Viejos cinemat¨®grafos madrile?os.
Hace algunas semanas, el admirado cineasta y cr¨ªtico Augusto Mart¨ªnez Torres publicaba en EL PAIS un art¨ªculo, titulado Viejos. cinemat¨®grafos madrile?os, que le¨ª con verdadero inter¨¦s, por lo que representaba de evocaci¨®n de un tiempo definitivamente ido -aunque no en. el recuerdo- que fue rico en emociones para los que, ya entonces, el cine era algo importante en nuestras vidas. Terminada la lectura ech¨¦ de *Menos datos y precisiones, y observ¨¦ algunas inexactitudes y lagunas que me voy a permitir indicar.Durante los a?os veinte y treinta no exist¨ªan a¨²il claramente diferenciadas las dos zonas de localizaci¨®n de cines se?aladas por Mart¨ªnez Torres, Gran V¨ªa y Fuencarral; la primera termin¨® de cuajar en los treinta, pero hasta despu¨¦s de la perra civ¨ªl no tuvo rel evancia la segunda, existiendo en ella s¨®lo el Bilbao y el Proyecciones.
En el Callao, en los a?os se?alados por Mart¨ªnez Torres, s¨ª se instalaron los primeros equipos sonoros, pero es signfflcativo se?alar que una de las pel¨ªculas que bati¨® r¨¦cord de permanencia en cartel fue El desfile del amor, de Lubitsch, con Maurice Chevalier y Jeanette McDonald.
El Astoria, luego Rialto, no se maugura en 1935, sino en 1930; era, la ¨¦poca de las hispanoparlantes de Hollywood, y una de las primeras pel¨ªculas -o tal vez la primera- que exhibi¨® el nuevo cine fue Cascarrabias, con Emesto Vilches; lo de Imperio Argentina s¨ª fue en 1935, pero cinco a?os despu¨¦s de la inauguraci¨®n del local.
El front¨®n Madrid dej¨® de serlo. mucho antes de 1944; el ailo 1930 era ya cine, y me parece que una gran cortina divid¨ªa la gran nave del primitivo front¨®n en dos salas que proyectaban simult¨¢neamente; hab¨ªa orquesta.
Hay otros muchos cines que no menciona el articulista y que tuvieron relevancia y personalidad en la ¨¦poca: el Ideal, que proyectaba casi siempre pel¨ªculas de Selecciones Gaumont; el de La Flor, donde hoy-, se levanta el Conde Duque, lo cal en el. que oscuros hombres solitarios buscaban el roce casual con las piernas de los ni?os; los populares Dos de Mayo y Cinema X, cine este ¨²ltimo que clio una de las primeras versiones de El capit¨¢n Blood, con las batallas navales soporizadas con efectos el¨¦ctricos, seg¨²n rezaba la propaganda; el Chueca, que anunciaba, en,1927 o 1928, "pel¨ªculas habladas, sonoras, con R¨¢mper"; el singular San Isidro, junto a la ribera del r¨ªo, mixto de cine y baile al mismo tiempo y en la misma sala; el Real Cinema, con antepalcos donde las ni?as bien de la ¨¦poca practicaban el amor con su pareja mientras la carabina ve¨ªa la pel¨ªcula. En este mismo. Real Cinema, ya en la Rep¨²blica cine de la Opera, hubo se siones del cineclub Proa F¨ªlm¨®fono, que dirig¨ªa desde Par¨ªs Juan Piqueras, y all¨¢, entre otras, pudo verse La l¨ªnea general, de Eisenstein, o L'opera de quat sous, de Pabst, sobre el. texto de Brecht. Otros locales que albergaron cineclubes fueron el T¨ªvoli, que tuvo al GECI; el F¨ªgaro, con el de la FUE; el Palacio de la Prensa, con el IMAGO, donde Bu?uel present¨® personalmente Las Hurdes, a¨²n sin terminar, en copi¨®n, acto i¨ªiteresant¨ªsimo, al final del cual hubo problemas con la polic¨ªa; el G¨¦nova, antes Pr¨ªncipe Alfonso, alberg¨® Igualmente cineclub, el Universitario, tambi¨¦n de FUE, y el cinema Europa, donde Emesto Gimenez Caballero, que dirig¨ªa La Gaceta Literaria, organizaba, igualn¨ªente, sesiones de cineclub, que se altemaban, a veces, con alg¨²n mitin de Falange Espa?ola. Es imposible seguir, pero el tema dar¨ªa para seis art¨ªculos./
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