en el barrio de los prost¨ªbulos, escrito como el gui¨®n de una pel¨ªcula superrealista. (No es casualidad que en 1909 Joyce abriera el primer cine en Dubl¨ªn). Bloom ayuda a Stephen cuando ¨¦ste es golpeado por un soldado ingl¨¦s, y le lleva a su casa, Eccles Street, para tomar una taza de cacao Epps. Esto es todo, aparte de la coda famosa, la desenfadada afirmaci¨®n de la vida dicha por Molly Bloom (Pen¨¦lope).
Es todo y, claro est¨¢, no lo es. Joyce viste este esquema con la m¨¢s amplia variedad de estilos y lenguaje utilizada nunca en una novela. Y cada p¨¢gina rebosa de informaci¨®n minuciosa sobre Dubl¨ªn y su vida. Joyce miraba bajo sus narices y descubr¨ªa una Am¨¦rica. Joyce ten¨ªa la obsesi¨®n propia del miope por los detalles. Un novelista necesita humildad y tambi¨¦n arrogancia para concentrarse en los granos de un joven limpiabotas o en el recalcitrante cuello duro de la camisa de Master Patrick Aloysius Dignam, cuyo padre acaba de morir, mandado a la carnicer¨ªa para comprar filetes de cerdo.
En detalles como estos florece la humanidad de Joyce. Joyce ense?a que, como Jes¨²s naci¨® en una cuadra, un tropo banal puede ser una epifan¨ªa. Hoy d¨ªa se aprecia la influencia de Ulises, lo trivial se transmute en lo heroico. Hoy d¨ªa se aprecia la influencia de Ulises en la vida cotidiana. Cada vez que pasamos delante de la tienda en Princesa, 49, en Madrid, y leemos el nombre Bloom, estamos asistiendo a la creaci¨®n del libro. 0 cuando escuchamos el primero de los Dos retratos, op. 10, de Bela Bartok, titulado en h¨²ngaro Vir¨¢zz¨¢s (Floraci¨®n), que se traducen en ingles como bloom, aparece Joyce volviendo a escribir en nuestra mente. Como observ¨® Borges en Tlon, Uqbar, Orbis Tertius: "Todos los hombres, en el vertiginoso instante del coito, son el mismo hombre. Todos los hombres que repiten una l¨ªnea de Shakespeare, son William Shakespeare".
El empleo del flujo de la consciencia permiti¨® a Joyce incluir en su novela mucho material ins¨®lito. Se le permitio crear en Leopold Bloom un car¨¢cter universal, de quien se sabe m¨¢s que de cualquier otro car¨¢cter de ficci¨®n. Se entra en los pensamientos de Bloom acerca, por ejemplo, de su ¨²nico hijo var¨®n, muerto a los diez d¨ªas, o de la infidelidad de su mujer consumada con Blazes Boylan aquella tarde. Ultimamente se ve que el flujo de consciencia revela la soledad del individuo. Detr¨¢s de Bloom hay soledad y silencio, el silencio de un mundo sin Dios, el fr¨ªo del espacio. Pero Ulises termina en afirmaci¨®n, con un canto a la naturaleza y una oleada de pasi¨®n revivida, con la palabra s¨ª.
Hoy se conmemora todo esto. Se conmemora tambien el esp¨ªritu de Joyce, quien dedic¨® siete a?os penosos a la elaboraci¨®n del libro. En Trieste, en 1920, ten¨ªa que escribir dos episodios de Ulises, como explic¨® a Ezra Pound, "tumbado a trav¨¦s de dos camas, rodeado por montones de notas". Joyce compart¨ªa un piso con otras once personas y era dificil obtener el tiempo y la tranquilidad precisos.
Joyce, nacido en una Irlanda gobernada por los ingleses, era ¨²nico en entender que la mejor manera de vencer a los usurpadores era escribir la mejor novela jam¨¢s escrita en su idioma, el ingl¨¦s. Lo consigui¨®. Y tambi¨¦n es la novela m¨¢s divertida.
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