La multinacional AEG, con 100.000 trabajadores, en peligro de pr¨®xima desaparici¨®n
La Allgemeine Elektrizitaetus Gesellschaft (AEG), segunda empresa alemana del sector el¨¦ctrico, inmediatamente detr¨¢s de Siemens, puede desaparecer pr¨®ximamente si el Gobierno federal no lo remedia, apuntal¨¢ndola a base de avales. Sin embargo, fuentes bancarias de Francfort informaban ayer que finalmente podr¨ªa ser concedido un cr¨¦dito especial para exportaciones de alrededor de 600 millones de marcos (alrededor de 27.000 millones de pesetas).
Esta decisi¨®n no se tomar¨¢ en cualquier caso hasta finales de la pr¨®xima semana, informa Comtelsa, tiempo m¨ªnimo que necesitan los auditores que est¨¢n estudiando el caso para elevar un informe al Gobierno federal. Todo parece indicar que el cr¨¦dito ser¨ªa concedido mediante la creaci¨®n de una exportadora especial subsidiaria, que AEG podr¨ªa crear.Hasta ahora, sin embargo, el Gabinete de Helmut Schmidt se ha resistido a salir fiador del consorcio, gravemente deficitario, pues no quiere sentar un peligroso precedente para las empresas privadas en crisis ni sumar un problema econ¨®mico m¨¢s a los que ya tienen planteados.
"El Estado no puede ser un trastero para las empresas con dificultades, y nadie puede esperar que conceda avales cuando lo que faltan son cr¨¦ditos", coment¨® recientemente el canciller socialdem¨®crata.
Si fracasan, pues, los desesperados intentos que est¨¢n realizando el presidente del consejo de administraci¨®n de A.EG, Heinz Duerr, y el del llamado consejo de supervisi¨®n, Hans Friderichs, que une ese puesto al cargo de presidente del Dresdner Bank, no s¨®lo se hundir¨ªa una instituci¨®n casi centenaria, que ha acabado convirti¨¦ndose a lo largo de los a?os en imagen de marca de la industria alemana, sino que naufragar¨¢ tambi¨¦n el s¨ªmbolo mismo de la econom¨ªa de libre mercado en la Alemania del milagro.
Hace, en efecto, casi tres a?os, cuando la empresa entr¨® en una grave crisis, la flor y nata de la industria y la banca alemana decidieron atender las llamadas de socorro de Friderichs e inyectar cuatrocientos millones de marcos en el consorcio.
Era, como dijo entonces el presidente del primer banco alem¨¢n, el Deutsche Bank, una dif¨ªcil prueba para la econom¨ªa de mercado, algo por lo que merec¨ªa la pena sacrificarse, pues, en palabras de uno de los industriales presentes, "si no actuamos nosotros, lo har¨¢ el Estado".
De nada, o muy poco, sirvi¨®, empero, aquella operaci¨®n de salvamento. El dinero se ha disipado y la empresa arrastra p¨¦rdidas cada vez m¨¢s graves.
Y aquel palad¨ªn de la econom¨ªa de libre mercado, el citado banquero Friderichs, que hab¨ªa sido con anterioridad ministro federal de Econom¨ªa, olvid¨¢ndose de los principios que hab¨ªa defendido, trata de convencer ahora al Gobierno para que avale con fondos p¨²blicos a la empresa, ¨²nica forma de evitar su total bancarrota.
Plan de saneamiento
Sin ese aval, el presidente del consejo de administraci¨®n, Duerr, no conseguir¨¢ los cr¨¦ditos bancarios que necesita para llevar a cabo su nuevo y ambicioso plan de saneamiento, que es sin duda el ¨²ltimo cartucho que le queda.Dicho plan consiste, a grandes rasgos, en la participaci¨®n de la empresa en dos grandes sectores: para el primero, el sector t¨¦cnico, habr¨ªa que buscar un nuevo socio, que podr¨ªa ser la firma brit¨¢nica General Electric Company o la norteamericana United Technologies.
Las empresas del llamado sector de bienes de consumo, entre las que figura Telefunken, pasar¨ªan a tener nuevos propietarios o bien se cerrar¨ªan en algunos casos.
Por Telefunken concretamente se interes¨® en principio el consorcio franc¨¦s Thompson-Brandt, pero las conversaciones no llegaron finalmente a buen puerto, y ahora parece que se han iniciado otras con el mayor fabricante de televisores de este pa¨ªs, Max Grundig.
Los sindicatos se oponen, sin embargo, a este plan de saneamiento, pues recelan que de lo que se trata es de liquidar buena parte de los 100.000 puestos de trabajo que constituyen la plantilla total de las diversas empresas del consorcio multinacional AEG en este pa¨ªs.
Muchos de los problemas actuales de AEG arrancan de los a?os anteriores a Duerr, y aun a su predecesor en el cargo, Walter Cipa, cuando el consorcio, obsesionado por dar caza a la Siemens en el mercado interior, descuid¨® claramente sus operaciones en el exterior, lo que hizo que numerosas filiales sufriesen p¨¦rdidas imposibles luego de recuperar.
Para agravar las cosas, la reciente extensi¨®n de embargo tecnol¨®gico decidido por Washington contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que incluye tambi¨¦n a los socios y filiales de empresas norteamericanas, ha afectado de lleno a AEG, pues esta fabrica, bajo licencia de la General Electric, fabrica compresores de turbinas, que proyectaba venderles a los sovi¨¦ticos para el pol¨¦mico gasoducto siberiano.
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