Juan Llad¨®, una rara excepci¨®n de banquero
Liberal con profundo sentimiento religioso, encarcelado al finalizar la guerra, mecenas cultural... y, adem¨¢s, presidente de banco
Naturalmente, don Juan era Juan Llad¨® y S¨¢nchez Blanco, presidente de honor del Banco Urquijo hasta su fallecimiento hace ahora justo una semana. Un hombre desconocido para la gran mayor¨ªa de la sociedad, que asocia preferentemente el apellido Llad¨® al antiguo ministro de Comercio y hoy embajador de Espa?a en Washington, hijo mayor de Juan Llad¨®, el hombre que no parec¨ªa banquero y sin embargo lo era.Pese a este desconocimiento, muchos aseguran que Llad¨® ha sido una de las personas que m¨¢s ha influido en este pa¨ªs, en los ¨²ltimos cuarenta a?os, en las cosas verdaderamente importantes. Y ello teniendo en cuenta que sus relaciones con el anterior r¨¦gimen no fueron nunca fluidas y lineales, sino llenas de picos de sierra marcados por desconfianzas y desentendimientos. "Don Juan fue un hombre que al acabar la guerra civil se encontr¨® con su generaci¨®n", cuenta uno de sus allegados con m¨¢s de veinte a?os de trabajo conjunto. "Una generaci¨®n perdida, que hered¨® un pa¨ªs r¨ªgido, poco proclive a ejercer la tolerancia, a generar liberalismo, en el sentido que siempre ha tenido ser liberal, no lo que ahora muchos entienden por ello. Y se dispuso a intentar cambiar ese estado de cosas, en el terreno econ¨®mico, en la vida intelectual, en lo cotidiano, e indirectamente y a trav¨¦s de esos campos, en lo pol¨ªtico".
Juan Llad¨® no particip¨® nunca en pol¨ªtica. No es cierto que militara en el partido de Aza?a como se ha dicho, ni siquiera se puede afirmar que fuesen amigos. Sin embargo, en un tiempo en el que ser liberal significaba no ser mon¨¢rquico y defender el poder constituido democr¨¢ticamente -Juan Llad¨® particip¨® en la redacci¨®n de la Constituci¨®n de 1931 -, ello era suficiente para ser sospechoso. La guerra civil pill¨® a Llad¨® en Madrid, donde seg¨²n todos los testigos ayud¨® a mucha gente en peligro a salir de ¨¦l, a riesgo de su propia vida. El recordaba que en esta actividad le ayudaron mucho algunos empleados del Urquijo, afiliados a UGT. Luego hubo de trasladarse a Barcelona, donde vivi¨® el final de la contienda y fue juzgado por el bando franquista en proceso sumar¨ªsimo por "auxilio a la rebeli¨®n". Como abogado se autodefendi¨®; sin embargo, fue condenado y permaneci¨® m¨¢s de un a?o en la c¨¢rcel, conviviendo en ella con militantes de las m¨¢s diversas familias del bando republicano. Luis Urquijo y Landecho, marqu¨¦s de Bolarque, fue uno de los principales valedores a la hora de conseguir la libertad.
Liberal y cat¨®lico
Tomar partido por la legalidad republicana fue, adem¨¢s de un detalle de buen gusto, una actitud coherente en la vida de Juan Llad¨®, que se destac¨® tambi¨¦n en la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera desde la Asociaci¨®n Profesional de Derecho. "Don Juan siempre fue un dem¨®crata sustentado en dos pilares: el liberalismo, que hered¨® de su padre, y un profundo sentimiento religioso transmitido por l¨ªnea materna", dice un compa?ero casi de su misma edad. Y apoya su testimonio en muchos testigos. Jos¨¦ Luis Aranguren, Javier Zubiri, Severo Ochoa, Grande Covi¨¢n, Joaqu¨ªn Garrigues, Ram¨®n Carande, Dionisio Ridruejo, Tr¨ªas Fargas, Garc¨ªa A?overos, los hermanos Solana, Ram¨®n Tamames, Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, Juli¨¢n Mar¨ªas, Gonzalo An¨¦s, Pi Su?er, Justino Azc¨¢rate, D¨¢maso Alonso, Pedro La¨ªn, Luis Usera, etc¨¦tera, son algunas de las personas que se han reconocido amigos -en el sentido m¨¢s profundo del t¨¦rmino- de Juan Llad¨®.
Tras la experiencia de la c¨¢rcel, Llad¨® volvi¨® nuevamente al Urquijo de asesor. Formaba parte de un consejo constituido por una buena parte de los disc¨ªpulos de Flores de Lemus, entre los que destacaba Ram¨®n Carande. Llad¨® fue pronto en ese consejo un primum inter pares. En los primeros a?os cuarenta es nombrado consejero delegado de la entidad financiera. Su primera decisi¨®n fue abandonar todos los consejos de administraci¨®n de las sociedades a las que hab¨ªa estado ligado hasta el momento (Tranv¨ªas, Tabacalera,...) para dedicarse en exclusiva al Urquijo, lo que le diferencia del resto de los banqueros de aquella ¨¦poca y de la actual. "No entend¨ªan su forma de ser banquero", explica un economista que ha estudiado los a?os cuarenta.
El pacto de las Jarillas
Sin embargo, la operaci¨®n bancaria de m¨¢s trascendencia de las que realiz¨® Llad¨® fue el "pacto de las Jarillas" firmado en 1944. El primero de enero de 1918 nac¨ªa el Banco Urquijo sobre la base de la Sociedad Urquijo y Compa?¨ªa, de tipo estrictamente familiar. A principio de los cuarenta se produce una escisi¨®n familiar en el Urquijo y el Banco Hispano Americano toma la participaci¨®n de los escindidos. El marqu¨¦s de Bolarque, presidente del Banco Urquijo, veinticinco a?os despu¨¦s del "pacto de las Jarillas", lo explicaba as¨ª en la junta general de accionistas: "Dictada la ley de incompatibilidades, el Banco Hispano Americano y el Banco Urquijo nos hemos dirigido a la autoridad competente, solicitando que se considere a estas dos instituciones vinculadas entre s¨ª; y como no pod¨ªa ser menos, la respuesta ha sido afirmativa. Los dos bancos est¨¢n vinculados ya desde hace veinticinco a?os. La carta de esa vinculaci¨®n es el llamado 'protocolo de las Jarillas', firmado por el marqu¨¦s de Aledo y el marqu¨¦s de Urquijo el 7 de julio de 1944. Se estableci¨® entonces, como sab¨¦is ya, un sistema de colaboraci¨®n ¨ªntima, fundado en el pleno respeto a la personalidad de cada una de las dos casas y en la fisonom¨ªa preferentemente comercial del Hispano y preferentemente industrial del Urquijo".
La industrializaci¨®n
El Urquijo se dedicar¨¢ desde entonces al sector secundario, convirti¨¦ndose en el primer banco industrial del pa¨ªs, l¨ªnea en la que seguir¨¢ hasta la crisis econ¨®mica de 1973, ¨¦poca en la que Juan Llad¨® es nombrado presidente del banco y Jaime Carvajal y Urquijo, consejero-director general del mismo. La idea de reindustrializar Espa?a, arrasada tras la guerra civil, fue obsesiva en Llad¨®. Fruto de esa obsesi¨®n fue el intento de crear en Espa?a una sociedad automovil¨ªstica similar a la FIAT en Italia. La aparici¨®n de SEAT de la mano del Instituto Nacional de Industria, fue precedida del intento del Urquijo de hacer suyo el boom del seat 600.
Las relaciones del franquismo con Juan Llad¨® fueron dif¨ªciles no s¨®lo en sus comienzos, sino en su largo recorrido. No pod¨ªa ser de otro modo en un r¨¦gimen que odiaba la cultura y persegu¨ªa a los intelectuales. Juan Llad¨® gustaba de decir que era algunas cosas "y adem¨¢s banquero". Su coraz¨®n estuvo siempre mucho m¨¢s en la cultura que en las finanzas, aunque compatibilizase ambas. En las conversaciones con los dem¨¢s consejeros del Urquijo afirmaba que "esta casa tiene que hacer cultura y adem¨¢s, dar dinero".
Muchas de las personas citadas anteriormente participaron en la aventura intelectual que supuso la Sociedad de Estudios y Publicaciones y luego la Fundaci¨®n Banco Urquijo. Catedr¨¢ticos que fueron alejados de sus c¨¢tedras por motivos pol¨ªticos, cient¨ªficos con dificultades econ¨®micas para sobrevivir, fil¨®sofos nada pragm¨¢ticos y dif¨ªciles de entender (por ejemplo, Zubiri), tuvieron abiertas las puertas del Urquijo para sus investigaciones. Tamames public¨® en su seno La estructura econ¨®mica de Espa?a, Carande investig¨® su obra sobre Los banqueros de Carlos V, y Tr¨ªas Fargas volvi¨® del exilio de la mano de Llad¨®, por poner ejemplos significativos. El banquero era muy consciente de que su generaci¨®n necesitaba de libros adem¨¢s de autom¨®viles y cr¨¦ditos.
Todo ello hay que contemplarlo desde la perspectiva de los a?os cuarenta y cincuenta. Ahora hay m¨¢s fundaciones de capital financiero que apoyan la cultura. Entonces, la Sociedad de Estudios y Publicaciones actu¨® en solitario, atrayendo las iras de los falangistas gobernantes. El propio Franco llam¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n a Llad¨® apercibi¨¦ndole sobre la actividad intelectual del banco. Al general le era muy dif¨ªcil comprender c¨®mo en la banca, matriz del capitalismo, se daba cobijo a tan peligrosos ejemplares pol¨ªticos como Carande, Mar¨ªas, Ochoa o Grande Covi¨¢n.
Fundador de 'Cruz y Raya'
Sin embargo, el hambre cultural de Llad¨® tampoco era nuevo. Fuee fundador y financiador de la hist¨®rica revista Cruz y Raya, que dirigi¨® Jos¨¦ Bergam¨ªn, junto con un grupo de cat¨®licos progresistas como Sempr¨²n o Falla. Mucho m¨¢s adelante cre¨® Moneda y Cr¨¦dito, y cuando el anterior r¨¦gimen permanec¨ªa aislado del exterior y boicoteadas sus instituciones, firm¨® acuerdos de colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Ford y con la Universidad de Oxford.
Estas vivencias fueron las que ocuparon los ¨²ltimos a?os de su existencia. Cuando se jubil¨® en 1978 -a los setenta a?os, otro rasgo inusual en los banqueros- y fue nombrado presidente de honor del Urquijo, acentu¨® su inter¨¦s por la cultura. Acud¨ªa todos los d¨ªas al banco, sobre las once y media de la ma?ana. Despachaba sus asuntos y aconsejaba en los grandes temas a los directivos del banco. Las tardes las dedicaba por entero a acudir a conferencias, leer libros o conversar con sus amigos. Siempre trabaj¨® "peripat¨¦ticamente", de pie y sin papeles; presum¨ªa de no conocer la operativa bancaria moderna. Era intuitivo m¨¢s que cient¨ªfico. Acud¨ªa a descansar a temporadas a su finca La Alcaidesa, en San Roque. Pero jam¨¢s se hubiese perdido el homenaje a Ram¨®n Carande.
Toda una personalidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.