Almaraz, el ment¨ªs del comisario y todo lo dem¨¢s
La central nuclear de Almaraz, con dos reactores de gran potencia, es la primera de la segunda generaci¨®n nuclear espa?ola. Teniendo en cuenta el deficiente funcionamiento de las tres centrales de la primera generaci¨®n (Zorita, Garo?a y Vandell¨®s), como se?ala el gr¨¢fico n¨²mero uno, desde 1978, lo que aconteciera al primero de los siete reactores que vienen iba a ser de gran importancia. Y ya lo sabemos: Almaraz I funciona tan mal que ¨¦l solo ha hecho arruinar las expectativas de un funcionamiento global satisfactorio en las centrales espa?olas. Completando el primer groco, hay que decir que el rendimiento en 1981 fue del 62,6%, lo que mejor¨¦ ligeramente la curva descendente, y el correspondiente a los siete meses primeros de 1982 es del 38,1%, sin posibilidad de mejor¨ªa apreciable.Pero los problemas t¨¦cnicos de Almaraz I son autom¨¢ticamente aplicables a los otros cinco reactores gemelos: Almaraz II, Lem¨¢niz I y II y Asc¨® I y II. Si estos reactores hubieran de entrar en funcionamiento consecutivamente, como prev¨¦ la planificaci¨®n energ¨¦tica, el rendimiento global de las centrales nucleares espa?olas no superar¨ªa el 30-40% en los pr¨®ximos cinco a?os. Se dilapidaria, que es lo que est¨¢ previsto, el 50%, aproximadamente, de la inversi¨®n realizada.
Los problemas inacabables de los reactores nucleares, sobre todo los norteamericanos, son conocidos desde hace a?os. Ya en 1974 eran de p¨²blico conocimiento los bajos rendimientos nucleares en Estados Unidos, lo que no fue obst¨¢culo para que en ese a?o se fundamentasen las decisiones b¨¢sicas del ambicioso programa nuclear espa?ol, al mismo tiempo que se comprobaban los descensos notables del consumo de electricidad en el mundo desarrollado.
El primero de mayo de 1981, el presidente C¨¢lvo Sotelo inaugur¨® solenmemente Ahnaraz I, aprove chando la ocasi¨®n para confirmar que "la nuclearizaci¨®n del pa¨ªs es un hecho decid¨ªdo". M¨¢s de un a?o despu¨¦s, la central no solamente no ha entrado en funcionamiento comercial, sino que presenta serios problemas t¨¦cnicos y de seguridad y est¨¢ arrastrando a las dem¨¢s a la humillaci¨®n tecnol¨®gica y a las inc¨®gnitas sobre la salud p¨²blica. El accidente de Harrisburg -eclosi¨®n del cinismo nuclear demostr¨® que sigue siendo posible una tragedia sin precedentes. La central de Three Mile Island necesitar¨ªa m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares y m¨¢s de ocho a?os para su reparaci¨®n; en realidad, nadie piensa seriamente en que vuelva a funcionar, pese a que hab¨ªan pasado solamente tres meses desde su inauguraci¨®n.
Industria, como siempre
El ment¨ªs del comisario de la Energ¨ªa a las p¨²dicas y breves declaraciones de desconfianza de se subordinado, el director general de la Energ¨ªa, tendr¨ªa alg¨²n inter¨¦s si fuese posible constatar la mejor diferencia de opini¨®n entre el se?or Maga?a y el sector el¨¦ctrico (que se ha abalanzado, furioso, contra el se?or del Pozo) en sus fecundos seis a?os de gesti¨®n energ¨¦tica.
El Ministerio de Industria y Energ¨ªa nunca ha hecho uso de sus facultades para suspender autorizaciones o reprimir incumplimientos, sino que ha salido fiador siempre de las empresas en apuros frente a la opini¨®n p¨²blica.
Para ello se ha valido del precioso instrumento de la Junta de Energ¨ªa Nuclear, ¨®rgano cuyo juicio prefiero dejarlo para la historia pr¨®xima. Su sucesor como "¨®rgano fiscalizador de la seguridad nuclear", el Consejo de Seguridad Nuclear, ha iniciado su funcionamiento como ¨®rgano coartada cuya finalidad fundamental, seg¨²n se desprende de la ley de creaci¨®n, es neutralizar la amplia capacidad municipal de oposici¨®n; funciona, de hecho, como subproducto devaluado de esa Junta. Ese mismo Consejo, que ahora sale tambi¨¦n en defensa de la seguridad absoluta de Almaraz I, se quejaba hace unas semanas de la falta de medios para cumplir sus funciones...
Ante la pr¨®xima fase antinuclear
El cuadro segundo muestra los datos fehacientes de la prolongaci¨®n continua d¨¦ los per¨ªodos de construcci¨®n de las centrales nucleares en Espa?a, que es reflejo exacto de lo que ocurre, en los de m¨¢s pa¨ªses. Entre Almaraz I, que pudo necesitar diez a?os, pero que todav¨ªa no sabemos cu¨¢ndo funcionar¨¢ bien, y Trillo II o Valdecaballeros II, habr¨¢ una visible dilw taci¨®n de plaz¨®s. ?Cu¨¢l es la justificaci¨®n de unas centrales que exigen 12-15 a?os para su construcci¨®n, que no superan los 10- 15 a?os de funcionamiento a rendimiento admisible y que est¨¢n salpicadas de sorpresas tecnol¨®gicas negativas y de riesgos en aumento? Y no lo olvidemos: su costo global no es inferior a los 250.000-300.000 millones de pesetas de 1982.
Seg¨²n los indicios, la pr¨®xima fase de l¨¢ contestaci¨®n nuclear puede resultar demoledora para las instituciones regionales y auton¨®micas. El papel de la Junta de Extremadura en la crisis de Valdecaballeros de 1979 fue lastimoso; ya veremos en la actual. No es posible, por otra parte, excluir a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha de sus responsabilidades frente a Ahnaraz, en cuyo entomo entra una amplia ¨¢rea toledana. Desde el nivel auton¨®mico, y con ocasi¨®n de los problemas de Alamaraz, entiendo que:
- Habr¨ªan de estudiarse en profundidad los temas nucleares de Almaraz y Valdecaballeros (Junta de Extremadura) y de Zorita, Trillo, Almaraz y Cofrentes (Junta de Castilla-La Mancha).
- Habr¨ªan de analizarse, sobre el terreno, la adecuaci¨®n entre los requisitos -de seguridad y otros- exigidos por la legislaci¨®n espa?ola y extranjera y la realidad presente en cada central (es desolador comprobar c¨®mo la autorizaci¨®n de construcci¨®n de la central de Abnaraz, el 26 de julio de 1973, ocupa s¨®lo una p¨¢gina del BOE, llena de ambig¨²edades).
- Habr¨ªan de tomarse mediciones sistem¨¢ticas en el ¨¢mbiente atmosf¨¦rico y en los cauces fluviales, sobre todo, con independencia absoluta del Consejo de "Seguridad Nuclear, que pretende ser ¨®rgano exclusivo y excluyente de la seguridad nuclear, para fundamentar suficientemente la adopci¨®n de medidas pol¨ªticas.
- Los conflictos que surgir¨ªan, de competencias y de desconfianzas entre los ¨®rganos de la Adn¨²nistraci¨®n central y los auton¨®micos podr¨ªan ventilarse mediante recursos de inconstitucionalidad s¨ª se insiste en aplicar el art¨ªculo 149.22 de la Constituci¨®n en sentido restrictivo frente a las responsabilidades auton¨®micas (autorizaciones de instalaciones el¨¦ctricas). En todo caso, la demolici¨®n de la ley de Energ¨ªa Nuclear de 1964 parece tarea urgente en una nueva situaci¨®n legislativa.
En lo que se refiere a la Junta de Comunidades de Castilla-La Maficha, control¨¢da por el partido en el poder, pero con gesti¨®n de coalici¨®n UCD-PSOE en su Consejo Ejecutivo, se impone, por prudencia y previsi¨®n, una respuesta a los numerosos temas nucleares planteados.que.sea beligerante y responsable, y no acomodaticia o sucursalista. Y sin complejos de inferioridad.
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