Los discursos hechos
Si la gente de la calle est¨¢ acostumbrada a las frases hechas, a las que me refer¨ª hace unas semanas tambi¨¦n est¨¢ habituada a los discursos hechos, a los que se asoman a trav¨¦s del peri¨®dico, por la televisi¨®n o la radio. Aunque mucho m¨¢s floridos, largos y ret¨®ricos, los discursos hechos responden a los mismos par¨¢metros de las frases hechas, es decir, que dadas las circunstancias puede deducirse f¨¢cilmente cu¨¢les ser¨¢n las palabras que van a ser utilizadas; con la misma seguridad con que se espera un "en invierno ya se sabe" cuando uno habla del catarro que ha cogido, o "yo creo que m¨¢s que otros a?os" cuando se refiere a lo altas que est¨¢n las temperaturas, puede uno deducir del lugar y del ambiente ideol¨®gico las palabras que va a pronunciar aquel a quien corresponde hacer uso de la palabra.Por ejemplo. Si un ministro espa?ol va a Am¨¦rica, se apresurar¨¢ a decir en la primera ocasi¨®n: "Un espa?ol no puede sentirse extranjero en tierras americanas con las que nos sentimos solidarios por la historia, el idioma, la cultura y la religi¨®n". Despu¨¦s de lo cual har¨¢ hincapi¨¦ en que "hay que abandonar viejas ret¨®ricas" para proceder brillantemente con las nuevas ret¨®ricas porque "en los tiempos en que vivimos tenemos que estrechar m¨¢s fuertemente que nunca los v¨ªnculos que nos unen para caminar juntos por los caminos del futuro".
Si un director de cine recibe un trofeo, el p¨²blico puede estar seguro de que no lo aceptar¨¢ jam¨¢s a t¨ªtulo personal. Al contrario: "Si acepto este premio es en representaci¨®n de los numerosos t¨¦cnicos, artistas, decoradores, c¨¢maras que han contribuido tan eficazmente al resultado final de la pel¨ªcula".
Los discursos pol¨ªticos, en general, se distinguen por negar el valor de las palabras tal y corno est¨¢ habituada la gente a entenderlo. As¨ª, un conversador elogiar¨¢ la tradici¨®n, pero matizar¨¢ inmediatamente: "Pero no una tradici¨®n que consista en mantener anquilosada una sociedad, sino la que sirve de trampol¨ªn para lanzarse hacia nuevas metas".
Igualmente, la izquierda se esforzar¨¢ en corregir la idea falsa que tienen los burgueses de sus proyectos. "Buscamos la libertad, s¨ª, pero no una libertad que permita el desenfreno personal, la b¨²squeda individual de un provecho en detrimento de los dem¨¢s. Lo que pretendemos es una libertad humana que se armonice perfectamente con la libertad individual ajena, es decir, que el deseo personal de cada uno se amolde al de su vecino para constituir as¨ª una sociedad m¨¢s justa y m¨¢s humana".
Lo de "la sociedad m¨¢s justa y m¨¢s humana" es eslogan que se usa mucho porque es muy dif¨ªcil que alguien no est¨¦ de acuerdo en esa petici¨®n. Lo malo es precisar luego qu¨¦ entiende cada grupo pol¨ªtico por humanidad y por justicia.
Un discurso que siempre da la sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu (aqu¨ª ser¨ªa de d¨¦j¨¢ entendu) es el que sirve para presentar a un orador. Indefectiblemente empieza as¨ª:
"Don Fulano de Tal no necesita presentaci¨®n. Su destacada personalidad (cinco minutos de detalles de su destacada personalidad), su obra pol¨ªtica, econ¨®mica o intelectual (diez minutos de descripci¨®n de los detalles de esa obra), sus viajes por el pa¨ªs y el extranjero (cinco minutos de relaci¨®n de ciudades y pa¨ªses visitados) hacen completamente innecesario que intentemos siquiera la empresa de presentarle. Le cedo, pues, el uso de la palabra...".
- Cuando en lugar de enaltecer a un vivo se trata de recordar a un muerto, el sistema es parecido, aunque el ditirambo es mucho mayor. No importa que el finado fuera en vida mezquino, atravesado o tonto. En el discurso funeral siempre se afirma que "la figura cuya desaparici¨®n lloramos se manifest¨® siempre por la generosidad de su gesto, la brillantez de su expresi¨®n, su derroche de calidades humanas. Aunque ya no est¨¦ entre nosotros f¨ªsicamente, esa figura seguir¨¢ iluminando nuestro camino. con el ejemplo que nos dio en su atareada y fecunda vida".
Dada la poca variedad en los discursos p¨²blicos, yo sugiero que en la redacci¨®n de los peri¨®dicos hubiera un texto con todos los adjetivos y flores literarias, dejando en blanco solamente el nombre de la persona aludida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.