El 'relajo' policial, uno de los m¨¦todos para evitar los incidentes en el recital de Rotterdam, ante 80.000 personas
Ochenta mil j¨®venes, aproximadamente, acudieron en Rotterdam, el pasado mes de junio, a los dos recitales de los Rolling Stones, sin que se produjera un solo incidente grave o un simple contusionado. La clave del ¨¦xito no reside en el car¨¢cter apocado de los holandeses, que, bien al contrario, intentaron subirse a las verjas que les separaban de sus ¨ªdolos, sino a los organizadores y a la polic¨ªa, por partes iguales.Los holandeses son expertos en esta clase de concentraciones juveniles. "?Uff! los espectadores de los Rolling no son duros", afirmaba uno de los centenares de polic¨ªas encargados de la vigilancia fuera del estadio Feyenoord; "en peores nos hemos visto con un p¨²blico m¨¢s joven que ¨¦ste, con aut¨¦nticos adolescentes". Para este polic¨ªa, el truco es muy simple: ni la propia polic¨ªa ni el servicio de orden interno deben contribuir a aumentar la tensi¨®n, pero deben ser r¨¢pidos y firmes. Una regla de oro puesta en pr¨¢ctica rigurosamente en Rotterdam: esta corresponsal pudo ver c¨®mo muchos de los polic¨ªas que vigilaban el estadio, a pie, a caballo, en bicicleta o en motos (sin grandes despliegues t¨¦cnicos), intentaban relajar el ambiente, sustituyendo, entre risas, sus gorras reglamentarias por las llamativas gorras de colores con las iniciales de los Rolling o colocando en sus uniformes las chapas con el s¨ªmbolo m¨¢s conocido del conjunto brit¨¢nico: una boca con la lengua fuera. El aparente relajo policial no impidi¨® que procedieran r¨¢pidamente, a veces tras espectaculares carreras, a la detenci¨®n de rateros y posibles vendedores de drogas, aunque hay que decir que en Rotterdam sorprendi¨® la escasa presencia de porros y la absoluta carencia de droga duras.
Si la actuaci¨®n de la polic¨ªa fuera del recinto del recital result¨® fundamental para el desarrollo pac¨ªfico de los conciertos de los Rolling, no menos m¨¦rito tuvieron los organizadores civiles: el p¨²blico empez¨® a llegar muy pronto, lo que es siempre un ventaja, porque evita las grande aglomeraciones, y fue encauzado dulcemente a las distintas y numerosas puertas, seg¨²n el color precio de sus entradas. Aquel d¨ªa hac¨ªa un calor desacostumbrado, como lo har¨¢ probablemente en Madrid. Ser¨¢. muy importante, pues, que existan, como en el Feyenoord, muchos tenderetes: unos, con bebidas, y otros, con comida, de forma que los espectadores, que pasan como m¨ªnimo ocho horas encerrados bajo un sol radiante, puedan refrescarse sin correr riesgo de morir aplastados. Por supuesto, en los tenderetes holandeses la ¨²nica bebida alcoh¨®lica fue la cerveza, y se suprimieron totalmente las latas o botellas.
El p¨²blico holand¨¦s s¨®lo dio muestras de agitaci¨®n cuando falt¨® la m¨²sica. Un detalle a agradecer: cuando el calor apretaba m¨¢s, varios miembros del servicio de orden enchufaron mangas de riego para el p¨²blico.
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