Talento frente al desaf¨ªo
Toda ¨®pera, en nuestro tiempo y especialmerite en nuestro pa¨ªs, es un desaf¨ªo para el director de escena. Hay toda una pesadumbre antigua que trata de inmovilizarla, unas exigencias l¨®gicas de los cantantes, un escas¨ªsimo tiempo de ensayos y de preparaci¨®n. Y hay tambien una idea general del p¨²blico acerca de la tradici¨®n. Por otra parte, en el mundo occidental hay una feliz tendencia creciente a teatralizar la ¨®pera y devolverle unos valores esc¨¦nicos. Lluis Pasqual y Fabi¨¢ Puigserver, al montar en Madrid Sans¨®n y Dalila -¨®pera especialmente dif¨ªcil-, han elegido una inteligente y bella respuesta a los desaf¨ªos planteados. Han podido comprender que el p¨²blico podr¨ªa aceptar las elipsis y las abreviaturas de un nuevo lenguaje teatral; una mera abstracci¨®n que pueda contener la referencia a los diversos escenarios sobre los que se desarrolla la obra: plazas, calles, monta?as, prisi¨®n, templo y la dificil¨ªsima situaci¨®n final en la que Sans¨®n derriba el templo de los filisteos. El escenario es una c¨¢mara riegra con varias cajas; al fondo, una gran pantalla que recoge los cambios de luz, alguna proyecci¨®n, colores tenues, sombras de palmeras agitadas por el viento, rel¨¢mpagos de tormenta. A veces, unas largas telas rojas. Poqu¨ªsimos elementos: la noria que empuja Sans¨®n, vencido y ciego, subrayada por una l¨ªnea de luz al fondo, o un podium para el bailar¨ªn en la escena de la bacanal.El vestuario tiende al gris, al negro, al blanco, con alguna vibrante y excepcional mancha de color. El riesgo de esta limitaci¨®n es el de que la ¨®pera pueda tomar el aspecto de un oratorio o de un acto de concierto es decir, lo contrario de la recuperaci¨®n de teatralidad que se pretende. Pocas veces sucede as¨ª.
Lluis Pasqual y Fabi¨¢ Puigserver son sobre todo hombres de teatro y son capaces de introducir perfectamente el teatro en este esquema. La acci¨®n se vive. El director de escena consigue hacer vivir esa masa generalmente densa y hasta viscosa que es un coro acostumbrado a oltra colocacion y a otra inmovilidad; a veces le basta simplemente agitar los brazos o realizar breves torsiones. Le es mas dif¨ªcil conseguir que los cantantes renuncien a dirigirse al p¨²blico o la intensa luz sobre ellos; pocos directores del mundo lo logran, y Lluis Pasqual, al menos, lo intent¨¢ y hasta consigue algunos gestos, alguna breve m¨ªmica que realza la acci¨®n. Tiene algo menos de suerte con el cuerpo de baile -la coreograf¨ªa es de Alberto Lorca-, que act¨²a con orientalismo f¨¢cil; al final de la bacanal hay mas animaci¨®n y mas inventiva, con la ayuda de los bell¨ªsimos figurines. Pero hay que aceptar tambi¨¦n que todo el concepto de la obra es el de la sobriedad, de la reducci¨®n del ¨¦nfasis y de la exageraci¨®n, hacia los que tan f¨¢cilmente se inclinan las ¨®peras.
En este punto se podr¨ªa dudar -y algunos no dejaron de hacerlo en la noche de la primera representaci¨®n- si una ¨®pera heroica como Sans¨®n y Dalila puede convertirse en una ¨®pera de c¨¢mara. La respuesta es que s¨ª, a la vista del resultado. No hay que perder de vista que probablemente la primera raz¨®n para que se hagaas¨ª es la de los condicionamientos materiales: los presupuestos inevitablemente cortos, las dimensiones y las posibilidades t¨¦cnicas del teatro de la Zarzuela, y la capacidad de interpretaci¨®n de coros y cantantes.
Pero hay tambi¨¦n, como raz¨®n mas de fondo, la personalidad y la ¨¦poca de Saint-Sa?ns y sobre todo el car¨¢cter que le dio el modernismo en Par¨ªs en las representaciones de a?os posteriores a su estreno. Sobre todo en esta materia de intentos, prop¨®sitos o ideaciones hay que atenerse siempre a los resultados, y el resultado es excelente. Es una prueba de talento y de c¨®mo se pueden resolver los problemas con inteligencia y con sentido de la est¨¦tica. Bastar¨ªa ver el final para comprenderlo.
Resolver en escena nada menos que el derrumbamiento del templo de Dagon, cuyos escombros sepultan a Sans¨®n y a todos los filisteos, es una proeza. Lluis Pasqual y Fabi¨¢ Puigserver utilizan el fogonazo r¨¢pido de una parrilla de ofuscadores con luz de magnesio que crean la sensaci¨®n de espanto en los espectadores; la orquesta hace todo lo dem¨¢s. Tuvieron estos dos creadores, junto a los int¨¦rpretes, sus merecidas ovaciones. La base de su ¨¦xito est¨¢ en el talento.
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