Reagan sacrifica su programa econ¨®mico para salvar el d¨¦ficit
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, recurri¨® a la televisi¨®n -uno de sus mejores aliados- para presionar al Congreso y a la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos a que aprueben una ley que pretende aumentar los impuestos en 98.300 millones de d¨®lares (m¨¢s de 10 billones de pesetas) y que intenta hacer recaer sobre las empresas y los contribuyentes de m¨¢s alto nivel de recursos en su mayor parte.La subida de impuestos resulta totalmente contradictoria con el resto del programa econ¨®mico de Reagan, que al llegar a la Casa Blanca convenci¨® a los legisladores para que decretaran una reducci¨®n impositiva en tres etapas, la ¨²ltima de las cuales no se aplicar¨¢ hasta julio del a?o que viene.
Para lograr la aprobaci¨®n de esta ley, Ronald Reagan ha recurrido a formar una extra?¨ªsima coalici¨®n con los dem¨®cratas, dado que el propio partido del presidente -el republicano- se opone en su inmensa mayor¨ªa a la medida y est¨¢ dispuesto a votar en contra de ella.
En su discurso televisivo, realizado a la hora de m¨¢xima audiencia para asegurarse la mayor repercusi¨®n, el titular de la Casa Blanca reconoci¨® que el aumento de los impuestos es "pol¨ªticamente impopular" pero "bueno para Am¨¦rica".
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Reagan pide a los americanos que acepten una subida de impuestos
Viene de la primera p¨¢gina
Ronald Reagan ha decidido pedir al Congreso que suba los impuestos, en una reacci¨®n a la desesperada, ante la imposibilidad de conseguir por otros mecanismos que bajaran los tipos de inter¨¦s que aplican los bancos norteamericanos, y controlar los d¨¦ficit presupuestarios, que probablemente exceder¨¢n este a?o la escalofriante suma de 150.000 millones de d¨®lares.
Para frenar esa escalada de n¨²meros rojos en las cuentas federales, el presidente norteamericano ha tenido que sacrificar su propio plan econ¨®mico (aunque ¨¦l dice que esta ley no es m¨¢s que un parche y no un cambio de rumbo) y la unidad de su partido republicano y unirse con los dem¨®cratas en un delicado momento, a pocos meses de las elecciones legislativas de noviembre, cuando ser¨¢ renovada la totalidad de la C¨¢mara de representantes y un tercio del Senado.
Respuesta negativa
Los c¨ªrculos conservadores y los empresarios han respondido negativamente a la propuesta de Ronald Reagan y han expresado su opini¨®n de que la subida de tasas resultar¨¢ a la larga contraproducente. Pero los observadores del Capitolio piensan que, aunque con dificultades y compromisos, la ley ser¨¢ finalmente aprobada.
Reagan pretende ayudar a compensar el d¨¦ficit presupuestario con ingresos extraordinarios de 98.300 millones de d¨®lares en los pr¨®ximos tres a?os, que supondr¨¢n principalmente recargos al consumo de cigarrillos, a los viajes por avi¨®n y al uso del tel¨¦fono, y supresi¨®n de exanciones impositivas a las compa?¨ªas y a individuos de elevados ingresos.
El titular de la Casa Blanca se?al¨® ante las C¨¢maras de televisi¨®n que "esta ley lo que hace es tapar algunos huecos en las disposiciones impositivas de las que se estaban beneficiando injustamente algunos grupos y personas, y efectuar una serie de ajustes necesarios en la actual coyuntura econ¨®mica".
Estados Unidos todav¨ªa no ha salido de la recesi¨®n que se inici¨® hace m¨¢s de un allo (el verano pasado); las tasas de inter¨¦s est¨¢n en torno al 14% y el ¨ªndice de desempleo es del 10%, eI m¨¢s alto desde el final de la segunda guerra mundial. Si la econom¨ªa no da pronto un giro hacia mejor, el pr¨®ximo d¨¦ficit presupuestario ser¨¢ de unos 200.000 niillones de d¨®lares.
Para impedir esa cat¨¢strofe, Reagan ha decidido hacer el sacrificio de subir los impuestos, en la confianza de que la reducci¨®n del d¨¦ficit har¨¢ disminuir la cantidad de dinero que el Tesoro debe pedir prestado a la banca privada, y por tanto permitir¨¢ una reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s, un aumento de la inversi¨®n y de la compra de dinero, y la salida, por fin, de la recesi¨®n.
En cuanto a las reacciones de los dem¨®cratas, poco despu¨¦s de conocerse el discurso de Reagan en televisi¨®n, demuestran que a la hora del voto en el Congreso "cada legislador deber¨¢ seguir su propio criterio". As¨ª el congresista Thomas Foley se mostro optimista y favorable a lo expuesto por Reagan, mientras que David Boren critic¨® duramente el discurso presidencial.
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