La OTAN y nuestra pol¨ªtica de defensa
Se han discutido en Santander, en el seminario de la Universidad Men¨¦ndez y Pelayo, dirigido por el teniente general Guti¨¦rrez Mellado, las formas y modalidades de la integraci¨®n de Espa?a en el conjurito de la Organizaci¨®n Atl¨¢ntica. Ha quedado atr¨¢s ya el largo debate sobre la entrada o no en la OTAN, y 14 decisi¨®n ampliamente mayoritaria de las Cortes a favor del s¨ª parece que empieza a ser acatada incluso por lbs socialistas, que ahora s¨®lo dicen que revisar¨¢n el grado de compromiso de Espa?a con la OTAN.Ese grado de compromiso se tiene que analizar desde diversos ¨¢ngulos. En primer lugar, por supuesto, teniendo en cuenta la defensa del inter¨¦s nacional. El inter¨¦s nacional est¨¢ en sacar el m¨¢ximo beneficio para nuestra propia seguridad como espa?oles. No se trata de cambiar la OTAN para adecuarla a nuestros escenarios, ya que cuando uno se adhiere a algo que ya existe desde 1949 y que ha servido desde entonces para evitar nuevas guerras generalizadas en ese espacio geogr¨¢fico, no se puede entrar para cambiar las reglas, sino para beneficiarse de la Organizaci¨®n y para ordenar hacia un objetivo compartido y com¨²n nuestra propia pol¨ªtica de defensa, lejos de funestas autarqu¨ªas y de in¨²tiles aislamientos. Ahora, con Espa?a dentro de la OTAN, podemos estar m¨¢s tranquilos de que esa pol¨ªtica de defensa propia la har¨¢n los pr¨®ximos gobiernos que tengamos, sean del signo que sean, ajust¨¢ndose a los presupuestos normales de las naciones atl¨¢titicas. Hasta ahora era dif¨ªcil hacer una pol¨ªtica de defensa como si fu¨¦semos de la OTAN, pero contando s¨®lo con un convenio bilateral con Estados Unidos que permit¨ªa la utilizaci¨®n de bases, pero privaba a nuestros Ej¨¦rcitos no s¨®lo de importantes infor maciones en materia de seguridad que posee la OTAN, sino de participar en el planteamiento com¨²n de defensa, distribuir los recursos entre los Ej¨¦rcitos de Tierra, Mar y Aire, trazar los planes sobre determinadas ¨¢reas de responsabilidad, prever la asignaci¨®n de fuerzas en esas ¨¢reas y lograr incentivos y oportunidades para mejorar su propio dispositivo. La Marina ven¨ªa utilizando ya los c¨®digos de la Organizaci¨®n e interven¨ªa en maniobras combinadas. El Ej¨¦rcito del Aire responde en su actuaci¨®n a las normas de la Alianza, y en cuanto a las fuerzas del Ej¨¦rcito de Tierra, si bien tienen una menor relaci¨®n con los ej¨¦rcitos de los pa¨ªses occidentales, podr¨¢ en muy poco tiempo equipararse a los de dichas naciones.
El tratado de no proliferaci¨®n nuclear
Adem¨¢s de planificar la pol¨ªtica de defensa podemos pensar en la conveniencia de tener una fuerza de disuasi¨®n nuclear. Habr¨¢ que analizar costes y beneficios. De entrada, Espa?a no debe firmar el tratado de no proliferaci¨®n nuclear por muchas presiones que sufra en ese sentido y sea cual sea el signo ideol¨®gico del Gobierno que haya en Madrid. No tenemos por qu¨¦ renunciar a un atributo de nuestra soberan¨ªa, y bueno ser¨¢ recordar a los que finjan escandalizarse que Francia, con un Gobierno socialista, ha seguido en esta materia las pautas que fij¨® De Gaulle con su force de frappe.
Otra cosa es el que quieran colonizarnos con el dep¨®sito y almacenamiento de fuerzas nucleares de otros pa¨ªses en nuestro territorio. En ese sentido s¨®lo las Cortes soberanas espa?olas podr¨¢n pronunciarse al respecto, pero vaya desde ahora nuestra negativa a ser utilizados una vez m¨¢s como objetos de la historia en vez de constituirnos en sujetos de la misma como a Espa?a le corresponde.
En cuanto al env¨ªo de fuerzas espa?olas a Europa central, dentro del marco de la OTAN, quiero dedir que si Portugal no ha visto inconveniente en asignar una brigada, no veo por qu¨¦ Espa?a ha de tener mayores escr¨²pulos, a no ser que en lugar de escr¨²pulos se trate de propaganda pol¨ªtica en favor de una determinada ideolog¨ªa dispuesta a utilizar el pacifismo mal entendido, el feminismo e incluso el ecologismo y la defensa del voto verde en su propio beneficio. Teniendo en cuenta el presente equilibrio nuclear entre los bloques y el desequilibrio en favor del Este en materia de armas convencionales, es l¨®gico que haya en la OTAN un inter¨¦s en la participaci¨®n en Europa central de una fuerza a la que pueda contribuir tambi¨¦n Espa?a. Nada de malo hay en ello. Esa participaci¨®n servir¨¢ de est¨ªmulo para la mejora en la capacidad operativa de todas las fuerzas espa?olas.
Esa asignaci¨®n de fuerzas no significa desafectarlas de su misi¨®n primordial de defensa nacional, y si los intereses nacionales lo requieren hay absoluta libertad para su uso en cualquier otra misi¨®n de defensa nacional.
En definitiva, de lo que ahora se trata es de definir claramente el grado de compromiso de Espa?a, aunque ello sea dif¨ªcil al final de una legislatura y con un Gobiemo d¨¦bil. Se trata tambi¨¦n de que al definirlo no se cause mayor mal a las relaciones de vecindad con Portugal, l¨®gicamente resentido por moportunas precisiones anteriores. Hay que determinar igualmente el grado de operatividad y de disponibilidad de nuestras fuerzas para actuar en el escenario previsto, y todo ello debe hacerse teniendo en cuenta que la experiencia de estos a?os ha demostrado que en los a?os de la distensi¨®n a mayor apaciguamiento no ha correspondido una disminuci¨®n de la confrontaci¨®n ideol¨®gica, sino todo lo contrario, y que esa confrontaci¨®n ideol¨®gica ha seguido tremendamente actual en la ¨¦poca presente de desaparici¨®n de la distensi¨®n. Por otro lado, en el mundo occidental la relajaci¨®n de la tensi¨®n en el mundo ha venido, sistem¨¢ticamente seguida de querellas en el seno de la Alianza, y que ser¨ªa suicida ahora, que las crisis amenazan por todos lados, no darse cuenta de que hace falta postergar las diferencias entre al¨ªados del mundo libre para fortalecer la solidaridad en el enfrentamiento con los enemigos de la verdadera libertad.
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