Demograf¨ªa y feminismo: probem¨¢ticas inseparables
Mi intenci¨®n en este trabajo es destacar una faceta del documento de la ONU, novedosa en este tipo de comunicados, aunque fundamental para el tema: aquella que atiende a la estrecha relaci¨®n existente entre la pol¨ªtica de poblaciones y la situaci¨®n social e individual de las mujeres. Este enunciado podr¨ªa parecer una verdad de perogrullo, si no fuera porque dicha relaci¨®n ha sido olvidada sistem¨¢ticamente.Y ello a pesar que, desde que con la revoluci¨®n industrial se inici¨® lo que ha venido a denominarse avalancha demogr¨¢fica y se tom¨® conciencia del peligro que ello supon¨ªa para la sobrevivencia de la especie, se han sucedido estudios y teor¨ªas que muestran c¨®mo la heterogeneidad de los factores sociales, econ¨®micos e ideol¨®gicos que condicionan las curvas de poblaci¨®n, se articulan, directamente, sobre la fertilidad femenina. Pero de ello no se han sacado las conclusiones pertinentes.
La importancia del informe de la ONU al evidenciar la estrecha relaci¨®n entre el desarrollo de las mujeres, su nivel educacional y el desempe?o de ocupaciones extrahogare?as, con el descenso de la fecundidad, estriba en demostrar que la emancipaci¨®n femenina se revela a favor de la marcha de la historia, a la par que se?ala la equivocaci¨®n de los estudiosos de la demograf¨ªa cuando han dado a la hembra humana tratamiento de conejo de indias o de rata de laboratorio.
Niveles de fecundidad
Pero llegado a este punto es imposible obviar la otra cara del problema demogr¨¢fico que presentan los pa¨ªses desarrollados, a los que el informe de la ONU hace referencia al constatar que un grupo de pa¨ªses que representan s¨®lo el 3% de la poblaci¨®n total de los pa¨ªses en desarrollo, desean incrementar sus niveles de fecundidad". Esta realidad, tan someramente comentada, nos puede dar, sin embargo, la clave para conocer la realidad que se esconde tras la reproducci¨®n de la especie, ya que, debidamente analizada, nos desvelar¨¢ la intervenci¨®n estatal existente para ajustar la masa de poblaci¨®n a las cambiantes coyunturas econ¨®mico-sociales, con la consiguiente manipulaci¨®n ejercida sobre las mujeres.
La evoluci¨®n de la pol¨ªtica de poblaci¨®n estadounidense en estos ¨²ltimos cuarenta a?os es sumamente esclarecedora a este respecto: la victoria de la segunda guerra mundial marc¨® para EE UU una inusitada ¨¦poca de prosperidad, a la vez que el retorno de los soldados del frente exig¨ªa la vuelta al hogar de las mujeres que se hab¨ªan incorporado al proceso productivo. La presi¨®n ideol¨®gica para facilitar este trasvase, reforzando el papel de la familia y la maternidad, junto a la creciente prosperidad, crearon las condiciones para el baby-boom.
Por el contrario, la crisis econ¨®mica abierta en los setenta, con el alarmante crecimiento del paro y el adobo de la crisis energ¨¦tica, impuso el crecimiento cero como deber de ciudadan¨ªa. As¨ª proliferaron los centros de planificaci¨®n familiar y se extendi¨® la legalizaci¨®n del aborto a la mayor¨ªa de Estados de la Uni¨®n. El ¨¦xito en el descenso de natalidad fue espectacular (cerca de un mill¨®n en un a?o).
Los Estados europeos, que entraron en la d¨¦cada de los setenta con una tasa de natalidad extremadamente baja y una poblaci¨®n estacionaria o en disminuci¨®n, se apresuraron a tomar medidas que modificaran la situaci¨®n: Ruman¨ªa, Checoslovaquia y Hungr¨ªa han restringido enormemente el aborto. Las dos Alemanias han puesto en marcha medidas econ¨®micas de car¨¢cter pronatalista para persuadir a un n¨²mero creciente de mujeres a aceptar el papel de reproductoras. La protecci¨®n a las madres solteras ha sido una medida generalizada en Europa, con tal eficacia que miles de mujeres no dudan en asumir esta situaci¨®n.
En suma, est¨¢ en marcha una potente presi¨®n pronatalista que, aunque de ella se deriven mejoras para las mujeres, ¨¦stas no deben ocultarnos su verdadero significado.
El completo an¨¢lisis de esta pol¨ªtica pronatalista exigir¨ªa consideraciones sobre los supuestos econ¨®micos, racistas y nacionalistas que la impulsan. Pero dado que mi prop¨®sito es desentra?ar las implicaciones entre la funci¨®n procreadora y la situaci¨®n de las mujeres, me limito a apuntar que esta realidad descubre que ni la superpoblaci¨®n del globo, ni los avances en materia de anticonceptivos, garantizan la racionalizaci¨®n de las tareas procreadoras ni el respeto a la condici¨®n humana de las mujeres.
Manipulaci¨®n de la natalidad
Igual que hay que aceptar que el problema demogr¨¢fico es insalvable sin tener en cuenta la situaci¨®n de las mujeres, tambi¨¦n hay que asumir la inutilidad de intentar nuestra emancipaci¨®n al margen de la funci¨®n procreadora. Si a esta consideraci¨®n a?adimos las otras que se desprenden de lo dicho arriba, o sea, que el mantenimiento de la vida hay que hacerlo de acuerdo con unas necesidades concretas de la sociedad y que las mujeres tanto se las manipula cuando se impulsa la natalidad como cuando se la frena, creo que tendremos todos los elementos necesarios para poder imaginar una alternativa liberadora a esta situaci¨®n. De no hacerlo as¨ª, dif¨ªcilmente se¨¢ superado el car¨¢cter minoritario y elitista del movimiento emancipatorio. Es m¨¢s, ¨¦ste podr¨¢ abocar a que las mujeres qued¨¢ramos divididas en dos castas: las liberadas y las reproductoras. Y para ese viaje no hac¨ªan falta alforjas.
No hay duda de que un orden social justo, equilibrado y no competitivo habr¨ªa evitado la angustia demogr¨¢fica que hoy se vive en su doble versi¨®n. Pero tampoco ello har¨ªa desaparecer el problema, ya que la necesidad de mantener un equilibrio entre la densidad de poblaci¨®n y los medios disponibles, es inherente a la sobrevivencia de la humanidad.
Vistas as¨ª las cosas, se podr¨ªa considerar un avance el que las Constituciones m¨¢s recientes y avanzadas especifiquen la protecci¨®n a la maternidad. Pero dada la institucionalizaci¨®n que el pronatalismo ha tenido en nuestra civilizaci¨®n y la variedad de mecanismos creados para estos fines, es imprescindible que se garantice, como paso previo a la protecci¨®n a la maternidad, el acceso libre y consciente de las mujeres a esta funci¨®n.
Mujer y reproducci¨®n
Por otra parte, considerada la trascendencia social de la reproducci¨®n, es necesario despojarla del ropaje individualista con que la ideolog¨ªa imperante la reviste, so pena de que su peso siga gravitando sobre las mujeres, o de cegar las v¨ªas de soluci¨®n al problema demogr¨¢fico. Para atender a todo ello, las Constituciones de todos los pa¨ªses tendr¨ªan que rezar, m¨¢s o menos, as¨ª:
"La Constituci¨®n protege el derecho de las mujeres a acceder libre y conscientemente a la maternidad. Para garantizar ello, se arbitrar¨¢n las medidas necesarias para erradicar de la sociedad los mecanismos existentes que impulsan a las mujeres a realizar las tareas reproductoras sin conciencia exacta de su cometido".
Se declara anticonstitucional cualquier presi¨®n de tipo moral, psicol¨®gico o econ¨®mico ejercida sobre las mujeres, encaminada a incrementar o reducir la tasa de natalidad. S¨®lo mediante declaraciones debidamente razonadas y argumentadas se requerir¨¢ la cooperaci¨®n de ¨¦stas para ejercer o limitar la procreaci¨®n, de acuerdo con las necesidades de la sociedad.
El sistema educativo es el encargado de inculcar a los ciudadanos de ambos sexos el profundo sentido social y la importancia de la reproducci¨®n, as¨ª como el derecho inalienable de las mujeres a elegir ser o no ser madres.
Corresponde a la intimidad de las personas la decisi¨®n ¨²ltima de ejercer la maternidad y paternidad, quedando este derecho garantizado por una informaci¨®n correcta de los m¨¦todos anticonceptivos".
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