Un partido llamado deseo
Dar cuenta de la situaci¨®n actual es tanto m¨¢s dif¨ªcil cuanto que los protagonistas del momento pol¨ªtico son los primeros en dar muestras de confusi¨®n, y esto es as¨ª, en especial, si se aplica a quienes fueron parte del partido hoy en el poder. Se quiera o no, UCD ha demostrado ser una feria de vanidades a cuyo final cada cual ha pretendido poner a buen recaudo su peculio pol¨ªtico con el fin, sin duda pr¨®ximo, de volver a repetir la misma operaci¨®n que dio origen al llamado Centro Democr¨¢tico all¨¢ por el a?o 1976.Pero todos estos calificativos de orden moral son insuficientes para detectar los males reales que nos acucian como naci¨®n y, por tanto, enfrentarnos al futuro consistir¨¢ en definir de forma fidedigna, m¨¢s all¨¢ del bien y del mal moral, en qu¨¦ camino estamos y a d¨®nde nos dirigimos. Ni Su¨¢rez, ni Lavilla, ni Calvo Sotelo, ni ninguno de los prohombres habidos o por haber en el apretado calendario hagiogr¨¢fico de UCD tienen la dimensi¨®n nacional para reconducir el proceso disgregatorio en que est¨¢ envuelto ese partido pol¨ªtico. Y el asunto es importante, porque UCD no es s¨®lo un partido pol¨ªtico, es el partido pol¨ªtico sobre el que ha reposado la transici¨®n democr¨¢tica y sobre el que se han construido los cimientos y base del poder hoy establecido.
Los grupos que alegremente, desde la oposici¨®n o desde la mini oposici¨®n, intentan encaramar sus precarias o bien fundadas pretensiones en esta dif¨ªcil empresa han de percatarse de que, desaparecida UCD, la estabilidad pol¨ªtica del pa¨ªs queda seriamente amenazada. Se podr¨¢ ser de derechas o de izquierdas, pero la realidad insoslayable ser¨ªa que de nuevo estar¨ªamos ante lo que en franquismo se llam¨® el vac¨ªo pol¨ªtico.
Si alguna caracter¨ªstica pudiese recuperarse como significativa de las postrimer¨ªas de los reg¨ªmenes autocr¨¢ticos, ser¨ªa esta del vac¨ªo por el efecto de succi¨®n que realizan las personalidades p¨²blicas y por la enajenaci¨®n de responsabilidades que todo sistema dictatorial comporta, y UCD respondi¨® durante un lustro a ese vac¨ªo, pero el vac¨ªo termin¨® devor¨¢ndola.
La necesidad de UCD
Nunca fue preocupaci¨®n fundamental de los responsables de UCD el elaborar un cuerpo de doctrina y el sentar las bases de un proceso coherente, articulado y bien construido para que la transici¨®n pol¨ªtica se hiciese sobre cauces s¨®lidos. Hubo, sin embargo, mucha precipitaci¨®n en el liderazgo y mucho af¨¢n por el poder, en el que se confund¨ªan las estratagemas con la ideolog¨ªa y los objetivos con las ambiciones. Pero el hecho es que UCD ha muerto y que es necesario decir al tiempo: ?Viva UCD!, porque sin ese espacio cubierto, sin esa zona de la vida p¨²blica espa?ola bien poblada, transitada y vertebrada, el cuerpo del pa¨ªs se ir¨¢ deshaciendo hasta quedar como un azucarillo en un l¨ªquido inconsciente. Si algo, pues, debe servir para encauzar a UCD es esta necesidad, que se nos antoja imperiosa.
?C¨®mo, pues, combinar la defecci¨®n que de forma patente se nos muestra con la necesidad urgente de aunar esos n¨²cleos pol¨ªticos a los que, unido el pueblo espa?ol en repetidas ocasiones, le otorg¨® su confianza? A simple vista se dir¨ªa que el sistema de desarrollo de UCD, como el de algunas plantas, es, por esporulaci¨®n, por decantaci¨®n de semillas dispersas que vuelven caprichosamente a generar nuevas entidades que, para subsistir, se necesitan mutuamente. De esta suerte, despu¨¦s de la di¨¢spora vendr¨¢ la jerarqu¨ªa interna y el proceso sincr¨¦tico unificador. Y esta vez habr¨¢ de ser sobre nuevas bases, sobre unas bases s¨®lidas, bien fundadas, bien orientadas y con el concurso de sus componentes libremente expresado. En fecha 13 de mayo de 1977 escribimos en el diario EL PAIS que el partido que entonces nac¨ªa con la esperanza de ser el veh¨ªculo de una transici¨®n democr¨¢tica se hab¨ªa convertido en una ampliaci¨®n de la Secretar¨ªa General del Movimiento. El tiempo ha demostrado la veracidad de aquella entonces atrevida afirmaci¨®n y el tiempo tambi¨¦n est¨¢ demostrando que la necesidad dar¨¢, de nuevo, nacimiento a UCD porque los grupos que la configuran tienen en com¨²n con el pueblo espa?ol un mismo objetivo: el deseo de que exista.
El problema de los partidos bisagra
En este panorama, Alianza Popular puede ampliar su espectro y, de hecho, existen s¨ªntomas claros de que as¨ª est¨¢ sucediendo. Pero, ?qu¨¦ ha de pasar con todo ese enjambre de partidos bisagra que han surgido desgajados del tronco centrista? Si estos partidos bisagra dejasen de serlo y se integrasen en cualquier formaci¨®n del espectro electoral hoy vigente, habr¨¢ sido un gran enga?o para el elector, que no puede estar sometido a ese c¨²mulo de peripecias con m¨¢s o menos suspense para finalizar en un happy end. Parece que puede que dar claro que los que se van, se han ido, y que volver implicar¨ªa una gran falta de coherencia. Seguramente, tambi¨¦n lo ser¨ªa el que se integrasen en el PSOE. Si se opta por la libertad creativa, por la espontaneidad pol¨ªtica, hay que afrontarla con todos sus riesgos.
En el horizonte quedar¨ªa, as¨ª pues, el viejo centro con una realidad m¨¢s consistente de los que lo perciben tan s¨®lo como un puro deseo.
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