Los ''victorinos', como son
La ilusi¨®n era que los victorinos salieran como en la memorable corrida de feria. Cosa dif¨ªcil, naturalmente. Salvo los de Anto?ete, resultaron como son tantas veces con trap¨ªo, fieros, para lidiadores de verdad.Anto?ete ten¨ªa perdidos los papeles de antemano: no por torer¨ªa, que le sobra, sino por sus escasas facultades. Procur¨® estar lejos de la liza, no pelear. Mat¨® muy mal, le abronearon. Ruiz Miguel tuvo un buen toro, al que mulete¨® sin primores ni hondura, dej¨® una estocada atravesada y le regalaron una oreja, que fue protestad¨ªsima. Su otro victorino desarrollaba sentido, ten¨ªa peligro; se lo pas¨® cerca en una serie de redondos, mulete¨® por la cara con t¨¦cnica, y abrevi¨® la faena. Palomar hizo el toreo.
Los cuatro toros que no eran de Anto?ete, todos con casta, dieron juego diverso y requer¨ªan lidia asimismo distinta. Esta es la fiesta y por eso la de Beneficencia transcurri¨® amena, con abundantes rachas de emoci¨®n. Buena parte del p¨²blico hab¨ªa acudido a ver otra "corrida del siglo", y quiz¨¢ le defraud¨® que no se produjera. Los aficionados, en cambio, que saben lo que se pescan, pudieron vivir una tarde interesant¨ªsima, m¨¢s acentuada en la lidia del tercero, de agresiva casta, que experiment¨® muchos cambios durante la lidia y al final se creci¨® con aut¨¦ntica fiereza.
Este toro dio la medida del valor y del momento de madurez que atraviesa Palomar, el cual redonde¨® una actuaci¨®n importante que le sit¨²a en los primeros puestos del escalaf¨®n. Cort¨® una oreja en cada toro, dio dos vueltas al ruedo en su primero, fue paseado a hombros. Este diestro puede ser, y quiz¨¢ es ya, el gran triunfador de la temporada en Madrid.
Hubo, para embellecer la fiesta, suelta de palomas, que los espectadores atrapaban con un ansia como si les impulsara hambre de siglos. Y, sin embargo, no fue ese el ambiente: los tendidos aparec¨ªan rutilantes de elegancias, de personajes, de mujeres espl¨¦ndidas. Y hab¨ªa mucha afici¨®n, toda la afici¨®n de Madrid, porque la corrida era m¨¢s que un acto social: era un regalo para doctores en tauromaquia. Esos mismos doctores, y otros m¨¢s legos, a¨²n se est¨¢n preguntando qu¨¦ les pasaba a los toros de Anto?ete, tan renqueantes y reculantes.
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