Galbraith contra Friedman
Friedman y Galbraith han sido contrapuestos en los ¨²ltimos tiempos como los dos polos de la pol¨ªtica econ¨®mica posible dentro del capitalismo
El divulgador de Fricdman en Espa?a ha sido ¨¦l Instituto de Estudios de Mercado (IEM), cuyo director, el catedr¨¢tico de Historia de las Doctrinas Econ¨®micas Pedro Schwartz, es uno de los principales exponentes del ultraliberalismo en nuestro pa¨ªs.La presencia de Friedman no ha sido vista con mucho agrado por una buena parte de las personas que forman el staff del recientemente constituido Partido- Dem¨®crata Liberal (PDL), representante pol¨ªtico del l¨ªberalismo en Espa7 f¨ªa, que consideran las doctrinas de Friedman como inaplicables en nuestro pa¨ªs y muy desprestigiadas en su imagen por haber sido aplicadas, con mayor o menor pureza, en diversas dictaduras (Chile, Argentina, Turqu¨ªa...). Su presidente, Antonio Garrigues Walker, neg¨® que la visita de Friedman tuviera algo que ver con el PDL. "Es una cosa del Instituto de Econom¨ªa de Mercado y no tiene que ver nada con nosotros. No habr¨¢ ning¨²n acto conjunto. entre Friedman y el PDL".
El instituto en cuesti¨®n acaba de editar un folleto, titulado Friedman contra Galbraith, que intenta reflejar las diferentes posturas defendidas por ambos economistas, algunas de las cuales vamos a reflejar a continuaci¨®n. As¨ª pues, este debate, definido por Schwartz en la introducci¨®n como "un combate entre dos campeones", tiene en primer lugar el sesgo de la selecci¨®n de textos que ha realizado el IEM, instituci¨®n fr¨ªedmaniana por excelencia. Los textos que se contraponen son un art¨ªculo de Galbraith titulado La d¨¦cada de 1980: el futuro como extrapolaci¨®n del presente, escrito por encargo especial de la entidad, y otro de Friedman, titulado De la tecnoestructura a la libertad econ¨®mica, que constituye el texto de una conferencia pronunciada por el Nobel en 1976 en el Institute of Economic Affairs de Londres.
Parte Galbraith de que en todas partes se puede observar un importante giro a la'der¨¦cha. "Los dos grandes profetas, americanos de la gran revuelta conservadora son, por supuesto, el se?or Howard Jarvis y el profesor Friedman, ambos de California; el primero de ellos es el esforzado guerrero de esta cruzada, y el segundo, el prestigioso intelectual que le proporciona su fuerza moral".
La revuelta conservadora
Para el economista americano, existe una revuelta conservadora cuyo tema b¨¢sico es la idea de que los grupos m¨¢s ricos y valiosos de la sociedad est¨¢n siendo terriblemente vapuleados por los grupos m¨¢s pobres; por tanto, "un sentido elemental de la justicia social exige hoy", para los revolucionarios conservadores, "la defensa decidida y positiva de las gentes acomodadas, por tanto tiempo maltratadas y vilipendiadas". Con el objeto de estimular la revuelta, se sugieren dos l¨ªneas diferentes de acci¨®n. La primera consiste en una dr¨¢stica r¨¦ducci¨®n de la actividad reguladora estatal y de lo a servicios p¨²blicos, con una reducci¨®n consigtuiente en los impuestos; la segunda propone una simplificaci¨®n de la gesti¨®n y control del sistema econ¨®mico.
Para Galbrairh, a pesar de ser cierto que los impuestos reducen inevitablemente la libertad individual de gastar dinero, tarde o temprano algunos habr¨¢n de reconocer que una peque?a renta procedente de la seguridad "al contribuye enormemente a aumentar la libertact de la madre sin medios o de los indigentes en general, concluye el economista.
En cuanto al segundo gran arma esgrimida por la revuelta conservadora, la pol¨ªtica monetarista, la l¨®gica se resume del modo siguiente: 'Enfrentados con una fuerte demanda de bienes que empuja los precios al alza, y frente a las presiones de las grandes y poderosas empresas, los sindicatos, el monopolio de pa¨ªses productores de petr¨®leo y las pol¨ªticas agrarias y aduanera que operan sobre los precios en la misma direcci¨®n, los nuevos conservadores vuelven su mirada hacia el banco central. La l¨ªnea de acci¨®n qu¨¦ dicho banco deber¨ªa seguir, en su opini¨®n, consiste en propiciar una reducci¨®n de la demanda global.
El impacto inicial de los eleva dos tipos de inter¨¦s o de la denegai¨®n de pr¨¦stamos por parte de los bancos recaer¨¢ sobre las peque?as empresas, los peque?os constructores, comerciantes y granjeros, todos los cuales dependen de los pr¨¦stamos bancarios para su su pervivencia. La General Motors, la Shell y dem¨¢s empresas gigantes disponen normalmente de amplios fondos en efectivo procedentes de sus propios ingresos, y no se ver¨¢n, por tanto, apreciablemente afectadas.
El economista realiza otra predicci¨®n: "Se ir¨¢ viendo con creciente claridad que la pol¨ªtica monetaria restrictiva funciona bien desde el punto de vista de los m¨¢s afortunados, especialmente en la medida que logre detener la inflaci¨®n, pero se ver¨¢ tambi¨¦n que di cha pol¨ªtica logra de hecho detener la inflaci¨®n ¨²nicamente por medio de la creaci¨®n de un volumen de excesos de capacidad, acumulaci¨®n de existencias y desempleo suficientes para que constituyan en s¨ª un freno a la tendencia alcista de los precios y salarios; para los hombres y mujeres que resultan despedidos, que buscan sin ¨¦xito nuevo empleo, o que nunca logran obtener uno, esta es sin duda una implicaci¨®n de extrema impor tancia.
Falta de convicci¨®n
Friedman comienza su art¨ªculo,muy anterior al de Galbraith, pregunt¨¢ndose c¨®mo ¨¦ste puede "conciliar su sincera convicci¨®n de la validez de cuanto afirma con la imposibilidad en que se han visto cuantos estudiosos, incluidos los simpatizantes con su orientaci¨®n pol¨ªtica general, han intentado document¨¢r esas afirmaciones".
Este art¨ªculo es demoledor para con Galbraith. Friedman ha utilizado la metodolog¨ªa de exponer en primer lugar las tesis de Galbraith y luego acudir a la realidad, con ejemplos para corroborarlas. La guerra a la pobreza, expuesta en el libro La sociedad opulenta, "ha sido un excelente negocio para'los miUares de funcionarios que han hecho carrera gracias a ella y para tantos intelectuales y profesores como han podido escribir un estudio tras otro sobre el tema, pero no ha hecho gran cosa para ayudar a los peor situados en nuestra eco nom¨ªa". Seg¨²n Friedman, la tesis de la opulencia de lo privado y la escualidez de lo p¨²blico es al rev¨¦s: "Es m¨¢s acertado hablar de opulencia p¨²blica y penuria privada".
Sobre las teor¨ªas galbraithianas del poder compensador (la aparici¨®n de una concentraci¨®n de poder est¨ªmula siempre la de otra capaz de contrarrestarla), Friedman explica que es err¨®neo suponer que esas grandes concentraciones militan siempre en bandos diferentes. As¨ª, las grandes empresas y los grandes sindicatos tienen intereses comunes frente al consumidor. El Nobel deshace tambi¨¦n las tesis de que la econom¨ªa est¨¢ dom¨ªnada por gigantescas concentraciones de empresas cuyo control se encuentra en manos de la clase t¨¦cnico-gerencial (la tecnoestructura), y lo hace bas¨¢ndose en otros autores que no han encontrado pruebas de ello.
Un visionario
Para Friedman, a Galbraith, en vez de considerarlo un cient¨ªfico en busca de explicaciones, lo entendemos mejor si vemos en ¨¦l al misionero en busca de conversos. Galbraith me ha parecido siempre una versi¨®n moderna de los radicales tories de principios del siglo XIX". Estos radicales cre¨ªan en una aristocracia de la que se sab¨ªan miembros y de la que entend¨ªan que ten¨ªa obligaciones para con las masas y que era el ¨²nico grupo de la comunidad que podr¨ªa servir desinteresadamente a esas masas. "Me parece que la idea de Galbraith es en sustancia la misma. No preconiza ning¨²n tipo de imposici¨®n a las masas de los valores que defiende. Sabe que estos valores son superiores, y cree que si las masas llegan a asimilar un n¨²mero suficiente de obras suyas, acabar¨¢n por compartir sus opiniones y pedirles a ¨¦l y a sus colegas intelectuales que les gu¨ªen".
Por ¨²ltimo, Friedman hace una apolog¨ªa de la libertad del mercado, enfrent¨¢ndola a las concepciones intervencionistas de Galbraith: "Si nos gui¨¢semos por un mercado libre, si fuese el mercado quien realmente gobernase en respuesta a unas necesidades v¨¢lidas del consumidor, contar¨ªamos con una alternativa al gobierno de los esp¨ªritus superiores que lo har¨ªa dif¨ªcil o imposible. Muchos reformadores -en esto Galbraith no est¨¢ solo- ponen como objeci¨®n b¨¢sica a la libertad de mercado que no les deja llevar a cabo sus reformas, porque hace que el pueblo pueda tener lo que quiere y no lo que los reformadores le den. De ah¨ª la tendencia de los reformadores de toda laya a s¨¦r enemigos del mercado libre".
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