Es hora de elegir
De confirmarse la p¨¦rdida de 2.000 millones de divisas en los primeros cinco meses del a?o, estar¨ªamos cediendo reservas a un ritmo casi dos veces superior al registrado en 1981, y la tesis oficial de la flotaci¨®n libre de la peseta durante ese per¨ªodo ser¨ªa dif¨ªcilmente sostenible. Tal vez convenga recordar que la peseta no se cotiza solamente respecto del d¨®lar, sino tambi¨¦n frente a todas las monedas. De diciembre a mayo, la peseta perdi¨® un 6% de su valor en relaci¨®n con el d¨®lar, pero solamente un 1% frente a los pa¨ªses de la CEE. Entre los cuales se encuentran econom¨ªas que, como la alemana o la inglesa, conocen tasas de inflaci¨®n muy inferiores a la nuestra.Parad¨®jicamente, esta p¨¦rdida de reservas ha tenido lugar a pesar de la mejora registrada en los intercambios de mercanc¨ªas, pues en esta r¨²brica el desequilibrio con el exterior se ha reducido en m¨¢s de mil millones de d¨®lares, seg¨²n el registro de caja. Sin embargo, la fuerte ca¨ªda de los pagos por importaciones que se encuentra en el origen de esta evoluci¨®n refleja, sin lugar a dudas, la debilidad de la situaci¨®n coyuntural de la econom¨ªa espa?ola.
La p¨¦rdida de reservas es, pues, imputable a la evoluci¨®n de la cuenta de capital de la balanza de pagos. Lo que ha sucedido ha sido que las empresas han preferido endeudarse dentro de Espa?a en vez de salir a los mercados internacionales. La raz¨®n de esta preferencia es doble: por una parte, la apreciaci¨®n del d¨®lar ha agravado fuertemente la carga financiera de todas aquellas empresas que no han logrado transferir al Tesoro p¨²blico el riesgo de cambio, y por otra, el desarrollo en el mercado financiero espa?ol de pr¨¦stamos sindicados en pesetas en condiciones de precio y plazo comparables a las internacionales, de tal manera que los diferenciales de inter¨¦s no compensaban, ni con mucho, el riesgo de cambio.
Esta evoluci¨®n, aunque perfectamente previsible, parece haber cogido por sorpresa a los responsables econ¨®micos del Gobierno, quienes, en un primer momento, intentaron salvaguardar la pol¨ªtica de lucha contra la inflaci¨®n sosteniendo la peseta en los mercados cambiarios al tiempo que anunciaban su deseo de obtener un descenso de los tipos de inter¨¦s en los mercados monetarios.
Obviamente, la persecuci¨®n simult¨¢nea de ambos objetivos implica aceptar un descenso del nivel de reservas.
Esta pol¨ªtica habr¨ªa sido sostenible si al mismo tiempo se hubiera reducido el d¨¦ficit p¨²blico y la inflaci¨®n hubiera continuado su interrumpido descenso., Las tensiones en el mercado monetario habr¨ªan ido alivi¨¢ndose como consecuencia, en ¨²ltimo t¨¦rmino, de la debilidad coyuntural de la econom¨ªa.
Pero no fue as¨ª. La apelaci¨®n del Tesoro al Banco de Espa?a aument¨® en el per¨ªodo enero-mayo en m¨¢s del 60% en relaci¨®n con el mismo per¨ªodo del pasado a?o y los objetivos monetarios (insuficientemente explicitados, por otra parte) fueron ampliamente desbordados.
Objetivos incompatibles
De ah¨ª la necesidad, planteada por el Banco de Espa?a, de su reconducci¨®n; algo que s¨®lo muy recientemente ha comenzado a ponerse en pr¨¢ctica, con el consiguiente e inevitable aumento de los tipos de inter¨¦s.
Para los responsables econ¨®micos del Gobierno ha llegado la hora de elegir. Si lo que se pretende es reducir la inflaci¨®n, entonces es imprescindible aceptar tipos de inter¨¦s elevados mientras el sector p¨²blico no reduzca su d¨¦ficit. Lo cual implica, como corolario, enfrentarse con problemas y colectivos muy concretos en vez de traspasar de un ministerio a otro la responsabilidad del d¨¦ficit en abstracto.
Si lo que se pretende es restablecer el equilibrio exterior promoviendo una asignaci¨®n de recursos favorable a la exportaci¨®n, entonces no tiene sentido sostener la peseta en los mercados cambiarios. Pero ello implica aceptar las consecuencias de esta pol¨ªtica sobre los precios.
Si lo que se desea es que el sector privado cree puestos de trabajo, entonces conviene no expulsarlo indirectamente de los mercados financieros por la v¨ªa de unos tipos de inter¨¦s que, tras la liberalizaci¨®n del sistema financiero, no pueden dejar de reflejar la incontenible presencia del sector p¨²blico en dichos mercados.
Los tipos de inter¨¦s iniciar¨¢n su descenso cuando se comience a reducir el d¨¦ficit p¨²blico, se doblegue la inflaci¨®n y se restablezca el equilibrio exterior. En el primer y segundo aspecto estamos retrocediendo y s¨®lo en el ¨²ltimo se est¨¢n registrado avances, a pesar de una coyuntura mundial desfavorable.
El tiempo pasa y los problemas de la pol¨ªtica de cambio no son otra cosa que un fragmento de los m¨²ltiples problemas econ¨®micos que el pa¨ªs tiene planteados. Pertenece al Gobierno exponer con claridad no s¨®lo cu¨¢les son sus objetivos, sino la jerarquizaci¨®n de los mismos cuando, como es el caso actualmente, no todos pueden ser perseguidos simult¨¢neamente.
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