La puerta del coche-oficina hab¨ªa sido abierta antes de llegar a la estaci¨®n
La puerta del vag¨®n-oficina asaltado hab¨ªa sido abierta desde el interior poco antes de la llegada a la estaci¨®n, lo que facilit¨® la subida a los asaltantes. Ello no indica sin embargo, seg¨²n fuentes autorizadas, que existiera ninguna complicidad. Se trata de una pr¨¢ctica habitual, destinada a ganar tiempo. Los cuatro funcionarios que se encontraban en el interior fueron expulsados por los delincuentes, que golpearon a uno de ellos y llegaron a efectuar un disparo intimidatorio.Heliodoro Arag¨®n, administrador y responsable del servicio, Sebasti¨¢n S¨¢nchez, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez y Jos¨¦ Reinoso, llegaron a Madrid a las 9,30 horas de la ma?ana en el propio tren asaltado. Fueron conducidos, nada m¨¢s llegar a la capital, al Palacio de Telecomunicaciones, sede central de Correos, donde se les tom¨® declaraci¨®n. Seg¨²n se pudo saber a trav¨¦s de personas con las que tuvieron contacto, familiares o cargos de Correos (a ellos se les mantuvo inaccesibles para los medios de comunicaci¨®n), los cuatro se encontraban en buen estado de salud. Heliodoro Arag¨®n sufr¨ªa dos contusiones en la cabeza, pero su estado no revest¨ªa importancia. Los golpes no le produjeron cortes, por lo que no hizo falta ninguna cura.
Seg¨²n explic¨® a EL PAIS Jos¨¦ Alda, jefe de Inspecci¨®n de Correos, los funcionarios abrieron el vag¨®n cuando estaban entrando en la estaci¨®n de Reus: "Es costumbre hacerlo para acelerar los tr¨¢mites. Al llegar a las estaciones se van abriendo las puertas para que la entrega o recogida de sacas se haga m¨¢s r¨¢pidamente. Caso de no haber estado las puertas abiertas, es imposible forzar la entrada de un vag¨®n de ¨¦sos, porque las medidas di seguridad son enormes. La ¨²nica manera ser¨ªa la dinamita".
Jos¨¦ Alda a?adi¨® que no supone fallo alguno por parte de los empleados el abrir antes de que el tren se detenga del todo, y que esto es pr¨¢ctica habitual. Y desminti¨® que el vag¨®n haya podido ser forzado con palanquetas, seg¨²n se dijo en las primeras informaciones. Seg¨²n refiri¨® Heliodoro Arag¨®n, dos hombres, que ocultaban sus caras bajo sendos pasamonta?as y que portaban cada uno una pistola, saltaron repentinamente al vag¨®n, que se encontraba detenido, poco antes de la llegada al and¨¦n, por haber encontrado un sem¨¢foro en rojo, manipulado, seg¨²n se supo despu¨¦s. "?Aqu¨ª no se puede entrar!", grit¨® el propio Heliodoro Arag¨®n, a lo que uno de los asaltantes respondi¨® golpe¨¢ndole por dos veces en la cabeza con la culata de la pistola, y conmin¨¢ndoles a los cuatro a abandonar el vag¨®n. Reinoso Nieto recibi¨® una patada, son¨® un disparo y los cuatro cayeron a un talud contiguo a la v¨ªa. El disparo, cuyo iinpacto apareci¨® en una de las paredes interiores del vag¨®n, les aconsej¨® alejarse a una distancia prudencial.
Pocos minutos m¨¢s tarde oyeron el ruido de un coche, en el que los asaltantes se alejaban con el bot¨ªn. Recuperados del susto, y en la seguridad de que los agresores se hab¨ªan marchado, se reunieron de nuevo. En principio no apareci¨® Mart¨ªnez Lobato, por lo que sus tres compa?eros temieron que hubiera sido alcanzado por el disparo, pero, finalmente, le encontraron a la puerta del vag¨®n. De vuelta en el furg¨®n, advirtieron la falta de diez sacas. El tren volvi¨® a arrancar y poc¨® despu¨¦s entraba en la estaci¨®n de Reus. S¨®lo all¨ª pudieron denunciar lo ocurrido. Hasta entonces, ni el maquinista ni los funcionarios que ocupaban otros furgones hab¨ªan advertido nada extra?o.
A juicio de Jos¨¦ Alda, la forma en que se produjo el asalto supone cierto conocimiento del tren por parte de los atracadores, pues se dirigieron directamente al vag¨®n en que se encontraban los objetos de valor. No obstante, dejaron lo m¨¢s valioso, una carga de dinebra, si bien no se descarta que prescindieran de ella por dificultades de transporte. En cualquier caso, Jos¨¦ Alda descartaba la existencia de c¨®mplices en el tren. Incluso afirm¨® que la l¨ªnea escogida no era la mejor para estos fines.
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