La pol¨ªtica defensiva norteamericana / y 2
Estados Unidos ha fijado unos criterios esenciales, seg¨²n los cuales valoraremos cualquier propuesta sobre reducci¨®n de armamentos:- Primero, insistimos en que las reducciones sean sustanciales. Estamos empe?ados en lograr una reducci¨®n en el n¨²mero y la potencia destructiva de las armas, y no s¨®lo una congelaci¨®n a altos niveles, una autorizaci¨®n para elevarlos, como hicimos en los anteriores acuerdos SALT.
- Segundo, buscamos la igualaci¨®n y no aceptaremos menos Queremos acuerdos que conduzcan a reducciones mutuas hasta iguales niveles efectivos de fuerzas por ambas partes. Creemos que esta igualaci¨®n es absolutamente necesaria si queremos proporcionar a nuestro pa¨ªs un nivel suficiente de seguridad. Para calcular la igualdad atenderemos al poder destructivo de las armas, y no s¨®lo a consideraciones tales como el n¨²mero de instalaciones de lanzamiento. Por s¨ª mismas, estas instalaciones carecen de poder destructivo, y sin embargo en las SALT II se midieron las fuezas por el n¨²mero de ellas, sistema que fue acordado y desde luego propuesto por los sovi¨¦ticos, porque les permit¨ªa continuar, como hasta ahora mismo, dot¨¢ndose de m¨¢s armas mort¨ªferas, m¨¢s pesadas y precisas.
Garant¨ªas de verificaci¨®n
- Tercero, insistiremos en la verificabilidad. Estados Unidos redactar¨¢ con suma atenci¨®n las cl¨¢usulas de los acuerdos de control de armamentos e insistir¨¢ en las medidas dirigidas a asegurar el cumplimiento por ambas partes. Estoy seguro de que ustedes entienden la absoluta necesidad de satisfacer esta exigencia.
En efecto, tenemos muy buenas pruebas de que la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha roto su acuerdo de "no ser los primeros en emplear armas qu¨ªmicas". Adem¨¢s, ciertas experiencias sovi¨¦ticas han sido de magnitud suficiente como para suscitar serios interrogantes sobre el cumplimiento de la limitaci¨®n a 150 kilotones que se fijan en el tratado de prohibici¨®n de pruebas. Estos dos hechos indican la necesidad de un sistema de verificaci¨®n m¨¢s perfeccionado. A este respecto hay que se?alar que siempre hemos ofrecido plenas posibilidades de verificaci¨®n in situ, y seguimos ofreci¨¦ndolas.
Pero a¨²n estamos todav¨ªa a mucha distancia de la utop¨ªa de Grenville Clark, en la cual hay una paz mundial por imperio del derecho internacional. En el mundo en el que actualmente vivimos, los acuerdos sobre reducci¨®n de armamentos no ofrecen seguridad si falta un acuerdo que permita una verificaci¨®n suficiente y eficaz.
Hemos de insistir en que los acuerdos de control de armamentos mejoren de verdad el nivel de seguridad de Estados Unidos y los aliados. No debemos aceptar acuerdos de apariencias, que adormecen a las personas con un falso sentimiento de seguridad. No perseguimos el acuerdo por el acuerdo en esta cuesti¨®n de las armas, sino que buscamos antes que nada afianzar nuestra seguridad nacional y reducir el riesgo de guerra nuclear. Algunos creen que, si entablamos negociaciones, el resultado final debe ser el acuerdo, por mucho que tal acuerdo pudiera no ser bueno para nosotros. Tememos que esa clase de, razonamiento influyera de alg¨²n modo en las negociaciones SALT.
Una perspectiva absolutamente abominable
La perspectiva de una guerra nuclear es, por supuesto, absolutamente abominable para nosotros. El espectro de la matanza, la muerte y la destrucci¨®n en una guerra de ese o cualquier otro tipo es desde luego terror¨ªfico. El terror com¨²n a la guerra nuclear ha movido a algunos a hacer propuestas que, aunque bien intencionadas, representan una seria amenaza para nuestra capacidad de negociar unos acuerdos eficaces sobre control de armamentos. Entre estas propuestas est¨¢n las de congelaci¨®n nuclear y las de "no ser los primeros en usar armas nucleares".
Los partidarios de la congelaci¨®n nuclear creen que las negociaciones de control de armamento tendr¨ªan seguramente m¨¢s ¨¦xito si declar¨¢semos, antes de su culminaci¨®n favorable, que est¨¢bamos dispuestos a congelar nuestro potencial nuclear a los niveles actuales. Este planteamiento encierra varios peligros. En primer lugar, no determina unas limitaciones correspondientes a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que casi a diario aumenta y mejora su potencial nuclear...
Pero hay otro peligro en la propuesta de congelaci¨®n, a saber, que al debilitar nuestra decisi¨®n de fortalecer nuestra defensa nuclear, los partidarios de la congelaci¨®n destruir¨ªan pr¨¢cticamente nuestra capacidad para negociar aut¨¦nticas reducciones de armas...
Disuasi¨®n nuclear
Por lo mismo, tenemos que continuar mostrando nuestra determinaci¨®n de modernizar nuestra capacidad nuclear, aun cuando por supuesto confiemos de buena fe en negociar unos acuerdos importantes y eficaces de control de armamentos. S¨®lo manteniendo nuestra fuerza podemos desarrollar la presi¨®n necesaria para hacer que los sovi¨¦ticos convengan en unos acuerdos ventajosos de reducci¨®n de armamentos.
Adem¨¢s, s¨®lo continuando la modernizaci¨®n de nuestras fuerzas, sin dejar de buscar a la vez unos acuerdos equitativos de control de armamentos, nos encontraremos suficientemente salvaguardados, en caso de que las negociaciones no tuvieran ¨¦xito. La disuasi¨®n nuclear podr¨¢ ser una idea impopular, pero no se puede refutar el hecho de que ha funcionado. Y s¨®lo habr¨ªa que pensar por un momento en las alternativas, es decir, una fuerza militar insuficiente para ser disuasoria. No sirve aducir el trivial clich¨¦ de que cada superpotencia cuenta con poder suficiente para volar a la otra. Hemos de hacer un an¨¢lisis m¨¢s s¨®lido y, si se hace, vemos que los sovi¨¦ticos han aumentado mucho la precisi¨®n y la potencia de sus proyectiles, adem¨¢s de su capacidad para soportar contraataques, mientras que nosotros no lo hemos hecho.
Hemos dispuesto de suficiente poder disuasorio en el pasado, suficiente para impedir una guerra nuclear y tambi¨¦n para impedir una guerra convencional entre las superpotencias. No podemos prescindir de este elemento decisivo de nuestra seguridad hasta que se vea sustituido por unos acuerdos de reducci¨®n de armamentos. eficaces y verificables, y en esto el margen de error es extremadamente reducido.
La propuesta de "no ser los primeros"
Las propuestas de "no ser los primeros en usar" suponen una amenaza distinta para nuestra seguridad, al excluir un importante factor necesario para disuadir a la Uni¨®n Sovi¨¦tica de utilizar su tremenda fuerza convencional. Ya he aludido al imponente crecimiento de la capacidad convencional sovi¨¦tica, que excede con mucho sus exigencias defensivas y que en la pr¨¢ctica representa un enorme potencial de ¨ªndole ofensiva.
Los que piden una declaraci¨®n de "no ser los primeros en usar armas at¨®micas" por parte de Estados Unidos han olvidado que ya mantenemos una pol¨ªtica en ese sentido, y que afecta a todas nuestras armas, sean convencionales o nucleares. Nuestras armas est¨¢n destinadas solamente a nuestra defensa, y no las emplearemos a menos que ello sea necesario para mantener nuestra paz y seguridad. Pero hacer una declaraci¨®n de "no ser los primeros en usar armas nucleares" ser¨ªa una invitaci¨®n a la utilizaci¨®n por la URSS de sus fuerzas convencionales para amenazarnos a nosotros y a nuestros aliados. No olvidemos que si el poder destructivo de las armas nucleares es terrible, las armas convencionales tambi¨¦n tienen la capacidad de intimidar y de destruir todo aquello que apreciamos. Hasta que no negociemos unos acuerdos reales de reducci¨®n de armamentos y tengamos confianza en nuestra capacidad d¨¦ poner en juego una fuerza convencional con aut¨¦ntico efecto disuasor, no debemos limitar nuestra capacidad de contar con la posibilidad de una respuesta flexible a la agresi¨®n.
Estos son, pues, los elementos importantes de una defensa fuerte que la Administraci¨®n Reagan pretende mantener: un rearme suficiente a lo largo del tiempo (y ello exige muchos a?os y es muy costoso), un firme compromiso con nuestros aliados, y un trabajo consistente en la b¨²squeda de una eficaz reducci¨®n de armamentos. Cada uno de estos elementos refuerza a los otros. Debemos mantener unos niveles suficientes de gasto defensivo durante varios a?os, de modo que podamos cumplir nuestros compromisos con nuestros aliados y a la vez crear est¨ªmulos para la reducci¨®n de armamentos.
Nuestros compromisos con los aliados ampl¨ªan el uso efectivo de nuestros propios recursos y proporcionan nuevos incentivos para la reducci¨®n de armamentos.
Las reducciones significativas, verificables, de armamentos pueden redundar en reducciones de los gastos de defensa y ampliar as¨ª nuestra capacidad para cumplir compromisos con nuestros aliados.
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